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GAMBIA. Los cocodrilos sagrados de Bakau.

Visitar la charca de cocodrilos sagrados de Bakau es una de las actividades turísticas más habituales del norte de Gambia.

Bakau es una pequeña y destartalada ciudad situada a solo 10 km de Banjul, ya en la desembocadura del río Gambia. La población no tendría ningún interés turístico si no dispusiera de la, bastante famosa aquí, charca de cocodrilos sagrados de Bakau. Hay que saber, antes de todo, que más allá de que cuatro turistas nos acerquemos hasta aquí (la verdad es que la industria turística de Gambia es todavía incipiente), está charca de cocodrilos sagrados de Bakau se habría formado hace más de 400 años. Es decir, para nada se trata de una una atracción creada ex profeso para los (escasos) turistas que visitan Gambia.

Curiosamente, este lugar ha venido siendo custodiado desde hace 4 siglos por una misma familia, de nombre Bojang.

El nombre correcto de éste lugar es el de Charca de Cocodrilos de Kachikally (o Kachikally Cocodrile Pool, pues no hay que olvidar que el inglés es lengua oficial en Gambia). Y lo que encontramos aquí es una enorme balsa , rodeada de una buena arboleda con ceibas y otros árboles centenarios, que es el hábitat de varias docenas de cocodrilos. Según nos cuentan aquí, de unos cien ejemplares. La densidad de saurios es tal que, por lo visto, los cuidadores se están encargando de retirar algunos de los huevos que los cocodrilos ponen porque la población se está yendo de madre y la charca se está quedando pequeña.

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La cuestión es que, desde hace siglos, estos cocodrilos de Bakau tienen carácter de animal sagrado, por lo que son alimentados a cuerpo de Rey. O sea, a base de pescado que, por lo que parece, es su alimento preferido. Es por ello que, amansados a base de comida, los saurios se dejan acariciar por quien así lo desee. Y bajo supervisión de los cuidadores, desde luego.

Los cocodrilos de Bakau tienen, además, importantes propiedades en todo lo que hace referencia a la fertilidad, de manera que no es raro que las mujeres de la región se acerquen hasta aquí a fin de solicitar a los cocodrilos algún tipo de intervención en este sentido. Nos comentan que las que así lo desean, rezan sus plegarias ante la charca y que, incluso, algunas de ellas se bañan en la misma. Aunque, francamente, esto cuesta bastante más de creer.

Y, por lo visto, las intercesiones de los cocodrilos sagrados de Bakau deben surgir algún tipo de efecto pues no son pocos los niños nacidos por estas latitudes que reciben el nombre de Kachikally.

NUESTRA VISITA A LA CHARCA DE COCODRILOS DE BAKAU

Tras pagar la entrada (100 dalasis por persona, unos 2 euros), accedemos a lo que es una suerte de Museo Etnológico de la Región, que se ubica en cuatro o cinco pequeñas cabañas de base circular. La verdad es que se trata de una muestra sencilla pero de lo más interesante. Aquí podemos ver desde utensilios utilizados por las distintas etnias durante los distintos ritos hasta un buen número de instrumentos, incluyendo balafones, djembé y otros instrumentos de cuerda y percusión. También encontramos fetiches y máscaras, por ejemplo. Además, se agradece que las explicaciones estén en inglés, de manera que podemos entender a qué etnia pertenece cada objeto y para qué era utilizado.

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Tras visitar este pequeño museo nos dirigimos hasta la charca de cocodrilos sagrados. Para ello recorremos un sendero que parece un auténtico vergel. De todos los árboles, destaca especialmente una maravillosa ceiba multicentenaria, con un diámetro de escándalo y con unas raíces que parecen los contrafuertes de una gran catedral. En los días venideros y durante nuestro viaje a Senegal, podemos disfrutar de centenares de árboles semejantes. Son una maravilla.

Enseguida llegamos a la estrella del lugar: la charca de los cocodrilos sagrados de Kachikally. Ante nosotros, enseguida se acercan tres o cuadro cocodrilos que quedan inmóviles después de zamparse un par de pescados. Desde luego, los animales impresionan bastante con sus entre tres y cuatro metros de largo. Le pregunto a su cuidador si son cocodrilos del Nilo y me dice que no, que son cocodrilos del Oeste de África, algo más pequeños. Y me anima a tocarlos, asegurándome de que el riesgo es nulo. Y así lo hago. Con sumo cuidado desde luego, porque aunque recién comido y semidomesticados tras años en las charchas, no deja de ser uno de los reptiles más peligrosos que existen. Sin embargo, la verdad es que así, quietecitos, parecen incluso de broma.

Después, damos la vuelta a la charca donde asoman otra media docena de animales. Algunos tomando el escaso sol, impasibles ante nuestra presencia, pero con una amenazante gran boca abierta, y otros que tras unos breves metros, regresan a la gran piscina.


Junto a la charca hay un par de tiendecitas de recuerdos, pero la verdad es que los vendedores no son nada insistentes. Ni aquí, en Gambia, ni luego en Senegal lo serán.

Nuestra visita a la charca de cocodrilos de Kachikally, en Bakau, no se alarga más allá de los 40-45 minutos. Tiempo suficiente para conocer el pequeño pero instructivo museo y la famosa piscina de cocodrilos sagrados.

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