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JAISALMER. La mágica ciudad del desierto del Thar.

Cuando después de haber hecho cientos de kilómetros en el Rajastán indio llegas a Jaisalmer, el tiempo se para definitivamente, en un país donde ya de por sí, todo ocurre muy lentamente. Y es que a unos cien kilómetros de la frontera con Pakistán, la ciudad amurallada de Jaisalmer, reina del desierto del Thar es, con su imponente ciudadela amurallada una de las imágenes más icónicas del Rajastán y que hacen de este país un imprescindible en el imaginario viajero.

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QUE VER EN JAISALMER. VISITAR JAISALMER

El extraordinario fuerte amurallado está vivo aún, aunque su historia se remonta más de ocho siglos. Dentro, aún vive la gente en las incontables havelis, riquísimamente decoradas como no encontraremos en ningún otro lugar en la India.

Estas preciosas mansiones construidas con piedra arenisca, hacen de la filigrana, su manera de decorar hasta la extenuación cada uno de los rincones de las fachadas. Puertas y ventanas mimadas hasta el último detalle se repiten aquí y allá en una ciudadela espléndida, construida toda en el color de la arena y que se mantiene de pie a pesar de los continuos acosos que ha sufrido durante su historia.






Para entrar al Fuerte de Jaisalmer hay que subir primero por una rampa llena de las gitanas del Thar, vestidas con sus tradicionales abalorios y que nos intentarán vender su plata. Con sus saris de color y la quincalla que llevan encima, estas mujeres son de una fotogenia sin parangón.

Después de atravesar la primera gran puerta, entras en un extenuante laberinto, enmarcado por las murallas y sus 99 almenas. No cabe si no perderse sin seguir ningún rumbo predefinido. Aquí y allá nos vamos a encontrar los diferentes palacios, templos y casas señoriales. Pero si algo no hay que perderse en la ciudadela, son sus siete extraordinarios templos jainistas de piedra caliza que datan de entre los siglos XII y XVII.

La decoración es aquí más extrema, si es posible. Las esculturas, que rivalizan con las de los templos jainistas de Ranakpur y Monte Abu, son de una finura extraordinaria. Los artistas cobraban según el polvo de piedra que podrían extraer de la roca, fruto del cual han salido unas obras de arte de un valor incalculable. Curiosamente nos encontramos un cartel que explicaba la prohibición de entrar en los templos para las mujeres con la menstruación.







Y entre las havelis, las extraordinarias mansiones que los ricos mercaderes locales construyeron hace entre 200 y 300 años, destacan la Patwa-ki- Haveli, la Salim Singh-ki- Haveli y la Natcmal-ki- Haveli. Algunas de ellas, pero no todas, son visitables en su extenuante interior, pero obviamente, todas son disfrutables al menos con sus decoradísimas fachadas, obras maestras de la arquitectura.

COMO VISITAR EL DESIERTO DEL THAR

A unos 50 kilómetros de Jaisalmer se encuentra el pequeño pueblo de Khuri. Hay un montón de viviendas de adobe, con una curiosa decoración exterior que recuerda las alfombras persas. Pero lo que se viene a Khuri es a disfrutar del desierto del Thar, que se extiende hacia la frontera con Pakistán, y con un montón de dunas.

El viajero tiene la posibilidad de alquilar un camello para disfrutar de un paseo por las dunas, en espera de la puesta de sol, en uno de los lugares más románticos de la India. Por muchos desiertos que se hayan visto, nunca son demasiados y uno no debería perderse el desierto del Thar si se está en Jaisalmer. Hay un montón de agencias en la ciudad que organizan el trayecto, aunque también hay autobuses de línea entre Jaisalmer y Khuri.





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