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ROMA. Un paseo por las 5 plazas más bonitas de Roma.

Roma es, para nosotros una de las dos ciudades más bonitas de Europa. Sólo Estambul le puede hacer sombra en cuanto a monumentalidad, pero también en cuanto a autenticidad. De acuerdo: París, Londres o Viena, son más pulidas, mejor estructuradas, más modernas, e incluso, con museos que nada tienen que envidiar a los de Roma, pero la autenticidad de Roma, con vestigios de los últimos 2500 años de historia en cada rincón, en cada plaza, combinado con una manera de hacer mediterránea, desenfadada, no la encuentras en ninguna de aquellas ciudades.

El recorrido que presentamos pasa por, quizás, las cinco plazas más bonitas de Roma. Habrá quien echará en falta Piazza Venecia, Piazza Colonna o alguna otra. Pero, estas son para nosotros las cinco plazas más emblemáticas de la ciudad Eterna.

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Se trata de un recorrido de tres kilómetros y medio desde la Piazza del Campidoglio hasta Piazza Spagna, que según Googlemaps nos llevaría unos 40 minutos de realizar a pie. Nada más lejos de la realidad. Cada una de las plazas merece no sólo un reposo para disfrutarla, si no, probablemente una o más visitas imprescindibles. Alguien se imagina ir a la Piazza de la Rotonda y no entrar al Panteón? Es por ello, que el recorrido nos llevará todo el día, eso si, terminada la jornada habremos disfrutado de uno de los recorridos más bonitos de la ciudad.

PLAZA DEL CAPITOLIO

Es conocido que Roma se fundó sobre siete colinas. Pues bien, la Plaza del Capitolio está situada sobre una de estos siete colinas.

El Papa Pablo II encargó su diseño a uno de los genios más grandes del renacimiento, Miguel Ángel, que dominaba no sólo el arte de la pintura y la escultura, sino también el de la arquitectura y el urbanismo. La plaza, no es exactamente cuadrada sino que tiene una forma trapezoidal. Los trabajos duraron siglos. De hecho, no se da por terminada la obra hasta 1940, cuando se pavimenta la plaza con los diseños originales de Miguel Ángel.

El nuevo diseño de Miguel Ángel cambia la orientación de la plaza, que hasta entonces daba al Foro Romano, que a partir de ese momento, queda de espaldas a la plaza, que queda encarada al Vaticano, teatralizando el cambio de poder político desde de la Antigua Roma a la Roma papal. Por ello, Miguel Ángel diseña también la Cordonata, la escalinata que pasa a suponer la entrada lógica a la Plaza del Capitolio.

Según parece, el mismo Pablo II, exige la colocación en el centro de la plaza, de la estatua ecuestre de Marco Aurelio, hecha de bronce. Actualmente, el original se encuentra en los museos capitolinos.

En la Plaza destacan, tres edificios: el Palazzo Senatorio, que es la sede del ayuntamiento de Roma y que está presidido por una preciosa escalera doble, obra de Miguel Ángel. Es el palacio que queda en medio y que te encuentras justo al subir por la Cordonata. A izquierda y derecha, quedan el Palacio Nuevo y el Palacio de los Conservadores. El Palacio Nuevo fue construido sobre un diseño de Miguel Ángel, mientras que el Palacio de los Conservadores, ya existía, pero fue Miguel Ángel quien diseñó la nueva fachada. Tanto uno como otro, son la sede de los Museos Capitolinos, uno de los más importantes de la ciudad e imprescindible si se hace al menos, una estancia de tres días en Roma.

En los Museos capitolinos encontramos obras pictóricas de Caravaggio, o esculturas tan emblemáticas como el original de Marco Aurelio o la Luperca ( a loba capitolina), una estatua etrusca que es el emblema de la ciudad.

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PLAZA NAVONA

Un trayecto de un cuarto de hora nos lleva hasta la Plaza Navona, una de las más emblemáticas de la ciudad.

La plaza es alargada, pues toma la forma del antiguo Estadio de Domiciano, que era un estadio para competiciones atléticas de la antigua Roma, construido en el año 85 por el emperador Domiciano y que a diferencia de otras estadios, no disponía de spina ni de puestos de salida para las carreras de cuádrigas. El estadio, diseñado a imagen de los estadios griegos, tenía forma rectangular y una longitud de 276 metros. Uno de sus extremos, era sin embargo, curvado.

Es a partir del siglo XV cuando el espacio se va definiendo como obra pública, pero es sobre todo durante el papado de Inocencio X, con plena ebullición de la Roma barroca, cuando el antiguo estadio toma la forma definitiva.

Lo que encontramos actualmente en la Plaza Navona es una auténtico escenario teatral, con tres preciosas fuentes, iglesias barrocas monumentales y palacios. Además, es habitual que en la Plaza Navona se sitúe un pequeño mercado de pintores. Probablemente, las terrazas de Plaza Navona sean uno de los mejores lugares del mundo para hacer un descanso y tomar un café mientras se disfruta y saborea el enorme escenario que se puede contemplar. Eso si, de barato no tiene nada.

Las fuentes que encontramos son tres: la Fuente de los cuatro ríos, situada justo en medio de la plaza y que es obra del más grande de los escultores barrocos, Gianlorenzo Bernini. Es una obra de arte mayúscula, que representa los cuatro grandes ríos conocidos en aquella época: el Nilo, el Ganges, el Río de la Plata y el Danubio, y que está coronada por un obelisco de 17,6 metros de altura, que fue mandado cortar de las canteras de Asuán por el emperador Domiciano, entre el 86 y el 91. el obelisco tuvo varios emplazamientos, entre ellos, el Circo Máximo, pero en la época del barroco se restaura y se sitúa en la plaza Navona.

Las otras dos fuentes (al norte, la Fontana de Neptuno y al sur la Fontana del Moro), son obra de Giacomo della Porta. El moro y el delfín de esta última, sin embargo, son un añadido posterior de Bernini.

Justo enfrente de la Fuente de los Cuatro ríos, encontramos la monumental Santa Inés en Agonía. Se trata de un templo barroco mandado construir por Inocencio X, justo en el lugar donde Santa Inés, patrona de las adolescentes y mártir cristiana de la época de Diocleciano, fue obligada a vivir en un prostíbulo (aunque se mantuvo virgen), a desnudarse y renunciar a su fe cristiana. Aunque el diseño inicial es de Girolamo Rainaldi y su hijo, Carlo, al menos su fachada es obra Francesco Borromini, un arquitecto de origen suizo-italiano, que es reconocido como uno de los máximos exponentes del arte barroco. Con todo, después de la muerte del papa Inocencio, la obra vuelve a manos de Rainaldi, que ya no hace demasiados cambios.

Si a estas altura del recorrido os ha entrado hambre, quizás sea buena hora para comer. Y un buen lugar para hacerlo, es una de las mejores pizzerías del mundo, y sin duda la más famosa de Roma: da Baffetto (Via del Governo Vecchio, 114), que se encuentra a cuatro minutos de Piazza Navona. No piensen que se encontrará un lugar glamuroso. Justo al contrario, se trata de una pequeña pizzería, siempre llena, por lo que probablemente tendrá que hacer una buena cola para coger mesa. Eso si, las pizzas son memorables. Y el tiramisú, también.

PLAZA DE LA ROTONDA

Desde la Plaza Navona no deberíamos tardar ni diez minutos en llegar a la Plaza de la Rotonda. Si hablamos de Piazza della Rotonda quizás nos podamos quedar tan anchos. Si decimos, sin embargo, que esta es la plaza donde se encuentra el Panteón de Roma, ya es otra cosa. Estamos hablando de palabras mayores. El motivo de la confusión es que el Panteón recibe también el nombre de Iglesia de Santa María de la Rotonda.

Esta es una plaza de pequeñas dimensiones. Mide unos 40 por 60 metros y los dos monumentos principales que alberga, son la fuente con el obelisco y el Panteón.

El obelisco de la plaza de la Rotonda es de los más pequeños que hay en Roma. Mide unos 6.34 metros de altura y formaba parte de una pareja de obeliscos del templo de Ra en Heliópolis. Ha tenido varios emplazamientos desde que llegó a Roma, pero fue el papa Clemente XI, quien en 1711 lo situó finalmente en la plaza del Panteón. Como base, se restauró una fuente que era obra de Giacommo della Porta. Quien llevó a cabo las obras de restauración fue el arquitecto Filippo Barigioni.

Pero la gran obra de la plaza es sin duda, el Panteón. De hecho, no sólo es la gran obra de la plaza, si no que se trata de una de las grandes obras que la antigua Roma nos ha legado. Construido el 23 antes de Cristo, el Panteón es un templo dedicado a todos los dioses.

Según la inscripción que hay en el frontón, el primer templo habría sido construido por orden de Marco Vipsanio Agripa, yerno del emperador Augusto. El templo que podemos ver ahora, es sin embargo, una reconstrucción posterior, aproximadamente del 123 después de Cristo, mandado reconstruir en la época del emperador Adriano. De hecho, el nuevo templo conserva parte del antiguo templo. Al parecer, el templo inicial era un templo rectangular períptero, es decir, rodeado completamente por columnas y la actual entrada porticada del Panteón, formaría parte del antiguo templo, annque en aquel, la entrada se realizaba justo por el lado contrario. Era un templo de travertino, forrado en mármol.

Este templo inicial sufrió un incendio el año 80. Aunque fue remodelado por Domiciano, sufrió nuevos desperfectos en época de Trajano, de modo que el 123 se decidió derrumbarlo, casi por completo y construir un nuevo templo, aunque como hemos dicho, mantuvo algunas partes de la anterior.


Actualmente, la preciosa columnata de 8 columnas de la fachada, da paso a una pronaos (con 4 columnas en los laterales), que a su vez da paso a una enorme cela circular. Sobre la columnata un friso nos cuenta que fue Agripa quien mandó construir el templo; y sobre el friso, encontramos un frontón triangular.

La enorme cela de características circulares supone una auténtica innovación en la historia de la arquitectura, pues hasta ese momento, los templos romanos habían recurrido a la fórmula griega de los templos. Sobre un enorme tambor, el Panteón se cierra con una gran cúpula semicircular de 43 metros de diámetro. Aun ahora es la cúpula de hormigón más grande que jamás se haya construido. De hecho, incluso la cúpula de San Pedro en el Vaticano, es un poco más pequeña. Una característica de la cúpula es que no está cerrada, si no que termina en un enorme óculo de 9 metros de diámetro (desde la superficie no parece tan grande). El rayo de luz proyectado desde el óculo da lugar a una de las imágenes más bonitas de Roma. También es curioso ver que cuando llueve, la lluvia entra al Panteón. El suelo, que tiene forma convexa, favorece que la lluvia se desplace en los laterales del panteón, donde un pequeño canal recoge el agua.

El Panteón sufrió diversas remodelaciones con el paso de los años, hasta que en el año 608, el emperador bizantino Focas lo da al papa Bonifacio IV, que convierte el antiguo templo pagano en una iglesia cristiana.Actualmente, lo que podemos ver en la cela corresponde a la remodelación efectuada a mediados de siglo XVIII. Dentro, encontramos las tumbas de Víctor Manuel II, que fue el primer rey de Italia, su hijo Humberto y su esposa Margarita. También Rafael Sanzio, el grandísimo pintor de Urbino, está enterrado en el panteón. Al parecer, fue el propio pintor quien lo pidió, en una época donde el panteón se había convertido en la sede de la Academia de los Virtuosos de Roma.

Como, incluso ahora, el Panteón es una iglesia, la entrada al recinto es gratuita. A pocos metros del Panteón, en la misma plaza se encuentra una de las cafeterías más célebres de Italia: Tazza d’oro, que muele y torrefacta el café al propio establecimiento.

Probablemente sea éste un buen momento para hacer un pequeño descanso y probar el que es conocido como uno de los mejores cafés del mundo. Se puede optar por un espresso, pero también por un capuccino, o porque no, por un cafe freddo, es decir, una crema de café helada. Como muchos cafés de Roma, primero hay que pagar la consumición en la caja y luego, pedirlo al camarero. Y como muchos cafés de Roma, el precio difiere enormemente si quieres tomarlo en la barra o quieres hacerlo sentado. La cafetería tiene también su tienda, de modo que quien desea llevarse el café torrefacto a su casa, puede comprarlo aquí.

PLAZA DE TREVI

El siguiente destino es otro de los puntos míticos de la ciudad de Roma. Hay que ir por la vía del Seminario en dirección a Via del Corso (una de las calles principales del Roma), pasando antes por la Plaza de San Ignacio. Finalmente, la Vía delle Muratte nos lleva directamente a la Plaza de Trevi, donde destaca, por supuesto, la fuente de las fuentes: la Fontana di Trevi.

El barroco romano esculpió en esta pequeña plaza, una de las obras más sublimes, y sin lugar a dudas, la más famosa, más teatral y más grande de las fuentes de Roma.

Aunque había una fuente más antigua, la que podemos ver ahora es una obra mandada construir por el papa Urbano VIII. La obra fue encargada a Gianlorenzo Bernini, uno de los grandes del barroco (el más grande, de hecho), pero finalmente, fue Nicola Salvi quien llevó a cabo el proyecto.

Los trabajos duraron del 1732 al 1764 y de hecho, la fuente no fue terminada por Salvi, si no por Giuseppe Pannini.

Sea como sea, en frente del teatro que supone el fondo del Palacio Poli, con sus cuatro enormes pilastras corintias, encontramos el gran conjunto escultórico dominado por un Neptuno dominador de los mares. En los laterales, las imágenes de la Abundancia y la Salubridad se miran la escena. Varios tritones y caballos complementan el conjunto.

Nadie puede irse de Roma sin tirar una moneda al agua, de espaldas, pidiendo un deseo. Quien lo haga, parece que tiene asegurado poder volver a Roma. Por desgracia, bañarse en la fuente, como lo hacía Anita Ekberg en la Dolce Vita es bastante más complicado, si es que uno no quiere pasar unas horas en comisaría. A ambos lados de la plaza, hay varias heladerías, muy buenas todas ellas. Eso si, al precio que el escenario se merece.

PLAZA DE ESPAÑA

Menos de diez minutos nos deben llevar al final del recorrido, donde nos espera otra de las grandes plazas de Roma: la Plaza de España. La entrada natural a la plaza sería la Via Condotti, célebre por la gran cantidad de tiendas de lujo y que al final se abre a la plaza de España.

Las plazas de Roma, son auténticos escenarios. Y en esta ocasión el escenario tiene gradas. Se trata de la enorme escalinata de 125 escalones que desde la Plaza de España conduce hasta la colina donde está la barroca iglesia de la Trinità dei Monti. Delante de la iglesia encontramos otro de los trece obeliscos que hay en la ciudad de Roma. Se trata del obelisco Sallustriano, que mide casi 14 metros de altura (con su pedestal, alcanza los 30).

En realidad, sin embargo, este no es un obelisco egipcio, si no que fue construido en la época romana imperial, a imitación de los antiguos obeliscos egipcios. Tomó como modelo, el obelisco Flaminio, que actualmente se encuentra en otra de las grandes plazas de Roma, la Piazza del Popolo.

En la plaza de ‘España, sin embargo, lo que destaca es la preciosa Fontana della Barcaccia, que es obra de Pietro Bernini, que fue el padre del gran maestro del barroco, Gianlorenzo Bernini. El papa Urbano VIII encargó a Bernini padre la construcción de la fuente. Parece ser que su hijo Gianlorenzo contribuyó también en el diseño de la obra.

En un rincón de la plaza también encontramos el Palacio de España, que es la sede de la embajada de España ante la Santa Sede. Según parece, es la embajada más antigua que hay en el mundo, y dataría de 1647.

Visitada la plaza, probablemente haya caído la tarde, por lo que bueno será ir buscando algún lugar para cenar y descansar de este recorrido, que como veis, a pesar de ser de menos de cuatro kilómetros, nos puede haber llevado todo el día hacerlo.

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