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KOSOVO. Viaje al estado más joven de Europa.

Kosovo es el estado más joven de Europa tras declarar de forma unilateral la independencia de Serbia el 17 de febrero de 2008. Fue uno de los destinos que conocimos el verano de 2012, cuando recorrimos parte de los Balcanes, uno de los puntos más calientes de Europa en los últimos 25 años.

Entrando por Serbia y saliendo por Albania, decidimos hacer una incursión en el nuevo estado, utilizando el coche que habíamos alquilado en Skopje, la capital de Macedonia. Fue una estancia de 14 horas que nos permitió conocer 3 enclaves del país: Pristina, la capital; Graçanica, uno de los bastiones de la ortodoxia Serbia en el país y Prizren, un precioso y encantador pueblo.

Hay que decir que la población kosovar es mayoritariamente de etnia albanesa (un 88 %). En cambio, a diferencia de Albania, la religión predominante en Kosovo es el Islam, que profesa el 96 % de los kosovares. Sin Embargo, en Albania, un 42 % de la población es cristiana y los musulmanes representan el 39 %. A pesar de las diferencias religiosas entre los dos estados, no son pocas las voces a ambos lados de la frontera que creen que finalmente los dos países podrían terminar uniéndose en uno solo.

Desde la independencia de Kosovo, son más de 100 países los que han reconocido internacionalmente la escisión. Entre ellos, 23 de los 28 países de la Unión Europea. No ha sido así por parte de España, por lo que no es infrecuente que el kosovar mire con cierto recelo el viajero con pasaporte español.

CÓMO IR A KOSOVO DESDE SKOPJE, MACEDONIA.

Los cuatro estados que rodean Kosovo son Serbia (al norte), Montenegro (al oeste), Albania (al suroeste) y Macedonia ( al sureste). Dado que la frontera con Serbia está a menudo cerrada y cuando no lo está, suele ser bastante problemática, lo más habitual es entrar en el país por Albania o Macedonia

Desde Skopje, la capital de Macedonia, hay varios autobuses que la conectan con Pristina y algunos (pocos) con Prizren. El trayecto de Skopje a Pristina no son más de 90 kilómetros, que duran unas tres horas en autobús (incluida la parada en la frontera) y unas dos, en coche particular. La carretera es aceptable.

Desde Albania, hay una un montón de autobuses que unen Tirana con Pristina. Los casi 300 kilómetros que hay entre las dos capitales han visto reducido a la mitad el tiempo de viaje desde que en 2010 se inauguró la polémica carretera patriótica que une las dos capitales. Se trata en realidad de una autopista que hace que en poco más de tres horas puedas hacer el trayecto. Esta obra ha sido polémica por su elevadísimo coste y porque para algunos sectores de la sociedad civil kosovar se trata de un intento por parte de Albania, de extender su influencia sobre Kosovo, con el fin de crear una Gran Albania.

Nosotros alquilamos un coche en Skopje, capital macedonia. Esto nos permitió movernos con libertad por el nuevo estado y poder visitar en una misma jornada, Graçanica, Pristina y Prizren, para volver a dormir en Skopje, donde teníamos alquilado un apartamento. No tuvimos ningún problema en las fronteras. Los trámites fueron rápidos y sólo a la entrada en Kosovo, de buena mañana, había una cola de coches que nos hizo esperar una media hora a que llegara nuestro turno.

QUÉ VER EN KOSOVO.

GRAÇANICA

Unos 10 kilómetros antes de llegar a la capital kosovar está la pequeña población de Graçanica. Esta población es el bastión de los serbios que viven al sur del río Ibar, es por ello que las medidas de seguridad se acentúan a medida que llegamos al monasterio de Graçanica. En esta zona, los serbios son el 85% de la población, por lo que es habitual ver los carteles escritos en cirílico.


El monasterio de Graçanica es una de las sedes más importantes de la ortodoxia serbia en Kosovo y forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad. Fue fundado en 1321 por el rey serbio Stefan Uros II Milutin, sobre las ruinas de una iglesia anterior, del siglo XIII, que a su vez había sido construida sobre una basílica paleocristiana del siglo VI. El monasterio, y sobre todo la iglesia, ha sufrido diversos daños, sobre todo, por parte de los turcos que, a partir del 1379 y hasta finales del siglo XVII la han atacado varias veces. Después de la segunda guerra mundial fue renovado por un grupo de monjas, que son ahora las encargadas de mantener el culto del recinto.

En cierto modo, desde finales del siglo XX, con las diversas guerras balcánicas, Graçanica se ha convertido no sólo en un importante centro religioso de los serbios de la zona, sino también en un centro cultural, político y nacional para esta comunidad, que aún considera a Kosovo como parte de la Gran Serbia. La importancia del monasterio por los serbios es tal, que fue elegido para decorar el reverso de la moneda serbia de 200 dinares.

El Monasterio de Graçanica supone la culminación del arte medieval serbio. Tiene forma de cruz doble, una dentro de la otra. Después de atravesar el nártex, que se añadió en el siglo XIV, entras dentro de la iglesia donde un montón de extraordinarias pinturas al fresco nos dan la bienvenida. Una cúpula bizantina descansa sobre cuatro pilares. No hay ni un rincón sin pintar, como la mayoría de iglesias ortodoxas. Dominan escenas de la vida de Jesús y del calendario eclesiástico. En el atrio vemos las pinturas de los fundadores, el rey Milutin y su madre, la reina Helene de Anjou, pintados como monje y monja, respectivamente. También encontramos el árbol genealógico de la dinastía Nemanjic, que está formado por 16 retratos. También hay pinturas que hacen referencia al antiguo testamento. El nártex, añadido posteriormente, está igualmente decorado de forma profusa.



Después de visitar el interior, hacemos unas cuantas fotos desde fuera, mientras vemos que algunas monjas entran y salen de la iglesia.

PRISTINA

Visitado el monasterio, tomamos nuevamente el coche, para dirigirmos a la capital del país, Pristina. Para recorrer los 10 kilómetros que distan Graçanica de Pristina no tardamos más de 10 minutos. Ahora bien, encontrar el centro histórico y ubicarnos con los mapas que hemos sacado de internet no es tan fácil. De modo que entre el atasco de tráfico que hay y que algunas calles están cortadas, no aparcamos hasta después de casi tres cuartos de hora. Finalmente optamos por un pequeño parking que hay en un descampado. Allí nos guardarán el coche por un euro la hora.


En Pristina viven unas 200.000 personas. Es pues, una ciudad media y enseguida vemos que se trata de una ciudad en renovación. Muchas obras por todas partes. Lo que hay que hacer en Pristina es perderse por el centro histórico, descubriendo pequeñas terrazas, mezquitas, bazares diversos y algunas calles peatonales.

A partir de la calle Nazim Gafurri vamos conociendo los diversos puntos de interés, como la Mezquita Çarshia (del mercado), que es la más antigua de la ciudad y que fue mandada construir por el Sultán Beyazit, la Mezquita Jashin Pasha, del siglo XVI o la Mezquita Fatih (construida en 1461 por el Sultán Mehmet II, el conquistador de Constantinopla) justo al lado de la Torre del Reloj. Esta torre del reloj, de 26 metros de altura y que (omnipresente en todos los mercados del imperio otomano) no sólo marcaba las horas, si no que indicaba cuando los trabajadores del vecino basar debían dejar el trabajo para dedicarse a cada una de las 5 oraciones diarias que el Islam tiene como precepto.







Muy cerca de la mezquita del mercado encontramos la única de las fuentes otomanas que queda en pie, la Fuente Shardevani. A escasos metros de la fuente hay un llamativo edificio amarillo mostaza, bien pintado, que llama la atención. Es el Museo de Kosovo, que está situado en un bello edificio de estilo austriaco. Al parecer, el rico patrimonio del museo fue llevado a Belgrado antes de que comenzaran los disturbios del año 1998, y la mayoría de ellos ya no han vuelto más. Como vamos justos de tiempo decidimos no entrar a pesar de que nuestra guía, explica que la exhibición permanente es bastante interesante, contando la vida en Kosovo durante la antigüedad, remontándose a los períodos Iliria, dardniano y romano.

Como vemos, la mayoría de edificios antiguos de la ciudad tienen que ver con el pasado otomano de Pristina. También el bazar es de la época otomana, aunque fue destruido hacia 1950. La reconstrucción, sin embargo, ha recuperado la antigua atmósfera, y es un buen lugar para perderse un rato. En el bazar, y de hecho, en muchos otros lugares nos damos cuenta de que los kosovares llevan un característico sombrero blanco de lana, el plis. Aprovechamos para comprar una camiseta de Kosovo para Marc, que tiene 4 años.

Finalmente, nos encontramos el Monumento al Hermandad y la Unidad, de época yugoslava. Se trata de una escultura formada por la unión de tres columnas de 15 metros de altura, que hacía eco de la convivencia entre albaneses, serbios y montenegrinos en Kosovo, las tres etnias que convivían en Kosovo durante los años del Mariscal Tito (de hecho, montenegrinos y serbios son estrictamente la misma etnia). El término Hermandad y Unidad, era uno de los preferidos por los yugoslavos que querían minimizar el evidente predominio de los albaneses en esta parte de los Balcanes.

Después de dar una buena vuelta por el centro histórico de Pristina (en realidad lo más interesante) comemos (muy bien) en uno de los varios restaurantes que encontramos en la zona.

Después volvemos al coche, con la idea de dirigirnos a Prizren el tiempo pasa rápidamente y queremos tener tiempo suficiente para visitar esta población que dicen que es la más bonita del país.

PRIZREN

De Pristina a Prizren hay poco más de una hora y cuarto de viaje y menos de 90 kilómetros. Aunque no se trata de una autopista, la carretera no está en mal estado. Lo más molesto es salir de Pristina, donde no es fácil ni agradable conducir. Una vez llegamos a la bonita población de Prizren, dejamos el coche cerca del centro histórico y nos disponemos a disfrutar de lo que se supone que es el núcleo urbano más bonito de Kosovo.

Prizren es una ciudad de casi 200.000 habitantes, pero su centro histórico es reducido y se visita a pie. Es realmente una bucólica y encantadora población, donde una buena parte de sus calles son peatonales, un pequeño río, atravesado por múltiples puentes de piedra, atraviesa el núcleo histórico y las fuentes, las mezquitas y las iglesias ortodoxas se encuentran aquí y allá, al largo del recorrido que haremos por la población. Además, hay una buena cantidad de restaurantes y terrazas, así como varios hoteles, lo que nos confirma que Prizren es seguro, la población más turística del país y que no habría sido mala idea quedarse a dormir aquí. Nosotros, sin embargo, tenemos unas tres horas para disfrutar del centro histórico, pues después hay que volver a Macedonia.


La historia ha dado muchas vueltas en Prizren. La población pasó por manos romanas, búlgaras y albanesas, antes de que fuera conquistada por el príncipe serbio Stefan Nemanja, a principios del siglo XII. Finalmente sin embargo, los otomanos conquistaron Kosovo en 1454, y un año después cayó Prizren, que pasó a ser la capital del Vilayet o provincia otomana de Prizren. Es por ello, que hay un montón de mezquitas en Prizren, y de hecho, en todo Kosovo, y que la religión predominante es el Islam.

Después de la Primera Guerra Mundial y con la desintegración del Imperio Otomano, Prizren volvió a manos serbias, aunque su población mayoritaria era de etnia albanesa. Se consumaba la separación de los albaneses en dos estados: al sur, Albania y al norte, Kosovo que quedaba integrado en Serbia y que con el devenir del tiempo acabaría formando parte de Yugoslavia.




El vandalismo de finales del siglo XX, provocado por las diversas guerras entre serbios y kosovares no terminó con la ciudad y con buena parte de los monumentos históricos de milagro. Si primero fueron los serbios los que atacaron las mezquitas y todo lo que hiciera referencia a la mayoría albanesa y musulmana de Prizren, en 1999, cuando cambiaron las tornas y en 2004, fueron los albano-kosovares los que no dudaron en atacar, quemar y destruir las iglesias ortodoxas y varias casas serbias cercanas a la fortaleza. Hasta ocho iglesias fueron quemadas o destruidas.

Al dejar el coche, lo primero que hacemos es acercarnos a la preciosa plaza central Shadervan.

Para llegar a la plaza hemos atravesado el río por el precioso Puente de Piedra, de tres arcos y que fue el primero en atravesar el río. Es originario del siglo XVI, aunque el actual es una reconstrucción de finales del siglo XX, pues el primero se lo llevó unas riadas.
En medio de la plaza Shadervan hay una fuente, de donde al parecer quien bebe agua, tiene asegurado volver a la población. Como Prizren parece bastante bonito, no dudamos en beber de ella. La plaza, muy cuca, está llena de terrazas con restaurantes y bares.

A pocos metros de la plaza encontramos una de las más de dos docenas de mezquitas que hay en la población y seguro la más interesante, la mezquita Sinan Pacha, del 1615. Es una mezquita de estilo otomano, como la mayoría, y que no desentonaría en Estambul. Dispone de un pórtico, que ha sido recientemente reconstruido, que da paso a la sala de oración que es culminada por una bella cúpula, de estilo clásico otomano. Al lado, su hermoso y esbelto minarete, apunta al cielo.

Nuestro paseo por Prizren topará con un montón de preciosas mezquitas y también con varias iglesias y monasterios ortodoxos (como las iglesias de San Nicolás y San Jorge, bien cercanas a la plaza Shadervan), que están custodiadas actualmente por la KFOR. También encontramos la Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que es la institución católica más importante de la ciudad. Es una iglesia de tres naves de inspiración italiana y que data de 1870.

También pasamos por varias tekke o casas típicas de la época otomana; el paseo por Prizren es realmente entretenido. Lo que no llegamos a hacer, y es una pena, es subir a la fortaleza, el Kaljaja, que se encuentra arriba de la colina de 500 metros de altura de Cvilen y desde la que se puede contemplar unas estupendas vistas de la población. En este cerro privilegiado ha habido una fortaleza desde tiempos inmemoriales, pero la actual fue remodelada en la época bizantina, y posteriormente otomana, y funcionó como fortaleza hasta el 1912. Desde entonces, se ha sumido en el abandono, aunque parece ser que se está destinando un presupuesto para su reconstrucción. No subimos, dado que se empieza a oscurecer y hay que volver a Skopje.

Antes de ir a buscar el coche, tomamos un helado en una de las heladerías que encontramos cerca de la plaza Shedervan, cruzamos el puente de piedra y vemos, aunque sea desde fuera, el viejo hammam otomano. Finalmente, nos acercamos hasta la iglesia ortodoxa serbia de Nuestra Señora de Ljevis, que actualmente está en un estado ruinoso que no permite la entrada y está protegida, como las otras, por las fuerzas del KFOR. Se trata de un extraordinario ejemplo de arquitectura bizantina que data de los siglos IX a XI. Esta iglesia fue convertida en mezquita durante el período otomano, pero a la caída del imperio, en 1912, fue nuevamente reconvertida en iglesia ortodoxa. La iglesia, que ahora está bajo la protección de la UNESCO, fue fuertemente dañada durante los disturbios de 1999, y por si fuera poco, fue quemada en 2004. Los frescos interiores están en fase de restauración, pero de momento la iglesia está cerrada al público.

Tomamos el coche hacia las siete de la tarde. De Prizren a Skopje hay un par de horas. La carretera no está en mal estado, pero pasamos algún collado con fuertes curvas y no está bien indicado, por lo que nos perdemos y tenemos que preguntar. Está oscureciendo y los últimos kilómetros hasta la frontera y los últimos hasta llegar a la capital macedonia los hacemos de noche, justo lo que no queríamos.

Si volviéramos a repetir, haríamos noche en Prizren y probablemente desde allí, habríamos visitado algún enclave serbio importante como los de Decani o Pec, que tienen también iglesias ortodoxas que forman parte del patrimonio de la humanidad.


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