La visita a Brunéi ha supuesto la última de las etapas de nuestro viaje a Brunéi, Vietnam y Laos, que nos ha llevado a conocer también parte de Vietnam y Camboya.
Brunéi es un pequeño y rico estado localizado al norte de la isla de Borneo, y encajonado entre dos estados malayos: Sabah y Sarawak.
Curiosamente, por si algo es conocido Brunéi es por las excentricidades de su jefe de estado, el Sultan de Brunéi, que pasa por ser, ni más ni menos, que el monarca más rico del mundo, gracias a las ingentes reservas de gas y petróleo de las que dispone el pequeño estado. Un sultanato, por cierto, cuyo origen se remonta a más allá de cinco siglos y que tuvo épocas francamente doradas en cuanto a expansión territorial, pues llegó a controlar buena parte del norte de Borneo.
Sin embargo, el actual sultán de Brunéi, el vigésimo noveno de esta dinastía, ha visto como la riqueza del pequeño estado, y en particular, la suya propia, ha aumentado en las últimas décadas de manera exponencial gracias a las grandes bolsas de petróleo de las que dispone. El oro negro fue descubierto en Brunéi a finales de los años 20 del siglo XX, cuando el estado no era más que un protectorado británico y había perdido gran parte de su territorio en favor de Malasia. Sin embargo, el sultán reinante en aquél momento prefirió seguir bajo el paragua británico a su disolución dentro de la confederación malaya. No fue hasta 1984, y bajo mandato del actual sultán, Hassanal Bolkiah, cuando Brunéi se independiza por completo de Gran Bretaña.
Por otra parte, y según parece, el Sultán de Brunéi goza de una aceptable popularidad entre la población del pequeño estado basada, especialmente, en una política de magnánimas subvenciones que permiten a sus ciudadanos gozar de un sueldo vitalicio durante toda la vida (según nos explicaron algunos de los bruneanos que tuvimos la oportunidad de conocer) así como una cobertura sanitaria y educacional gratuita y de calidad. Todo ello conlleva a que Brunéi sea uno de los cinco países con mayor renta per cápita en el mundo entero y que presente el mayor de los índices de desarrollo humano dentro del continente asiático.
Sin embargo, si alguien piensa encontrar en Brunéi los desfases urbanísticos o un alarde de derroche económico comparable al que se puede observar en algunos países del Golfo Pérsico (y particularmente en los Emiratos Árabes Unidos) está muy equivocado. En Brunéi no va a ser nada fácil encontrarse con coches deportivos de alta gama, los rascacielos brillan por su ausencia, y los centros comerciales no llaman especialmente la atención.
Lo que sí llama la atención es la conducción de los bruneanos, acostumbrados a la temeraria conducción habitual en la mayoría de países asiáticos, al concierto de bocinazos y a la mera recomendación que supone cualquier señal de tráfico o semáforo. Sin embargo, las costumbres en Brunéi en cuanto al tráfico son equivalentes a las de cualquier país occidental. Un auténtico descanso para el viajero, que solo tiene que buscar un semáforo o un paso de peatones para poder pasar sin temor a ser arrollado.
Dos días han sido suficientes para visitar Brunéi y, en concreto, la capital y ciudad principal del estado, Bandar Seri Begawan. Pese a ello, el segundo día hicimos una pequeña excursión a Temburong, una adormecida ciudad en la zona de Temburong. Aunque nos hubiera gustado acercarnos hasta el Parque Nacional Temburgong, una auténtica selva virgen primigenia, no nos fue posible, entre otras cosas, por la nula facilidad que tienen los viajeros individuales para llegar a la zona.
QUE VER EN BRUNÉI.
MEZQUITA DE OMAR ALI SAIFUDDIEN
Sin duda, una de las más bonitas mezquitas construidas en el siglo XX en el mundo entero y que fue alzada en tiempos del Sultan Omar Ali Saifuddien, del que toma su nombre y que es el padre del sultán actualmente reinante. Las visitas se realizan en horarios limitados para los no musulmanes y se limita a poder entrar en una zona reducida de la sala de oraciones, de menos de 10 metros cuadrados, de la que no podremos salir.
El edificio se construyó en medio de una laguna artificial lo que da lugar a una bella imagen, con la mezquita reflejándose en el agua. Su construcción data de 1958 y tanto su blanquecina fachada, como sus cúpulas doradas o su alto minarete, que se alza hasta los 44 metros de altura, no pasan desapercibidos.
En el interior se hace evidente de que no se han escatimado recursos en cuanto a materiales de gran belleza, con preciosos mármoles, vidrieras, lámparas o alfombras. Sin embargo, el despilfarro no es, desde luego, tan elevado como el de la maravillosa mezquita de Abu Dhabi, la más bella de las mezquitas modernas, ni tan solo como el de la mezquita de Hassanal Bolkiah, la construida por el vigésimo noveno y actual sultán, que visitaremos más adelante.
En el momento de acudir a la mezquita debemos esperar a que termine la celebración de una boda. Cuando salen los invitados, podemos disfrutar de sus bellos vestidos. Nos llama la atención que todos los hombres llevan una especie de pareo, que debe ser algo así como un traje tradicional nacional para los días importantes. No hay ningún problema para hacer fotos a los asistentes, que posan para nosotros con orgullo.
Lamentablemente sí que está prohibida la fotografía dentro del templo.
MUSEO DE LOS REGALOS REALES.
A escasa distancia de la mezquita de Omar Ali Saifuddien se encuentra este estrambótico museo que es uno de los más queridos por el pueblo de Brunéi. En un curioso edificio culminado por una inmensa cúpula se encuentran resguardados parte de los regalos que la familia real, y en particular el actual Sultán, han ido recibiendo por parte de las delegaciones gubernamentales del mundo entero, y en particular, de otras casa reales.
Oro y plata dominan en tan ilustres regalos. Sin embargo, los hay también de más simples, como algunas telas de Vietnam, por ejemplo.
El museo honra también la figura del sultán, explicando parte de su vida, desde su niñez hasta su llegada al trono, pasando por sus años de formación académica y militar, en Gran Bretaña. Muchas fotografías ilustran la vida del monarca del que cuentan que es un gran aficionado al deporte. De hecho, el museo llega a explicar que es un gran deportista.
También se encuentra en el Museo de los Regalos Reales de Brunéi, todo el mobiliario utilizado el día de la coronación del sultán, con trono incluido y con una enorme carroza dorada con la que el sultán fue paseado por la capital, con el fin de que fuera vitoreado por los lugareños.
El museo resulta, cuando menos, curioso. Por cierto, para entrar al recinto debemos descalzarnos (además de dejar bolsos y cámaras fotográficas en unas taquillas habilitadas a tal menester). En algunos tramos, el museo está enmoquetado, pero en otros, no se hace nada agradable pasear descalzo por el museo, por lo que os recomiendo que si acudís al museo llevéis calcetines. La visita es gratuita.
KAMPUNG AYER
Quizá sea Kampung Ayer uno de los sitios más interesantes que ver en Brunéi. Se trata de un vasto barrio que se abre más allá de la mezquita Omar Ali Salfuddien, en la otra orilla del río Sungai Brunéi.
La peculiaridad del barrio (en realidad, podríamos hablar de barrios en plural) es que la práctica totalidad de las viviendas del mismo se encuentran construidas sobre pilotes de madera (algunos ya de cemento), no situados sobre tierra firme, si no sobre el propio río. Se trata ni más ni menos que de una treintena de barrios o poblados, aunque a modo genérico reciben el nombre de Kampung Ayer, que no quiere decir otra cosa que “poblado sobre el agua”.
Nos acercamos primero a uno de los barrios que quedan justo por delante de la Gran Mezquita y al que se puede acceder gracias a una destartalada pasarela de madera que sobrepasa el río. Se trata de un barrio eminentemente popular y, a menudo, habitado por inmigrantes ilegales, verdadera mano de obra barata del país.
Observamos con cierto estrépito que Brunéi no se ha librado de la plaga de la suciedad en forma de miles de bolsas de plástico arrojadas directamente al río. Como a menudo observamos en África y en otros lugares de Asia, y en menor medida, de Latinoamérica, el respeto al medio ambiente es nulo, al menos en este sentido. Ya en este viaje por el sudeste asiático, hemos podido lamentarnos de un Río Mekong cada vez más repleto de bolsas y envases de plástico y aquí en Brunéi, también lo hemos observado en la artificial laguna sobre la que se edificó la mezquita de Omar Ali Salfuddien. Un hecho sumamente lamentable al que las autoridades del país intentan poner remedio. En este sentido hemos podido ver los múltiples carteles donde se anuncia una multa de 1000 dólares de Brunéi para quien tire basura al suelo y de 3000 dólares y hasta tres meses de pena de cárcel, para los reincidentes. En vista de cómo están integrados en la sociedad este tipo de hábitos, tendrán que ampliarse las prisiones en breve.
Las pasarelas, en esta zona más humilde que visitamos en primera estancia, están francamente maltrechas, de manera que no es poco peligroso deambular sobre ellas. Las viviendas son más bien pequeñas y parece que no ofrezcan todas las comodidades que de Brunéi podría esperarse.
Sin embrago, tras volver a tierra firme y tras cruzar otra pasarela llegamos a una zona ciertamente mejor conservada, con viviendas bastante más holgadas, con antenas parabólicas en casi todas e incluso, con aire acondicionado en mucha de ellas.
En esta segunda zona encontramos también algunos pequeños comercios, así como varias escuelas, algunos centros de atención primaria, bomberos y mezquitas. Hasta una de ellas nos acercamos, ya situada ésta sobre tierra firme, al final del poblado o kampung en cuestión. Se trata de una bellísima y moderna mezquita de dos pisos que nos explican los lugareños que fue construida en 1988. A ella acuden, en masa los viernes, tanto hombre como mujeres, aunque según nos cuentan, las mujeres son relegadas al primer piso, en una zona ciertamente más humilde que la sala central de oración. Nos explican varios lugareños que enseguida acuden a nuestra presencia, que la vida en Brunéi es muy agradable y que están orgullosos del porvenir que les ofrece el sultán, así como de los logros conseguidos con éste.
Ciertamente, la sensación que da es que la política de subvenciones generalizadas ha dado sus frutos y la oposición interior es más bien escasa en esta dictadura. Probablemente, un nivel de vida superior al de sus vecinos tiene también su importancia en este aspecto.
Todo ello, tiene también sus sombras (muchas). En este sentido, no nos agrada demasiado observar como niñas no mayores de tres o cuatro años suelen vestir por estas latitudes con el habitual hábito islámico, ya sea en forma de pañuelo o de niqab, que en otros países musulmanes se reserva a las mujeres que han dejado atrás la pubertad.
Tampoco nos gusta el no poco fundamentalismo islámico excluyente y así como una lectura demasiado literal del Corán, hecho que se precipitó tras la independencia del sultanato. En este sentido, el país adopta a partir de principios de los años 90 del siglo XX una doctrina conocida como Melayu Islam Beraja, compendio de nacionalismo promalayo y fundamentalismo islámico, de estudio obligatorio para los ciudadanos del país. A partir de esta tendencia, el alcohol quedó prohibido (tanto para musulmanes como para quienes no lo son) y se promovió un código de vestimenta mucho más estricto que el existente durante la colonia británica. Pese a ello, hay que comentar que la burka está muy poco extendida en el país.
Una buena manera de recorrer otras zonas del Kampung Ayer es negociar un paseo con uno de los múltiples barqueros que acuden a nuestro encuentro. Negociamos un precio de 20 dólares de Brunéi para que nos dé un paseo de hora y media por los distintos poblados que se encuentran repartidos a los largo del Sungai Brunéi.
Con sorpresa descubrimos algunos barrios construidos sobre pilotes que son auténticas urbanizaciones de alto standing, con bellísimas viviendas unifamiliares, que esta vez no son para uso y disfrute de los inmigrantes, si no de las gentes más pudientes del país. Para llegar a estos kampung debe utilizarse, de forma inevitable, un medio de transporte acuático, de manera que cada una de ellas dispone de su embarcadero para la lancha familiar.
Con el barquero, surcamos el Sungai Brunéi, más allá del Kampung Ayer y más allá, también, del fabuloso Palacio del Sultan, del que podemos vislumbrar poco más que sus doradas cúpulas y que, según nos cuentan, es el mayor de los palacios reales del mundo entero. Uno de los objetivos del trayecto es el de encontrar alguna de las colonias de monos narigudos que por esta zona se han establecido. Encontramos únicamente una familia de tres o cuatro monos narigudos o prosbocis (divertidísimos, como ya pudimos comprobar en nuestra visita al Parque Nacional Bako de Malasia) así como un macaco solitario.
PARQUE TAMAN PERANGINAN TASEK
Cuando terminamos nuestro paseo en barca por el Kampung Ayer, y tras comer en el centro comercial Yayasan Complex, que queda enfrente de la mezquita de Omar Ali Saifuddien, es hora de tomar rumbo norte, por Jalan Sungai Kianggeh, para llegar, un par de quilómetros más adelante, a uno de los pulmones verdes de la ciudad, el cuidado parque Taman Perangian Tasek.
A la altura del Sungai Kianggeh, nos detenemos un momento en el colorido mercado de víveres localizado aquí y en el que aprovechamos para comprar un quilo de rambutanes, que utilizaremos como merienda y que serán, a buen seguro, los últimos que comeremos en bastante tiempo.
El Parque Taman Peranginan Tasek es, ciertamente, muy agradable para tomar un paseo. Encontramos a muchos lugareños haciendo jogging, toalla en mano, para secarse el sudor cada pocos metros. Brunéi es un país caluroso y esta zona de su capital, Bandar, especialmente húmeda. El Taman Peranginan Tasek tiene varios senderos de fácil recorrido y algunos más, para más aventureros, que permiten introducirse, de forma controlada, por el tupido bosque que tapiza la zona.
Escogemos algunos de los más fáciles senderos para acercarnos a una pequeña cascada, que resulta ser ciertamente decepcionante, pues en esta época del año baja con escaso caudal. Posteriormente, otro sendero nos acerca hasta una de las suaves colinas, donde se ha edificado una pequeña torre de observación desde la que se puede disfrutar de un bonito paisaje.
Una zona curiosa del parque es la habilitada como zona de reflexología. Miles de piedras dispuestas en el suelo sirven como pequeño circuito de reflexología. Marc e Isa se sacan los zapatos para hacer lo mismo que algunos lugareños, pero según parece, no es nada fácil andar por este lugar, y a los pocos metros acaban por abandonar el circuito.
MEZQUITA HASSANIL BOLKIAH
No poco cansados tras el recorrido realizado es hora de tomar dirección a otro de los monumentos que hay que ver en Brunéi. Se trata de la mayor de las mezquitas del país, y probablemente, de una de las más bonitas del mundo.
El actual Sultán, Hassanil Bolkiah, no dudó en superar a su padre en cuanto a magnificencia de la mezquita que lleva su nombre. La edificó en el barrio Gadong, al que llegamos tras un largo paseo de más de una hora.
Se trata, sin duda, de un templo magnífico, coronado por, ni más ni menos, que veintinueve cúpulas, entre las más pequeñas y las mayores, que hacen referencia a que el actual sultán es el número veintinueve de la dinastía actual.
Aquí, tampoco se escatimó en gastos. Los mejores mármoles italianos, extraordinarias lámparas fabricadas en Austria (la mayor, de 3.5 toneladas de peso), preciosas alfombras y un altar, realmente sin igual, que lamentablemente, no pudimos fotografiar, pues al igual que en la mezquita de Omar Ali, en esta tampoco se permite el uso de la cámara fotográfica.
También nos llama la atención en esta mezquita, la formidable zona habilitada para las abluciones, así como la existencia de dos salas de oraciones, una para hombres (para 3500 personas) y otra para mujeres (para 1000).
Los patios de la mezquita también están preciosamente concebidos, lástima que los elevados árboles dan lugar a que, a menudo, la mezquita quede un poco escondida detrás de los mismos. Sin duda, la mezquita Hassanil Bolkiah, con sus altivos minaretes y sus numerosas cúpulas, es la más excepcional de las visitas a Brunéi.
Y con esta visita termina nuestra ruta por la capital del país, Bandar Seri Begawan. Desde luego, no se trata de la ciudad más bonita del mundo, pero a nosotros sí que nos parece un enclave suficientemente interesante. Al fin y al cabo, hay suficientes monumentos que ver en Brunéi para dedicarle una o dos jornadas.
Comentarios:
28 comentarios en “Que ver en Brunéi en 2 días. Bandar Seri Begawan.”
Intenso pero no importa,nos encanta la adrenalina. Nos apoyaremos en private drivers,es lo sensato. No son caros. Los alojamientos ya los tengo ,bueno,bonito y barato. La comida es barata. A disfrutar!!. Es en Mayo.
Varios aviones claro.
Esa es la idea!. En Yogya la intencion es Borobudur y Prambanan. Nos recogen en el aeropuerto a las 10am y nos devuelven en la noche para volar a Surabaya . De alli hacemos la excursion al Bromo y una cascada. Luego volamos temprano a Denpasar,Bali. Haremos noches en Ubur. Deseame suerte!.Saludos y graciaaasssss.
De Taipei ya te contare. Por lo que hay veo,me gustara mucho,lo se. Asia me fascino en mi estreno hace 2 años y quiero repetir.
Taipei pinta muy bien,si!. Te contare!
Wow!!! Que buen viaje. A Taipei le tengo muchas ganas. Ya me contarás! Desde Yogya acércate a Borobudur.