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BASÍLICA DE SUPERGA DE TURÍN. El Panteón de la Casa de Saboya.

La excursión a la Basílica de Superga supone una de las más populares que se pueden realizar desde la capital del Piamonte. Esta iglesia situada en una colina que solo dista una decena de kilómetros del centro de Turín, no solo es conocida por el templo en sí mismo, si no también por las excelentes vistas que de la cordillera alpina se tiene desde la misma.

Además, la cripta de la Basílica de Superga desempeña las funciones de Panteón de la Casa de Saboya. Un verdadero Panteón Real si tenemos en cuenta que varios de los personajes que allí reposan fueron, en su momento, reyes de Sicilia, Cerdeña, Croacia o, incluso, España, como es el caso de Amadeo I.

Más aún, el trayecto hasta la Basílica de Superga desde Turín está trufado de encanto, pues se realiza en un tren cremallera que viene desarrollando estas funciones desde 1884.


Si vas a visitar Turín igual te interesa leer nuestro post acerca de los lugares que hay que ver en Turín en 3 días. Es una guía con las visitas imprescindibles de la ciudad.

LA BASÍLICA DE SUPERGA

La construcción de la Basílica de Superga empezó en 1717, por orden de Víctor Amadeo II de Saboya, quien confió en el arquitecto Filippo Juvarra para el diseño de la obra. Para 1731 ya se había terminado este proyecto.

Parece que Víctor Amadeo II mandó edificar esta iglesia en lo alto una colina para agradecer la presunta ayuda divina recibida durante el asedio, por parte del ejército francés, del norte de la Península Italiana, a principios del siglo XVIII.

Filipo Juvarra ideó una iglesia de estilo neoclásico, aunque con tintes barrocos, cuya fachada destaca con su gran pórtico avanzado de estilo clásico. No menos espectacular resulta la enorme cúpula, más al estilo barroco, que se culmina por una linterna. Por detrás de la iglesia, queda el monasterio, que en la actualidad ya no cumple estas funciones.
La visita a la Basílica de Superga es de acceso libre. El interior responde también al estilo neoclásico, con un buen número de enormes columnas de orden corintio y de fuste estriado. La cúpula, que se edifica sobre un gran tambor que con sus ventanas permite la entrada de luz, resulta francamente de impresión también desde el interior.

Merece la pena, también, subir a la torre campanario y a la terraza que queda en el primer piso, por encima del pórtico avanzado, aunque para ello hay que pagar entrada. Las vistas de los Alpes nevados, que quedan por detrás de la ciudad de Turín, son espectaculares desde esta situación.


EL PANTEÓN Y LOS APARTAMENTOS REALES.

Tras visitar la Basílica de Superga hay que realizar dos recorridos más, ambos de pago, aunque existe una entrada conjunta bastante económica. Las dos visitas son con guía en italiano, aunque a los foráneos nos dan un folleto en nuestro idioma.

El primer recorrido que realizamos es el del Panteón de los Saboya. Como decía, esta importante familia formó parte de la realeza europea durante varios siglos, convirtiéndose en reyes de lugares tan distintos como Croacia, Sicilia o Cerdeña. Incluso Amadeo Fernando María de Saboya se convirtió en Rey de España con el nombre de Amadeo I, durante un breve periodo de tiempo, entre 1871 y 1873.

El Panteón fue construido en época de Víctor Amadeo III, aunque su abuelo Víctor Amadeo II ya había pensado en la posibilidad de construir uno. El proyecto lo llevó a término Francesco Martínez que, curiosamente, era sobrino del arquitecto de la basílica, Filippo Juvarra, y tiene forma de crucero.

La verdad es que la cripta tiene unos monumentos funerarios realmente bellísimos, aunque este tipo de lugares resultan un pelín lúgubres. Quizá la más bella es la de Carlos Alberto, que fue el VII Rey de Cerdeña y queda justo en el centro del crucero.Antes de llegar a la

cripta se pasa por el claustro monasterial y una estancia conocida como el Salón de los Papas, por disponer de una gran colección de retratos formado por los 265 papas que han ostentado el máximo poder de la iglesia canónica desde su fundación. No nos dejan tomar fotos.


La segunda de las visitas guiadas, también es en italiano, y nos lleva a los Apartamentos Reales. Se trata de las dependencias que se reservó Amadeo II, que tenía la idea de retirarse en el Monasterio y Basílica de Superga, los últimos años de su vida. Además, durante su reinado, el monarca pasaba algunas temporadas aquí, como agradecimiento de la victoria frente al ejército francés, de la que ya hemos hablado.

La verdad es que el recorrido pasa por cinco salas, que no resultan nada espectaculares, si las comparamos con la de las habituales residencias reales del periodo barroco. Al fin y al cabo, Superga no era más que un monasterio, de manera que resulta bastante lógica la austeridad que presentan las estancias. La última de las salas es la del comedor real. En las paredes de esta estancia, destacan los lienzos que representan Vittorio Amedeo II, Carlos Alberto, Vittorio Emanuele II y Umberto I. He de decir que, al menos a mi, esta visita se me hizo un pelín pesada.

Pese a ello, la verdad es que la excursión a la Basílica de Superga desde Turín merece la pena. Como explicaba, no solo por la iglesia y el Panteón Real el sí mismo, si no también por las vistas que se tiene de los Alpes y la bonita subida en tren cremallera.

SUBIR A LA BASÍLICA DE SUPERGA EN TREN CREMALLERA

Como expliqué, uno de los alicientes de la excursión a la Basílica de Superga es la posibilidad de realizar el ascenso en un tren cremallera que viene desempeñando estas funciones desde 1884. Según parece, los vagones son los originales de 1884 y parte de la tracción, de 1934. Es decir, un buen pedacito de historia se condensa en este tranvía de Sassi-Superga, que tiene un trayecto de poco más de 10 minutos.



Se trata de un ascenso de no más de 3 kilómetros de longitud para pasar de los 225 metros de Turín hasta los 650 metros sobre el nivel del mar de la estación superior, ya en Superga.
Para tomar este tranvía hay que llegar hasta Sassi, a los pies de la colina. Para llegar hasta esta estación de Sasi, hay que tomar o el autobús (número 61) o el tranvía (el número 15). Ambos se pueden tomar en la Plaza Vittorio Veneto, al final de Via Po.

Por cierto, en la estación de Sassi hay una pequeña habitación donde se explica la historia de este tren cremallera de Superga y como en los primeros años eran los caballos quienes tiraban de los vagones.

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