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Un día a bordo de un Crucero. Qué hacer en los días de navegación.

En 2016 tuvimos la oportunidad de realizar nuestro primer crucero. Para ello, aprovechamos que queríamos visitar Panamá, donde reside uno de nuestros mejores amigos desde la infancia, para tomar uno de los cruceros que visitan varias islas caribeñas partiendo desde el puerto panameño de Colón.

¡Un crucero por el caribe! Bueno, en realidad esto que hace 40 años hubiera parecido tan exclusivo, actualmente ya no lo es tanto, puesto que los precios parten desde los 400 euros + TASAS para una semana de recorrido.

Nuestro crucero, de Pullmantur, visitó las islas de Curaçao y Aruba y las ciudades de Cartagena de Indias y Caracas. Sin embargo, había algo que nos tenía algo preocupados antes de iniciar el crucero. Se trataba de la existencia de dos días enteros de navegación.

¿Qué haríamos durante dos días metidos dentro de un barco (uno a la ida y otro, al regresar)? ¿Cómo rellenaríamos más de 12 horas enteras? ¿Habría suficientes actividades como para no aburrirnos?

Bueno, pues la respuesta es que sí. E incluso diría más: acostumbrados a nuestro ritmo de viaje, donde solo en escasas ocasiones disponemos de un hotel con piscina o de tiempo suficiente como para tomarnos una cóctel sin tener que pensar en la próxima visita, casi que agradecimos estos dos días dedicados al dolce far niente. O mejor dicho, a comer, beber, disfrutar de los espectáculos y la piscina o reírnos con los karaokes.

Estas son varias de las actividades que pudimos hacer durante nuestros dos días de navegación en este crucero al caribe.

Visitar las piscinas del barco. Esta es la actividad más obvia. Tanto Marc como yo somos de agua. Nos encanta bañarnos tanto en piscinas, como en pozas, manantiales o cataratas. Isa lo es bastante menos. Sin embargo, no solemos tener mucho tiempo para aprovechar las piscinas de los hoteles cuando las hay. Aquí no tuvimos este problema. Y además, gracias a que el crucero funciona con la modalidad Todo Incluido, pudimos bañarnos con una piña colada en la mano o con un refresco de multifrutas, en el caso de Marc.

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Bailar con el equipo de animación. No somos los más pachangueros de la blogosfera. Más bien podríamos decir que somos algo sosainos, incluso. Sin embargo, el grupo de animadores del crucero consigue que casi todos los cruceristas acabemos bailando al son de su ritmo, casi siempre alrededor de la piscina. De verdad que pasamos muchos ratos entretenidos con el grupo de animación.

Veladas en piano. Son varias las veladas de piano de las que se puede disfrutar en el crucero. A media tarde, en uno de los salones del mismo, en el Bar Fragata; y por la noche, en otra de las cubierta, en el último piso, en el Bar Panorama. Nuevamente, el régimen de Todo Incluido te permite disfrutar del pianista con un cappuccino o un bombón en la mano; o por la noche, con una caipirinha o un mojito. Ideal.

Karaoke. Como es habitual para nosotros en este tipo de ambientes, disfrutamos más oyendo a los demás practicar karaoke que actuando nosotros mismos. Sabemos de nuestras limitaciones y, además, tenemos bastante sentido del ridículo. Eso sí, nos maravillamos con el nivel interpretativo de algunos cruceristas. ¡Ojalá fuéramos así!

Hacer deporte. Así es. En los cruceros hay bastantes posibilidades de hacer deporte. Un buen rato lo pasamos en el gimnasio practicando con la bicicleta estática o con los distintos aparatos; otro rato, aprovechamos las pistas de baloncesto y las mesas de tenis de mesa; y otro rato, aprovechamos que en una de las cubiertas se ha dispuesta una pista continua de casi 400 metros para practicar algo de carrera continua, algo que Marc y yo solemos hacer en casi todos los viajes. Y en este crucero, con tanta comida y tanta bebida disponible durante el día entero, os aseguro que es más conveniente que nunca.

Guppy Club. Se trata de una zona de animación exclusiva. Por suerte, Marc no tiene dificultad alguna con las relaciones personales, de manera que a los cinco minutos de entrar en el club ya conocía y había hablado con todos. Las actividades se suceden en este club, incluidas algunas actuaciones de magia o de payasos. No había tarde-noche en que, tras regresar de la excursión diaria, Marc no quisiera pasarse un buen rato en el Guppy Club. Y la verdad es que nosotros también lo agradecimos, pues eran ratos donde pudimos disfrutar de las actividades para mayores.

Casino del Mar. Uno de los clásicos de todos los cruceros. En la cubierta 11 se localiza el que es conocido como Casino del Mar. Conste que no estamos nada habituados a visitar casinos y que, para buena parte de los juegos, nos tuvieron que enseñar las reglas. También que nos pusimos un tope de gasto (muy bajo, os lo aseguro), porque tampoco se trataba de intentar conseguir una gran fortuna sino de entretenernos un rato. Pero bueno, tras pasar casi una horita en el casino, podemos decir que salimos a lo comido por lo servido. Es decir, no nos podemos quejar en absoluto, teniendo en cuenta que somos novatos.

Espectáculos nocturnos. Se programan en el teatro del barco, llamado Salón Broadway, y es el plato estrella de la animación del crucero. Y no solo en los dos días de navegación, puesto que cada noche, tras la cena, nos aguardaba un excelente montaje teatral. Vaya por delante que no hemos realizado cruceros de mayor lujo, pero la verdad es que lo que pudimos ver en este crucero nos gustó mucho. Especialmente las noches temáticas dedicadas a los musicales o al cine.

La Discoteca. El día de navegación (y en realidad todos ellos) termina en la discoteca del barco, que recibe el nombre de Cyan Disco. Normalmente, la sesión empieza tras el espectáculo del Salón Broadway. No alargamos mucho las veladas, pero disfrutamos de un ratito más de ocio con música de toda la vida y de nuevo con unas calorías en forma de cervecita en la mano.


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Probablemente me deje bastantes actividades más, pues ya os digo que no hay tiempo para aburrirse en un crucero. Incluso había bastantes cruceristas que nos comentaban que ellos ya habían hecho varios y que en muchas de las escalas ni tan siquiera bajaban del buque por ser aquel el momento donde mejor podían disfrutar del crucero, con escasos pasajeros a bordo. En fin, que cada loco con su tema y que cada cual disfrute de las vacaciones (y de los cruceros) como mejor le convenga.

Lo que sí que os puedo asegurar es que si realizáis un crucero que incluya algún día de navegación no hace falta de que temáis por si os vais aburrir durante aquella jormada. Tras este último día, regresamos a Panamá para disfrutar de un último día en la ciudad. En este caso, para recorrer Panamá City.

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