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Ópera Garnier de París

Visitar la Ópera Garnier

Visitar la Ópera Garnier de París era uno de nuestros objetivos del viaje de verano que nos permitía regresar a la Ciudad de Luz tras algunos años sin pisarla.

Aunque era la quinta o sexta ocasión en que viajábamos a París, nunca habíamos llegado a visitar la Ópera Garnier, de manera que en esta ocasión compramos las entradas de forma anticipada para asegurarnos la visita (imprescindible en verano, Semana santa o puentes).

No es de extrañar que la Ópera Garnier sea conocida también con el nombre de Palais Garnier. Es decir, Palacio Garnier. Os aseguro que al visitar la Ópera Garnier uno tiene la impresión de estar recorriendo algunas de las estancias del mismísimo Palacio de Versalles. Espectacular.

Aunque, en nuestro caso, hemos necesitado varios viajes a París antes de visitar la Ópera Garnier, la hemos incluido en este artículo sobre los 25 lugares que ver en París en una primera visita a la ciudad.

QUÉ ES LA ÓPERA GARNIER

La Ópera Garnier es uno de la de las dos sedes de la Ópera de París, una de las instituciones musicales más antiguas de Europa, sucesora directa de la Académie royale de musique fundada por Luis XIV en 1669.

Además de la Ópera Garnier, la segunda sede la Ópera de París es la Ópera de la Bastilla, que es mucho más moderna, pues fue inaugurada en 1989, coincidiendo con la celebración del bicentenario de la Revolución Francesa.

La Ópera Garnier lleva el nombre del arquitecto que la diseñó. Charles Garnier ganó el concurso público, que se celebró en el seno de las transformaciones urbanísticas llevadas a término durante la época de Napoleón III.

Según parece, Napoleón III mandó edificar un nuevo teatro de la ópera en un lugar más céntrico y despejado, después de sufrir un atentado en 1858 en Rue Le Peletier, donde se alzaba la Ópera Le Peletier.

Cuando Garnier ganó el concurso para diseñar la nueva ópera, lo cierto es que era un joven arquitecto con ningún gran proyecto a sus espaldas.

De hecho, fue una gran sorpresa que el jurado se decantara por Garnier. Y lo cierto es que las obras avanzaron muy lentamente por problemas presupuestarios hasta que en 1873 la Ópera Le Peletier fue pasto de las llamas. En ese momento, las dotaciones presupuestarias se multiplicaron, pues París se había quedado sin su ópera principal, de manera que en apenas dos años pudo inaugurarse la que ahora se conoce como Ópera Garnier de París.

El estilo de la nueva Ópera Garnier de París ha sido definido a medio camino entre el historicismo y la arquitectura ecléctica. A veces se habla de Estilo Segundo Imperio o Estilo Napoleón III. Parte del Palacio del Louvre o el Palacio del Eliseo estarían incluidos en este estilo que nació durante el reinado de Napoléon III y que tiene el lujo y el gusto por el fasto, por banderas.

LA VISITA A LA ÓPERA GARNIER DE PARÍS

Antes de entrar a la Ópera Garnier de París nos situamos frente a su fachada principal, situada en la Plaza de la Ópera.

Una fachada principal dispuesta básicamente en dos cuerpos. En el inferior se abren siete arcos de entrada entre los que se sitúan varios grupos escultóricos, mientras que el cuerpo superior es ornamentado por un conjunto de columnas festoneadas y de orden corintio que enmarcan la logia.

En esta logia encontramos los bustos de varios compositores, incluidos Beethoven, Mozart y Rossini. De este último, por cierto, visitamos su tumba en el Cementerio de Pere Lachaise.

Los cuatro grupos escultóricos principales representan la poesía, la música instrumental, la danza y el drama lírico.

La Armonía y la Poesía son los dos grupos escultóricos dorados que coronan la parte alta de la fachada principal (la sur), mientras que el conjunto formado por Apolo coronando con la Poesía y la Música, de Aimé Millet, culmina la cúpula central, recubierta de cobre al que el óxido le ha dado un tinte verdoso.

EL VESTÍBULO Y LA GRAN ROTONDA DE LOS ABONADOS

Después de subir por la escalera de acceso, llegamos al vestíbulo de la Ópera Garnier. Se trata de un espacio elegante que se cierra con bóveda de cañón y que está decorado con cuatro esculturas que representan a grandes compositores como Rameau, Lully, Cluck y Haendel .

Desde aquí se accede a un segundo vestíbulo y después a un primer espacio ciertamente bello: la Rotonda de los Abonados. En el medallón de la cúpula está escrito el nombre del arquitecto: Charles Garnier.

Este lugar, formado por un conjunto de columnas  que sostienen una bóveda rebajada nos recordó mucho al del Ateneo Romano, la sala de conciertos más interesante que ver en Bucarest.

LA GRAN ESCALINATA DE LA ÓPERA GARNIER

Desde la Rotonda de los Abonados subimos una breve escalera que nos deja a los pies de la Gran Escalinata, que parece más propia de un gran palacio real que de un teatro.

A los pies de la escalinata encontramos la bonita estatua de la Pitia, oráculo del templo de Apolo, en un estanque, así como varias cariátides de mármol policromado.

La escalinata de mármol blanco da lugar a un enorme espacio distributivo (se abrirá a auditorio, salones y vestíbulos), con grandes columnas que sostienen una arcada, así como una galería que se sigue de un enorme techo con preciosas pinturas (sobre lienzo montado) y una gran claraboya o dosel. Un espacio fantástico.

Nos queda claro que tras el incendio del teatro Le Peletier, no se escatimó en gastos para un conjunto ornamental y decorativo que parece propio de un gran palacio.  La balaustrada de la escalinata, por ejemplo, es de ónix, con base de mármol verde de Suecia y con balaustres de mármol rojo envejecido.

EL GRAND FOYER DE LA ÓPERA GARNIER DE PARÍS

Más espectacular, si cabe, es el siguiente lugar que conocemos al visitar la Ópera Garnier de París. Me refiero al Grand Foyer, que es el lugar donde los espectadores Se encuentran antes de la función o durante el entreacto.

Grandes columnas corintias, enormes espejos de seis metros de altura, un festival de pinturas y enormes lámparas pendiendo del techo es lo que caracteriza este conjunto de dorados que nada desentonaría en el Palacio de Versalles.

De hecho, la decoración del Grand Foyer de la Ópera Garnier se inspira en el salón de los espejos versallesco y en las grandes galerías del Castillo de Fontainebleau.

Desde luego, no faltan las estatuas (hasta 20) y especialmente, el conjunto pictórico que ornamental el techo abovedado, obra maestra de Paul Baudry, que representa la historia de la música, la comedia y la tragedia.

Comentar que el gran vestíbulo se abre a una logia exterior, que es la que vemos en la fachada principal de la Ópera.

LAS DEMÁS SALAS NOBLES

Además del Grand Foyer, que es la estancia más espectacular que hay de recorrer al visitar la Ópera Garnier, merece la pena comentar que no es este el único lugar deslumbrante. Lo es también, por ejemplo, el avant-Foyer, con sus mosaicos o los adyacentes salones Luna y Sol.

EL TEATRO DE LA ÓPERA GARNIER Y LA CÚPULA DE CHAGALL

Finalmente, llega otro de los momentos destacados de visitar la Ópera Garnier de París. El auditorio o teatro.

Tiene forma de herradura, como es habitual en los teatros de la ópera, con cuatro pisos de balcones o palcos. Aquí también dominan los dorados, así como los rojos de las telas. La platea se dispone en cinco niveles. En total, la Ópera Garnier puede acomodar a casi 2000 espectadores.

A veinte metros de altura, el teatro se cierra por una enorme cúpula, que fue pintada por Marc Chagall, el famoso pintor ruso y francés de origen judío.

De hecho, la pintura de Chagall oculta la pintura original, que era obra de Jules-Eugène Lenepveu. El decorado de Chagall se montó por encima del de Lenepveu en 1964.

La pintura del ruso evoca momentos representativos de la historia de la ópera y la danza, incluyendo Fidelio, La Traviata, Carmen o La flauta mágica.

La verdad es que visitar la Ópera Garnier de París supuso uno de los mejores momentos de nuestro último viaje a la capital francesa. Un lugar de pura fantasía que merece ser incluido entre los monumentos imprescindibles que visitar en París.

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