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CASA DALÍ DE PORTLLIGAT. Visita a la que fue la vivienda y taller de Dalí durante 52 años.

Casa Dalí Portlligat

La Casa de Dalí en Portlligat, el pequeño pueblo ampurdanés que pertenece al término de Cadaqués, cierra nuestro periplo por el Triángulo Dalí y que nos ha llevado a conocer también el Castillo de Púbol y el Museo Dalí de Figueras.

Salvador Dalí, el genial pintor de Figueras, vivió en esta casa de Portlligat durante 52 años de su vida. Dalí estaba unido sentimentalmente a la comarca gerundense del Ampurdán de tal manera que jamás quiso romper este cordón umbilical.

Fruto de este amor por su tierra chica, decidió instalarse en unas pequeñas casas de pescadores del núcleo de Portlligat. Poco a poco, fue adquiriendo las distintas viviendas que circundaban el núcleo inicial para ir formando lo que terminó por ser la Casa Dalí de Portlligat, que no es más que un abigarrado y laberíntico conjunto de espacios donde Dalí creo su hogar, pero también su estudio y particular universo. Y lo hizo a su imagen y semejanza, producto de una imaginación única y privilegiada que lo alejaba de todo tipo de convencionalismos.

Dalí se apartó, en cierta manera, del mundanal ruido, puesto que la Casa de Dalí en Portlligat se alzaba en una ubicación alejada de la algo más ajetreada de Cadaqués. Dalí, además, se convirtió durante los años que residió en esta vivienda en la primera persona de la península ibérica que veía el sol cada mañana, algo que, al parecer, le tenía un poco obsesionado.

VISITA A LA CASA DALÍ DE PORTLLIGAT

La Casa Dalí de Portlligat se estructura, como decimos, a partir de una serie de espacios que se fueron añadiendo con el paso de los años. La entrada principal nos lleva a una estancia a modo de recibidor conocida como Recibidor del Oso. Es aquí donde se ubica el primero de los distintos animales disecados que tendemos la oportunidad de ver durante nuestra visita a la casa de Dalí. Un plantígrado polar, de pie, sostiene una lámpara diseñada, como buena parte de los objetos decorativos de la vivienda, por el propio Dalí.

Todo ello forma parte de esta estética surrealista, a la par que kitsch, que envuelve los espacios concebidos por la mente del genial Dalí, como ya tuvimos la oportunidad de comprobar tanto en el Castillo de Púbol como en el Museo Dalí de Figueras.

Los siguientes pasos nos llevan a lo que eran las distintas estancias de la familia Dalí, puesto que no hay que olvidar que el pintor estaba casado y compartía hogar con su musa, la rusa Gala. Enseguida llegamos al comedor de la vivienda, bastante sobrio, aunque no exento de algunas excentricidades. En la biblioteca, por ejemplo, encontraremos varios animales disecados más. En particular, varias aves.

Subimos al primer piso donde se localizan otras estancias de particular interés, como por ejemplo la habitación de las modelos, donde ellas se vestían o desvestían antes de ser pintadas por el genio, o el taller donde Salvador Dalí pintó gran parte de la su obra. Hay que tener en cuenta que Salvador Dalí era, fundamentalmente, un pintor de estudio, de manera que buena parte de su obra se realizó en el taller de la Casa Dalí de Portlligat. Enfrente del enorme caballete (que permitía que los grandes cuadros se desplazaran hasta la planta baja) destaca un sofá que era el utilizado por Dalí para sentarse enfrente de sus obras, algo que ya vimos en el pequeño taller de Púbol.



Curiosamente, también la misma Gala tenía en esta Casa Dalí de Portlligat una zona dedicada a su persona, con varias estancias más o menos privadas. Entre ellas destacan el tocador de Gala, el vestidor (con los armarios decorados con fotografías que ilustraban la vida de Dalí y de la misma Gala, retratados junto a grandes artistas y personalidades del momento) y la sala más especial, el pequeño pero coqueto Salón Oval, donde la musa rusa recibía las visitas más importantes o se retiraba para leer o, simplemente, para descansar.

Durante nuestra visita por la Casa Dalí de Portlligat podemos conocer también las habitaciones de Gala y Dalí. Curiosamente, mientras la de Gala presenta un anexo con cuarto de baño completo, la de Dalí, mucho más sencilla, solo presenta un pequeño retrete. Sin embargo, Dalí dispuso un pequeño espejo en su habitación orientado de tal manera de que pudiera ser testigo del amanecer diario desde su propia cama siendo, como hemos dicho, el primer humano de toda la península ibérica que tenía este honor.



Tras visitar los interiores de la Casa Dalí de Portlligat es momento de conocer sus patios. Hay que decir, que al salir al exterior, la vivienda recuerda bastante a muchos de los hogares que conocimos en Grecia. Y en particular, en las Islas Cícladas. Nada nos hubiera extrañado encontrar una vivienda de este tipo, encalada toda ella y con los patios con los suelos de pizarra, en Santorini o Paros, por ejemplo.

En este jardín de la Casa Dalí de Portlligat, Marc, como todos los niños, juega escondiéndose dentro del huevo enorme que se encuentra al salir al espacio abierto. Entre los elementos que encontramos en el patio destaca un pequeño comedor de verano. Por detrás de la vivienda se localiza la zona más kitsch de la misma, con un sofá de forma labial, tan típico del imaginario daliniano, que queda enmarcado por un conjunto de anuncios de neumáticos Pirelli de indescifrable significado. Todo ello, justo al lado de una pequeña pero agradable piscina.





La visita a la Casa Museo Dalí de Portlligat merece la pena y supone un colofón excelente para este fin de semana daliniano que nos ha llevado a descubrir los lugares más importantes por donde transcurrió la vida del genio de Figueras y que forman parte de esta Ruta por el Triángulo Dalí del Ampurdán: el Castillo de Púbol, el Teatro-Museo Dalí de Figueras y la Casa de Portlligat.

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