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MONASTERIO DE ALCOBAÇA. La Orden del Císter en Portugal.

Monasterio de Alcobaça

patrimonio humanidadEl Monasterio de Alcobaça supone una de las paradas más interesantes que pudimos realizar durante nuestro trayecto entre las poblaciones de Lisboa y Coimbra. Se trata de un monasterio cisterciense, es decir perteneciente a la misma orden monástica que los monasterios catalanes de Santes Creus o Poblet o el alemán de Maulbronn, que ya hemos tenido la oportunidad de visitar.

Al igual que los anteriores, el Monasterio de Alcobaça forma parte del Patrimonio de la Humanidad.

ORÍGENES DE LA ORDEN DEL CÍSTER Y FUNDACIÓN DEL MONASTERIO DE ALCOBAÇA

La Orden del Císter se fundó a finales del siglo XI en Francia. Su origen debemos encontrarlo en la Abadía de Citeaux fundada por Roberto de Molesmes en 1098. Curiosamente, el mismo monje abandonaría Citeux para regresar a la Abadía de Molesmes, de donde procedía, dos años después (en 1100), quedando la Abadía de Citeaux bajo la dirección de Alberico, que se mantuvo como abad hasta su fallecimiento en 1008.


La cuestión es que la Orden del Císter se expandió rápidamente llegando a buena parte de los países europeos. Particularmente, es a partir del monje borgoñés Bernardo de Claraval cuando el Císter se convierte en una de las ordenes monásticas de más relevancia en el cristianismo.

En este contexto, el Monasterio de Alcobaça es fundado a mediados del siglo XII. La historia explica que fue el primer rey luso, Alfonso I de Portugal quien prometió fundar un cenobio consagrado a la Orden del Císter en caso de conquistar Santarem, que por aquel entonces era una plaza dominada por las tropas moriscas. En realidad, muchas de las poblaciones cercanas a Santarem presentan una toponimia que nos recuerda su pasado sarraceno, como Almoster, Almeirim o Alpiarça.

Lo cierto es que la promesa fue cumplida y con ello, el rey daba gracias a Dios por la ayuda recibida, a la par que se aseguraba que las zonas recientemente conquistadas fueran ocupadas, algo no poco importante. Las donaciones reales no hacían referencia, únicamente, al lugar donde debía alzarse el monasterio. Era habitual que los cenobios fueran dotados de importantes tierras que les permitiera autogestionarse y desarrollarse de forma autónoma. Este fue el caso también del Monasterio de Alcobaça, que recibió no pocas prebendas reales.

VISITANDO EL MONASTERIO DE ALCOBAÇA. EL PANTEÓN REAL Y EL CLAUSTRO.

Al llegar al Monasterio de Alcobaça nos llama bastante la atención la fachada de su iglesia. Ello es así porque, a diferencia de otras iglesias y catedrales portuguesas góticas que están diseñadas a modo de fortaleza, con almenas incluidas, la iglesia de Alcobaça parece responder más al modelo francés de gran iglesia o Catedral.


La iglesia fue reformada en diversas ocasiones, de manera que solamente parte del original permanece en pie. Pero es especialmente relevante su portal gótico así como su bello rosetón. Las torres, así como la culminación central del frontispicio son posteriores y ya corresponden a un diseño barroco.

El interior de la iglesia del Monasterio de Alcobaça se muestra francamente austera, como corresponde a la Orden del Císter, especialmente interesada en huir de todo aquello que resultaba superfluo. Es de destacar, que al igual que el monasterio de Poblet, que se comportó como Panteón Real de la Corona Catalana-Aragonesa, el de Alcobaça acoge también las tumbas reales de Don Pedro y Doña Inés de Castro, que están consideradas entre los más bellos sepulcros del país. Ambas tumbas, tanto la del monarca como la su esposa, noble de origen gallego perteneciente a la importante linaje de la Casa de Castro, son de una belleza excepcional. Podemos encontrar los sepulcros reales en el crucero de la iglesia.

Más interesante es el claustro del Monasterio de Alcobaça, conocido como Claustro del Silencio o de don Dinis y que conserva las características habituales de los claustros cirtercienses, incluido tu templete donde se encuentra el lavatorio. Este, siempre solía quedar justo enfrente del refectorio, pues era utilizado para lavarse las manos justo antes de empezar a comer. Se trata de un claustro de dos pisos. Sin embargo, si bien el inferior presenta una tracería gótica, el superior es ya posterior, pues fue construido a partir del siglo XVI. La mayoría de monasterios de la Orden del Císter siguen el plano de la Abadía de Claraval y el de Alcobaça no es una excepción.

Podemos visitar distintas estancia que rodean el claustro del Monasterio de Alcobaça, incluidas la cocina, el refectorio o la Sala Capitular.





Desde luego, la visita al Monasterio de Alcobaça, debe ser una de las paradas indispensables durante la ruta que une Lisboa con Coimbra, junto al Monasterio de Batalha, otro fabuloso cenobio portugués.

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