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LYON. Un paseo por la bella Presqu’ile.

patrimonio humanidadEl turismo en Lyon es una de las actividades más importantes de esta ciudad francesa que sigue acaparando nuestra atención durante nuestra estancia de 2 días, en la que es la tercera ciudad con mayor población de Francia. Si ayer tuvimos la oportunidad de conocer los barrios de la Colina de la Fourviere y el Viejo Lyon o Vieux Lyon, hoy le toca el turno a la Península o Barrio de la Presqu’ile, con una breve incursión por la Colina de la Croix-Rousse, es decir, los otros dos barrios que acabaran el turismo en Lyon.

Nos levantamos pronto, para poder aprovechar el día al máximo. Un autobús nos lleva desde nuestro hotel (situado cerca de la estación de tren de Part Dieu) hasta la Place de la Comedie, encajonada entre los históricos Hotel de Ville y la Ópera Nacional.

Sin embargo, antes de empezar nuestro recorrido por la península de la Presqu’ile, que queda literalmente encajonada entre dos ríos de impresión (el Saona y el Ródano), nos acercamos hasta la Colina de la Croix-Rousse, donde encontramos uno de los vestigios de la antigua Colonia Copia Claudia Augusta Lugdunum, la ciudad romana que llegó a ser la capital de las Galias. Aunque es en la Colina de la Fourviere donde se encuentran los restos más importantes de aquél período, en la Croix-Rousse, se halla el denominado Anfiteatro de las Tres Galias. Aunque el edificio, del siglo I dC fue ampliado posteriormente para dar cabida a hasta 20.000 personas, el estado en que se encuentra para nada recuerda a los preciosos anfiteatros que hemos visto en Arlés o Nimes.


Bajamos la colina y en pocos minutos nos encontramos, nuevamente delante de la Ópera Nacional. Sin embargo, antes me acerco al bonito mural de los Lioneses célebres que se encuentra en el ribereño Quai Saint Vincent (esquina con Rue Martiniere). En este mural podemos reconocer algunos de los vecinos más famosos de la historia de la ciudad, como el cocinero Paul Bocuse y los cineastas, los Hermanos Lumiere. Son varios los murales pintados que encontraremos durante nuestro paseo por Lyon, como por ejemplo, el del Muro de la Biblioteca, unos 200 metros más abajo, en dirección al Quai de la Pécherie.


La Ópera Nacional de Lyon es uno de los edificios de mayor importancia de la ciudad. Aunque el edificio inicial corresponde al primer tercio del siglo XIX, durante los últimos años del siglo XX, la ciudad de Lyon decidió encomendar la remodelación de la Ópera a un arquitecto que, por aquél entonces, ya empezaba a despuntar entre los más prestigiosos del mundo: Jean Nouvel. El rediseño fue total, de manera que, prácticamente, solo parte de la fachada original fue conservada.

Tenemos la oportunidad de realizar una visita guiada a la Ópera Nacional, conocida también como Ópera Nouvel, donde nos llama la atención que el negro es el color predomínate en casi todos los espacios, a menudo, de forma exclusiva. La verdad es que el diseño es novedoso, y durante la visita tenemos la oportunidad de conocer los entresijos del teatro, como las salas de ensayos.



Justo enfrente de la Ópera Nouvel encontramos el Hotel de Ville, el ayuntamiento de la Ciudad de Lyon. Probablemente sea este el edificio más importante de la Presqu’ile y de toda la ciudad de Lyon.

La fachada principal se encuentra situada en la escénica plaza des Terreaux, una de las más bellas de la ciudad, donde además del ayuntamiento se encuentra la bella Fuente Bartholdi, obra del célebre escultor alsaciano conocido por ser el autor de la neoyorkina Estatua de la Libertad. Bartholdi presentó el proyecto en la Exposición Universal de París y la ciudad de Lyon pago 100.000 francos por llevarse la fuente a la ciudad. En la obra se presenta la nación de Francia, representada por Marianne, símbolo de la Francia revolucionaria, y cuatro caballos que representan cuatro ríos franceses.



También se encuentra en la plaza des Terreaux la fachada del Museo de Bellas Artes. Cómo está incluido en la tarjeta Lyon Card, aprovechamos y le echamos un vistazo. No es esta una pinacoteca que esté llena de los más grandes genios de la pintura universal. Aquí no encontraremos Caravaggios y Veermers.

Sin embargo, sí que encontramos piezas de cierto interés, como las puertas de un templo egipcio (de Memadud), alguna bella estatua de August Rodin, el dormitorio de Madame Guimard (obra de Hector Guimard, uno de los exponentes más importantes del Art Nouveau y autor de las famosas entradas del metro de París) y algunas obras de Veronese, Rubens o Gauguin, por ejemplo.



Paralelo a los ríos Saona y Ródano se encuentran dos de las calles comerciales más importantes de la Presqui’le: la rue du President Édouard Herriot y la Rue de la République, que llegan hasta las plazas des Jacobins y de la République, respectivamente.

Tomamos la rue du President Édouard Herriot para llegar, primeramente, hasta la Iglesia de San Nizier, una de las más importantes de la ciudad de Lyon. Se trata de un templo de estilo gótico flamígero (o flamboyant, como se llama en Francia). Es decir, de un momento más tardío del gótico. Las obras del templo empiezan a principios del siglo XIV. Sin embargo, el coro y transepto no se dan por finalizados hasta 1417 y la fachada, hasta 1585. Se trata, ciertamente, de un templo espectacular, de tres naves con transepto y cerrado por un ábside y dos absidiolos. Las bellas capillas laterales y las escénicas vidrieras la convierten en un templo soberbio. En la fachada, como dije, terminada a finales del siglo XVI, encontramos una original portalada de estilo renacentista.




En lugar de seguir por Rue du President Édouard Herriot tomamos una de las calles (Rue Grenette) que llevan hasta la paralela Rue de la République, llegando enseguida hasta la Place de la Bourse. Por cierto, no hay que dejar de echar un vistazo al bonito café Le Grand Café des Négociants, que se encuentra haciendo esquina entre President Édouard Herriot y Grenette. Lujo decimonónico en un ambiente de cierta exclusividad.

Aquí se encuentra uno de los edificios más bellos de la ciudad de Lyon, el Palais du Comerce (o de la Bolsa), cuya fachada principal se encuentra en la Place des Cordeliers. Se trata de un enorme edificio de mediados del siglo XIX que actualmente hace las funciones de Cámara de Comercio. Por desgracia, nos quedamos sin poder acceder a su interior, que se supone suntuoso.

En la misma Place des Cordeliers encontramos otra iglesia: la de San Buenaventura, un sobrio templo gótico, al que accedemos con cierto respeto, pues se está celebrando misa en estos momentos.


Seguimos por Rue de la République hasta llegar a la plaza del mismo nombre. Este tramo de avenida es uno de los más comerciales de la ciudad y es además peatonal. Se trata de una de las zonas más animadas de la ciudad y por donde a los lioneses más les apetece pasear. La elegante Place de la République nos sorprende con un curioso tiovivo que recuerda a los añejos tiovivos de principios de siglos XX y una especie de fuente, llamada la Fontana de los Juegos de Agua.

Sin embargo, nuestra favorita es la cercana Place des Jacobins, a escasos 100 metros de la anterior, que recibe ese nombre porque, antiguamente, esta orden religiosa ocupaba uno de los edificios de la plaza. Muy elegante, en la plaza destaca la bellísima y marmórea fuente central, obra de Gaspard André, que honra a algunos prestigiosos artistas franceses.


Doblamos por Rue Fabré para llegar a otra pequeña plaza donde se encuentra el bellísimo edifico del Teatro de los Celestinos. Por desgracia, en medio de la plaza han montado, hoy mismo, una suerte de carpa. Y digo hoy mismo, porque durante mi paseo nocturno (de ayer), no encontré la carpa en cuestión, por lo que os dejo la foto nocturna de la fachada del bonito teatro de los Celestinos, que tiene más de dos siglos de historia y que recibe este nombre por estar construido encima de los cimientos de la antigua Iglesia de los Celestinos.


Nuestro paseo por la Presqu’ile va llegando a su término. Pocos minutos son necesarios para llegar hasta una de las plazas más grandes (en tamaño) de toda Europa: la Place Bellecour. Sus medidas son ciertamente de impacto, con 310 metros de largo por 200 de ancho, sin embargo, la verdad es que me parece algo falta de carácter, prefiriendo, por ejemplo, las plazas des Terreaux o la pequeña des Jacobins.


Es hora de almorzar. Ya vamos tarde, pero la verdad es que en Lyon es posible comer a (casi) todas la horas posibles. Me acerco a Rue des Marroniers. En esta pequeña y encantadora callejuela, encontramos múltiples opciones para todos los bolsillos. La verdad es que la buena comida se escribe en Lyon con letras mayúscula.

Con esto damos por terminada nuestra visita a la Presqu’ile, otras de las zonas históricas de Lyon, y que al igual que el Vieux Lyon y la colina de la Fourviere, forman parte del Patrimonio de la Humanidad. El Turismo en Lyon ha llegado para quedarse, fruto de un esplendoroso pasado, y a la vez, de un maravilloso presente que han situado a esta ciudad, y de forma bien merecida, en el mapa turístico de Francia.

POST AMIGO. Otros relatos sobre Lyon.

48 hores a Lyon: la Presqu’ile i Croux Rousse, por Viatges Pedraforca.

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