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Que ver en Tournai. Ruta de un día.

Tournai, a unos 90 kilómetros de Bruselas, supone nuestra primera parada en este viaje por Valonia que nos descubrirá algunos de los lugares más bellos de la región francófona de Bélgica.

Tournai es una población de mediano tamaño (no llega a los cien mil habitantes) situada en la provincia belga de Henao y cabeza episcopal, como podremos comprobar por la existencia de una importante catedral gótica.

Se sabe de la existencia de la ciudad de Tournai desde hace más de dos mil años, aunque la población ha cambiado de manos en repetidas ocasiones a lo largo de la historia. En este sentido, Tournai ha permanecido bajo manos galo-romanas, francas, flamencas, francesas, españolas (en la época donde parte de los Países Bajos permanecían bajo dominio de la corona española) o austríacas a los largo de su historia. Finalmente, a partir de 1830 fue integrada al recién creado estado de Bélgica que había obtenido la independencia de los Países Bajos del Sur, tras la llamada Revolución Belga.

En este post os explicaré qué ver en Tournai, una ciudad que merece ser incluida en todo viaje a Valonia y que, por cierto, tiene a dos de sus monumentos incluidos en la lista del Patrimonio de la Humanidad: el campanario civil o Beffroi y la Catedral de Notre-Dame de Tournai.

QUE VER EN TOURNAI EN 1 DÍA.

CATEDRAL DE NUESTRA SEÑORA

Nuestra ruta por Tournai empieza por el que es uno de los templos más extraordinarios de Valonia. Se trata de la Catedral de Nuestra Señora, un edificio que está recibiendo la restauración que merecía desde hace ya unos años, por lo que solamente lo podremos visitar parcialmente.

La Catedral de Nuestra Señora de Tournai es un templo enorme que empezó a erigirse durante el siglo XII en estilo románico. Sin embargo, gran parte de la construcción es gótica como enseguida observamos. Quizá sean las cinco enormes torres lo que más destaca en esta catedral. Sobre todo, porque debido a los trabajos de restauración únicamente podremos visitar una parte de su interior. Concretamente, la nave, que es el vestigio románico más evidente, mientras que crucero y coro solo lo podremos vislumbrar entre los andamios.


GRAND PLACE Y BEFFROI DE TOURNAI

La Catedral se encuentra a menos de tres minutos a pie de la Grand Place, donde se localiza otro de los grandes monumentos que hay que ver en Tournai. Hablo del campanario civil o Beffroi, que forma parte de la lista del Patrimonio Humanidad. Es este un honor que comparte con otros campanarios de Valonia, Flandes y Francia. Era habitual que las ciudades de cierta importancia erigieran este tipo de construcciones. En este sentido, se diferencia bastante del sur de Europa donde los campanarios formaban parte de la arquitectura eclesiástica, casi de formas exclusiva.

El Beffroi de Tournai es uno de los más bellos campanarios de la región. Fue construido en el siglo XII y merece la pena subir, ni que sea para disfrutar de las bellas vistas de la Grand Place y del resto de la ciudad. La terraza en cuestión, sin embargo, no se halla en lo alto del Beffroi si no a mitad de altura. Más arriba, a más de 250 escalones desde la base, encontramos el carrillón del campanario, que cada 15 minutos nos obsequia con una melodía.


Bajamos para disfrutar ahora de la Grand Place de Tournai, la más bella de toda la ciudad y que nos recuerda, en cierta medida, a la de Brujas. En estos momentos se está instalando en medio de la plaza el clásico mercadillo de Navidad. Es esta una zona repleta de restaurantes y cervecerías. Un buen lugar, por tanto, para disfrutar de una buena cerveza belga que, por cierto, está de enhorabuena, pues este mismo año ha sido incluida dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad como bien inmaterial de relevancia.

LONJA DE LOS PAÑOS DE TOURNAI

Otro edificio que llama la atención en la Grand Place es la Lonja de los Paños o Halle aux Draps. Se trata de un bonito edificio del siglo XVII y que no desentonaría en la plaza homóloga de Bruselas con este estilo mixto con reminiscencias góticas, primer piso renacentista y glabelas barrocas. Se trata, sin embargo, de un edificio que debió renacer de sus cenizas a finales del siglo XIX tras el colapso del original. La lonja de los Paños se está preparando para formar parte de estos mercados de navidad que inundan Valonia por estas fechas. Por desgracia, no abrirá hasta finales de semana, de manera que no podremos disfrutar de su encanto.


IGLESIA DE SAN QUINTÍN

En esta misma plaza entramos a la Iglesia de San Quintín. Se trata de otro de los templos que hay que ver en Tournai y que muestra el estilo transitorio entre románico y gótico. Como otros edificios de la región, la iglesia debió ser rehabilitada tras los daños ocasionados durante la Segunda Guerra Mundial.

Tomamos Rue des Maux donde no llama la atención una fromagerie, de nombre De Lille. Es decir, un lugar dedicado a la venta de quesos, algo tan común en Bélgica o Francia. No dudamos en deleitarnos con el que es uno de nuestros productos fetiche, de manera que salimos de la tienda con tres ejemplares (pequeños) de queso Belga. Uno de ellos, de corteza lavada con cerveza, como no podría ser de otra forma en este país.


FORT ROUGE

Tomamos la Rue Perdue en dirección a la iglesia de San Jacques. Sin embargo, hacemos un pequeño alto en el camino para fotografiar el Fort Rouge. Es decir el Fuerte Rojo. Esta torre medieval toma su nombre del color de las tejas y es de los pocos vestigios conservados de la antigua muralla. Ha sido restaurada a principios de siglo XXI.

IGLESIA DE SAINT JACQUES. OTRA DE LAS IGLESIAS QUE VER EN TOURNAI.

Ahora sí, en poco más de tres minutos hemos llegado a la Iglesia de San Jacques, otro de los bellos templos que hay que ver en Tournai. Se trata de una iglesia con toques románicos y góticos cuya construcción data de inició del siglo XII. Nos llaman la atención las pinturas de las bóvedas de algunas capillas de la derecha y las bellas vidrieras.

Tournai forma parte del camino de Santiago, de manera que no es extraño que en la ciudad encontremos una iglesia dedicada al santo. Así lo atestiguan, por cierto, varias conchas de que hemos ido encontrando en las calles de la población.




PONT DES TROUS

Nos dirigimos ahora a buscar la orilla del río Escalda que parte en dos la población de Tournai hasta llegar al Pont des Trous, otro de los vestigios de la Tournai Medieval. Se trata de un enorme puente con tres grandes arcos que permiten el paso de enormes embarcaciones, tal y como podemos observar durante el rato que allí estamos. El nombre del puente, cuyo significado es Puente de los Agujeros, hace referencia, precisamente, a estos tres grandes arcos.

TORRE DE ENRIQUE VII

Regresamos dirección el centro histórico por la misma orilla del río. Sin embargo, lo cruzamos por uno de los varios puentes que lo salvan para acercarnos hasta las cercanías de la estación de autobuses. En este barrio se localiza la Torre de Enrique VII. Fue este rey inglés quien mandó construir una ciudadela en esta plaza. Sin embargo, de ella solo queda esta mole redondeada que es la Torre que lleva su nombre y que se encuentra, en estos momentos, en proceso de restauración.

VIVIENDAS ART NOUVEAU DE TOURNAI

En este barrio se encuentran, también, algunas viviendas de estilo Art Nouveau. Encontramos aquí fachadas de formas redondeadas, aunque menos exageradas que las del modernismo catalán (más cercano al modelo vienés). Nos llama especialmente la atención la vivienda sita en la Plaza Victor Carbonelle, número 5, con rótulo que nos explica que el arquitecto responsable fue Georges de Porre.


Ahora sí, Rue Royale nos devuelve a la Catedral de Tournai. Enseguida llegamos nuevamente a la Grand Place, verdadero centro neurálgico de esta tranquila población que ha supuesto nuestra primera visita a la región de Valonia. Poco a poco el día va anocheciendo. Es momento para tomar una deliciosa cerveza belga en una de las distintas cervecerías de la Grand Place de Tournai.


DÓNDE COMER EN TOURNAI

Sin miedo a equivocarnos os recomendamos Les Enfants Terribles, en la Rue de L’Yser (una calle que parte de la misma Grand Place). Cocina moderna pero con toques tradicionales belgas, de muy alta calidad. Disfrutamos muchísimo con un timbal de salmón con gambas y un rissoto con vieiras de entrante y con el pichón (plato de temporada según nos dijeron) y unos lenguaditos marinados con limón y mantequilla (entendimos que era un pescado habitual por estas latitudes) de plato principal. Exquisito es poco.



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