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MUSEO OLÍMPICO DE LAUSANA, SUIZA. Un museo imprescindible para los mitómanos del deporte.

El Museo Olímpico de Lausana no debe de ser una de las visitas imprescindibles de Suiza, un país que tiene en su excelsa naturaleza su reclamo más importante. Sin embargo, no queremos dejar de visitarlo, pues el deporte en general y los Juegos Olímpicos en particular nos apasionan y como somos bastante mitómanos, somos conscientes de que el Museo Olímpico de Lausana no nos dejará indiferentes.

La ciudad de Lausana se encuentra a la orilla del lago Leman y a unos 100 kilómetros de Berna, la capital de Suiza, donde hemos centralizado la primera parte del viaje por tierras helvéticas. Lausana es la capital del cantón de Vaud y una ciudad media que se acerca a los ciento cincuenta mil habitantes. Desgraciadamente, nuestro programa es más bien apretado, de modo que no visitaremos la ciudad sino que aparcamos el coche justo en frente del Museo Olímpico, para disfrutar de su visita. Luego, haremos camino hacia el castillo de Chillon, que se encuentra también a la orilla del lago Leman, a unos cuarenta kilómetros en dirección este.

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VISITA AL MUSEO OLÍMPICO DE LAUSANA

En el Museo Olímpico de Lausana nos encontramos con una preciosa exhibición que nos mostrará la historia de los Juegos Olímpicos desde la edad antigua, cuando se empezaron a disputar en la antigua Grecia, hasta la edad moderna, momento en el que el barón Pierre de Coubertin los restauró.

Coubertin era un pedagogo, hijo de militar, con una enorme sensibilidad para la enseñanza y convencido de la importancia de integrar la práctica del deporte dentro de los programas de enseñanza escolar. En este sentido, viajó por todo el mundo con el fin de promulgar su idea de la gran importancia que tiene el deporte para el desarrollo humano. Todo ello, acabó por germinar en la celebración de unos campeonatos deportivos, donde deportistas de todo el mundo convivirían y competirían con la idea de disfrutar del deporte, por encima de dar importancia a la victoria en sí misma. La idea, sin embargo, costó de llevar a cabo.

Actualmente, 120 años más tarde, y con los Juegos Olímpicos convertidos en el mayor espectáculo del mundo (y uno de los más mercantilizados) cuesta creer que potencias como Inglaterra o Alemania quisieran boicotear la primera edición de aquellos Juegos Olímpicos. Finalmente, y a pesar de las múltiples reticencias, en 1886 se celebraron en Atenas los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna.

Fue el español Juan Antonio Samaranch, que en aquellos momentos era el presidente del Comité Olímpico Internacional quien tuvo la idea de construir un museo que glorificara los Juegos Olímpicos y los ideales que el deporte amateur promulga. El museo es una obra del mexicano Pedro Ramírez Vázquez y se inaugura en 1993 en la ciudad de Lausana, sede del Comité Olímpico Internacional.

El Museo Olímpico de Lausana nos entusiasma, como no puede ser de otra manera para alguien al que le gustan casi todos los deportes. este museo es una auténtica joya para los que son enamorados del deporte. En primer lugar hay un repaso de la historia de los Juegos Olímpicos tanto en la época helénica como la era moderna, con especial relevancia a la figura del barón Pierre de Coubertin, que como decía, fue quien reinstauró los Juegos en la era moderna. En este momento no podemos si no recordar la posibilidad que tuvimos de visitar Olimpia, la ciudad del Peloponeso donde se celebraron los Juegos Olímpicos durante tantos siglos.

Después encontramos una galería con todas las antorchas que se han utilizado en los diferentes Juegos Olímpicos. Es muy interesante ver la progresión en los diseños, desde los más clásicos hasta los más futuristas. Esto nos hace recordar la posibilidad que tuve en el año 1992 de tener la Antorcha de los Juegos Olímpico de Barcelona en mis manos y la ilusión que eso me provocó.

Luego, pasamos a una enorme sala donde encontramos una serie de recuerdos de las diversas olimpiadas. Nos detenemos especialmente en el apartado de los Juegos de Barcelona, donde encontramos, por ejemplo, la flecha con la que el arquero Rebollo encendió el pebetero olímpico. También hay apartados para la Solidaridad Olímpica o varios audiovisuales que glorifican el espíritu olímpico.

Pero para cualquier amante del deporte y mitómano, la parte más espectacular es el piso de arriba donde encontramos un montón de recuerdos (sobre todo ropa y zapatillas, pero también jabalinas, pértigas, pesos, halteras, bobsleigh, esquís o pastillas de curling), de algunos de los deportistas más prestigiosos de la Historia Olímpica. De los muchos recuerdo que encontramos nos quedamos especialmente con dos: las zapatillas que Carl Lewis utilizó en Los Ángeles 84, y una valla que utilizó Kevin Young en los Juegos de Barcelona el día que ganó los 400 metros vallas y batió el récord del mundo. Ese día, mi padre y yo, estábamos en el estadio, y pudimos disfrutar del que fue el único récord del mundo entre las carreras individuales que se batió en el estadio durante aquellos Juegos Olímpicos.

Estamos un poco más de una hora disfrutando del Museo Olímpico de Lausana, una visita sencilla, apartada de los parajes espectaculares de Suiza, pero que ningún amante del deporte debería perderse al visitar el país.




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