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Pollensa, el tesoro de la Serra de Tramuntana

Qué ver en Pollensa

Un viaje a la isla de Mallorca no sería lo mismo sin visitar la Serra de Tramuntana. La tremenda belleza paisajística que atesora, así como la riqueza cultura de la que hace gala, dio lugar a que este paraje fuera incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.

Aunque ello pudiera hacer pensar que esta nominación acontecida en 2011 daría lugar a la llega de riadas de turistas, lo cierto es que la Serra de Tramuntana permanece algo alejada de los más importantes núcleos turísticos de la isla.

Al menos fuera de temporada alta (es decir, más allá de septiembre y hasta bien entrado junio) es posible realizar una ruta por algunos de los más bellos pueblos de la Serra de Tramuntana sin cruzarse con apenas turistas.

Eso sí, dada la escasea de transporte público no os quedará más remedio que alquilar un auto para recorrer la sierra y sus pueblecitos a vuestro ritmo (aquí podéis leer acerca del alquiler de coches en Mallorca con ROIG).

En este artículo os hablaré del que para nosotros es uno de los más bellos pueblos de la Serra de Tramuntana. Me refiero a Pollensa, aunque sé que para gustos los colores y habrá quien prefiera Sóller (al que también se puede llegar en el centenario Tren de Sóller)  o Valldemossa. Todos, desde luego, merecen la pena.

QUÉ VER EN POLLENSA

Llegamos a Pollensa después  de visitar algunos de los mejores miradores de Mallorca. Concretamente, después de acceder a la Talaia d’Albercutx y el mirador de Es Colomer, donde la imagen de la Serra de Tramuntana hundiéndose en el mar, en el extremo nororiental de la isla, quedará prendida en la memoria durante una larga temporada.

El núcleo histórico de Pollensa es pequeño y amable de recorrer. Podríamos decir que está centrado en la Plaça Major (o Plaza Mayor) donde se alza la iglesia de Santa Maria dels Àngels. Se trata de un templo de 1236 que apenas cuatro años después de construirse fue cedido por Jaume I a los Caballeros Templarios.

En cierta manera, la población de Pollença creció alrededor de esta iglesia, que por cierto dispone de un bonito interior barroco, pues fue remodelada unos siglos más tarde. Eran ya tiempos en que la Orden de los Hospitalarios había accedido al control de Santa María, después de que el Temple fuera disuelta en 1312.

Es esta Plaza Mayor de Pollensa, un buen lugar donde hace un alto en el camino, pues encontramos aquí varias terrazas. Además, la plaza se convierte los domingos en la sede de un mercado dominical, aunque para ser testigos del mismo,  tendremos que regresar en otra ocasión.

Tras visitar la plaza y la iglesia nos disponemos a buscar el que es uno de los lugares imprescindibles que ver en Pollensa y desde el que se tienen unas estupendas vistas de la ciudad alta.

Me refiero al Calvario, lugar que se sitúa en lo alto de una colina a la que se accede después de superar la friolera de 365 escalones. Debemos, por lo tanto, tomárnoslo con calma, mientras disfrutamos de las vistas que van adivinándose y de las bonitas viviendas que se construyeron, hace ya mucho tiempo, a ambos largos de esta icónica escalinata de piedra.

En lo alto del Calvario se alza un oratorio que no es otra cosa que el punto final de un Calvario que nosotros haremos de bajada.  Las cruces de cada una de las estaciones las encontramos en la calle conocida como Carrer sense nom (la calle sin nombre), que es asfaltada. Tardamos apenas unos minutos en regresar al centro histórico.

Se trata, al fin, de un paseo sin más idea que disfrutar de cada rincón. Al fin y al cabo, los dos principales museos permanecen cerrados durante esta época de pocas visitas. Me refiero a la Casa Museo Dionis Bennassar, que repasa la obra de este pintor nacido en la población, y al Museu de Pollensa.

Este último, está situado en el que fue el antiguo convento de los dominicos. Sus fondos van desde la pintura a un recorrido arqueológico. Quedará para otra ocasión.

Antes de dejar el pueblo y seguir nuestra ruta por la Serra de Tramuntana, tenemos una última cita en el que es conocido como Pont Romà (puente romano) de Pollença. Como tantos puentes romanos de la geografía española, tampoco el de Pollença es romano, si no medieval.

Formado por dos arcos irregulares, el Pont Romà de Pollença cruza el conocido como Torrente de Sant Jordi, que probablemente haya conocido mejores días porque la verdad es que en esta época del año baja completamente seco.

Aunque el origen del puente es incierto, la mayoría de historiadores optan por considerar que se trataría de una obra medieval, probablemente alzada ya en tiempos cristianos. Es decir, tras la Conquista de Mallorca por parte de Jaume I.

Anochece pronto, de manera que es tiempo de recogernos en el coqueto Hotel l’Hostal. Se trata de un lugar histórico, con seis únicas habitaciones y muy buenos precios fuera de la temporada estival.

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