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MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE L’ESTANY. El esplendor del románico catalán en el Moianés.

El Monasterio de Santa María de l’Estany, en la comarca catalana del Moianés, es uno de los mejores ejemplos del románico catalán.

Hace ya más de 900 años que en este lugar se estableció una primitiva comunidad procedente de Vic, adscrita a la Regla de San Agustín. Aquel primitivo cenobio, que echó sus primeras raíces en la lejana fecha de 1080, progresó con relativa rapidez gracias a que fue dotado, desde casi un primer momento, con numerosas posesiones que se extendían por todo el territorio catalán, además de recibir un buen número de legados. Asimismo, Santa María de l’Estany creó varias filiales de manera que su importancia e influencia se extendió con rapidez.


En este contexto, las primitivas dependencias monacales debieron ser ampliadas desde principios de siglo XII, a la par que se construyó una nueva iglesia que fue consagrada en la temprana fecha de 1133.

El Monasterio de Santa María de l’Estany adquirió la categoría de Abadía y la comunidad creció hasta albergar a un par de docenas de monjes durante los siglos siguientes. Sin embargo y debido a una negligente política expansionista al intentar adquirir el propio término de Oló donde se ubicaba el monasterio, el cenobio entró en decadencia a finales del siglo XIV hasta el punto de ser destruido en 1395.

Aunque la comunidad monástica regresó años más tarde a Santa María de l’Estany, la importancia del monasterio ya nunca volvió a ser la misma, siendo finalmente secularizado en 1592.

El legado artístico del Monasterio de Santa María de l’Estany es, sin embargo, enorme. Forma parte de esta docena de monumentos románicos imprescindibles de Catalunya, enorme orgullo del territorio. Se trata, además, del atractivo turístico más importante del Moianés, la comarca más joven de Catalunya, pues fue creada en 2015.

LA IGLESIA DE SANTA MARIA DE L’ESTANY.

Antes de visitar el claustro, verdadera joya del románico catalán, merece la pena echar un vistazo a la iglesia del conjunto. Hablamos de un templo consagrado en 1133, diseñado en el estilo románico imperante en el siglo XII, aunque ha sufrido varias remodelaciones posteriores.

Se trata de una iglesia con planta de cruz latina y cerrada con vuelta de medio punto que se sustenta gracias a la ayuda de tres arcos torales y con un campanario que se alza en la intersección entre el transepto y la nave. Un ábside cierra la nave por el oeste, mientras sendas absidiolas se abren desde cada uno de los lados del transepto.

La fachada principal es muy sencilla con una puerta en arco sobre dovelas y una ventana en forma de óculo como únicas ornamentaciones. Más interesante es la fachada posterior, la oriental, con los tres ábsides, una ventana decorada con sendas columnas que sustentan una arquivolta en cada una de ellas y distintas ornamentaciones de tipo ajedrezado y que recuerdan a algunos de los monumentos que hemos conocido en Jaca. La decoración de estas tres ventanas se repite, por cierto, en el interior de la iglesia.


EL CLAUSTRO DEL MONASTERIO DEL MONASTERIO DE SANTA MARIA DE L’ESTANY.

El claustro del Monasterio de Santa María de l’Estany supone la verdadera joya del cenobio así como uno de los momentos culminantes del arte románico catalán. El claustro se empieza a construir a mediados del siglo XII por su galería norte que es la que da a la iglesia. Cada una de las 4 alas está formada por 9 columnas gemelas que sustentan 10 arcos de medio punto en cada costado.

Las columnas, de liso fuste, se disponen sobre bases decoradas de distintas formas y sustentan los riquísimos capiteles troncopiramidales ornamentados de forma exquisita.

El programa iconográfico está desarrollado con un virtuosismo que ralla lo sublime. Sin dificultad alguna distinguimos algunos de los pasajes más conocidos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Entre los más bellos capiteles destacan los que representan la Creación de Adán y Eva, el Pecado Original, la Natividad, la Adoración de los Reyes Magos o las Bodas de Caná. No menos excepcionales resultan el Baptismo de Jesús, la Huida a Egipto, la Entrada de Jesús a Jerusalén, la Santa Cena o el Calvario. La verdad es que el extensísimo programa iconográfico nos has recordado mucho al que hemos tenido la oportunidad de conocer recientemente en aragonés Monasterio de San Juan de la Peña, otra de las obras más importantes del románico de la Península Ibérica.



No menos espectacular resulta el ala este del claustro, con profusión de escenas profanas aunque también encontremos algunos motivos religiosos y bastantes de geométricos y florales. Célebre es el capitel que representa a una mujer que se está peinando u otro con una escena donde un buey toca un instrumento.

Quizá algo menos interesantes resultan las alas oeste y sud. Esta fue la última en ser desarrollada, a finales del siglo XIII e inicios del XIV. Motivos geométricos y vegetales, pero también heráldicos y un curioso bestiario es lo que predominan en estos dos pasillos.

La verdad es que el claustro del Monasterio de Santa María de l’Estany es uno de los más bellos que hemos tenido la oportunidad de visitar y lo que justifica, por sí solo, la visita de este cenobio.

DORMIR EN UNA YURTA CERCA DEL MONASTERIO DE SANTA MARIA DE L’ESTANY.

Cuando estuvimos indagando acerca de las posibilidades de alojamiento en el Moianés, la comarca donde se ubica Santa María de l’Estany, nos dimos cuenta de la existencia de un lugar verdaderamente original. Se trata, ni más ni menos, que una yurta, la típica vivienda nómada de las estepas kazajas o de Mongolia.

Esta yurta se ubica en los terrenos de una pequeña explotación vinícola, llamada Vinos Colltor, llevada con sumo mimo por una pareja de británicos afincados en nuestro país hace ya algunas décadas. Además de producir unas 8000 botellas al año, Mark y su esposa regentan este pequeño negocio de hostelería que consta de una masía donde alquilan habitaciones en régimen de Bed and breakfast y esta preciosa yurta que parece sacada de la estepa mongola pero que se ubica en la comarca catalana del Moianés.

No faltan detalles en esta bonita tienda circular que supone un espacio francamente confortable a la vez que original. A nosotros nos acomodaron en dos camas, una de matrimonio y otra para Marc. Sin embargo, hasta 6 personas pueden ser ubicadas en esta yurta. En el espacio interior se dispone además una mesa, así como un baúl repleto de juegos infantiles.



Los lavabos, con ducha incluida, se disponen en un espacio de madera adyacente. También en el patio que rodea la yurta se localiza una barbacoa de la que pueden hacer uso los huéspedes. Nosotros optamos por bajar al pueblo y comprar el riquísimo queso y embutido que se produce en estas tierras de la Cataluña Central.

Aunque la yurta dispone de una pequeña piscina particular se puede hacer uso de la existente en la propia masía, bastante más grande y agradable y que no dista más de 50 metros de la yurta.

La verdad es que dormir en esta iurta de Vinos Colltor fue una experiencia fenomenal y que recomendamos. Tanto Marc como nosotros salimos encantados y no nos importaría repetir en otra ocasión.



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