Luang Prabang, la capital espiritual de Laos, aunque no la política, es quizá la ciudad más bonita de Asia. Además, en nuestro viaje por el sudeste asiático en este caluroso agosto, ha supuesto nuestra entrada a Laos, uno de los países más pobres del continente, pero que tiene varios motivos para ser visitado.Visitar la Cuevas Pak Ou desde Luang Prabang.
Luang Prabang es un oasis. Por más que lo hubiéramos leído, pensábamos que no sería cierto. I así es: pese a que el país hace ya 25 años que se abrió al turismo, pese a que los precios ya no son los de antaño (en realidad Laos es, para el viajero, más caro que Vietnam), pese a que es difícil encontrar un local en el centro histórico de Luang Prabang que no sea una guesthouse, un restaurante, una tienda de souvenirs o una agencia de viajes; pese a todo ello, Luang Prabang parece sumida en un adormecimiento y aletargamiento crónico, que a uno podría hacerle pensar que se encuentra en un lugar del mundo bien alejado a la siempre bulliciosa Asia.
>El aletargamiento llega a tal punto, que ni tan solo en el night market, las vendedoras se dirigen a los turistas para captar su atención, algo insólito en el sudeste asiático, donde el acoso al viajero suele ser la norma.
Pero, ¿qué ver en Luang Prabang en 1 día? La verdad es que no es fácil abstraerse de este adormecimiento crónico que sufre la bella ciudad laosiana, pero sin embargo, aunque es difícil hablar de monumentos imprescindibles de Luang Prabang, no son pocos los templos monumentos que ver en Luang Prabang y que uno se irá topando durante la jornada.
QUÉ VER EN LUANG PRABANG EN UN DIA
EL PALACIO REAL DE LUANG PRABANG Y EL WAT HO PHA BANG
Empezamos nuestra visita a Luang Prabang, población literalmente encajonada entre dos ríos (el Mekong y el Nam Khan) visitando el Palacio Real, que se encuentra en la calle principal de la ciudad (Sisavang Vong) y que ha sido convertido en Museo. Para visitarlo, no solo hay que pagar la entrada, si no que hay que vestir con decoro. Eso me lleva a ponerme unos pantalones largos pese a la enorme humedad y las altas temperaturas que sufrimos.
El edificio es bello, aunque desde luego no puede competir con el Palacio Real de Bangkok o el de Phnom Penh, por ejemplo. Laos es un país pobre y su Palacio Real está acorde a esta escasa riqueza. Sin embargo, esto no quita que este edificio bastante moderno (de 1904) sea suficientemente interesante. El Rey Sisavang Vong fue el destinatario del Palacio, que fue construido en una mezcla de estilo laosiano y francés de principios de siglo XX. Hay que tener en cuenta, que en el momento de su construcción, Laos se había convertido ya en colonia francesa.
En el Palacio podemos visitar gran parte de los salones destinados a uso privado de los monarcas, incluidos sus sencillas habitaciones y despachos. Además de fotos antiguas, podemos contemplar algunos objetos personales, entre las que destacada la corona del rey y de la reina y el trono real.
En el recinto del Palacio Real de Luang Prabang encontramos el bellísimo y contemporáneo templo llamado Wat Ho Pha Bang, construido en estilo laosiano, a modo de los más antiguos templos de la ciudad. En su interior se encuentra el venerado buda Pha Bang, de 83 centímetros de altura y del que no se permite tomar fotografías. Es quizá la más importante de las imágenes que se encuentran repartidos por los templos de Luang Prabang y el templo que lo cobija ha sido construido y decorado con esmero, como tan venerada figura merece.
LA COLINA PHU SI
Justo enfrente del Palacio Real salen las escaleras que ascienden a la colina Phu Si, de poco más de 100 metros de altura, pero desde la que se pueden contemplar unas bellísimas vistas de Luang Prabang, para darnos cuenta que la ciudad está literalmente encajada entre dos ríos: el Mekong y el Nam Khan.
Además, durante el ascenso (y luego descenso por la vertiente sur del Phu Si), visitamos algunos templos y estupas: como el sencillo y antiguo Wat Pha Huak, donde destaca su fachada de madera y sus murales del interiors, o el That Chomsi (una estupa de 24 metros de altura que corona la colina) o el Wat Tham Phu Si, un templo rupestre con alguna pequeñas cuevas y donde se encuentra, también, un precioso buda reclinado dorado.
El ascenso a la colina no es complicado si bien la altísima humedad y el sofocante calor aprietan. No está demás comprar algún botellín de agua para la ocasión, pues a los pocos metros de iniciar la subida estamos empapados por completo de sudor.
PASEO POR LOS TEMPLOS DE LUANG PRABANG
Una vez hemos descendido de la colina, seguimos por Phousi Rd, y posteriormente, doblamos por Phommathat Rd y Visounnnarath Rd. En este breve lapso, podemos visitar hasta tres templos. La verdad es que la ciudad está jalonada de ellos, y probablemente más adelante no nos detendremos tanto en ellos. Pero en estos momentos, la novedad nos llama y no hacemos si no entrar y husmear en cada uno de ellos.
Consecutivamente, pues, visitamos el Wat Aphay, Wat Aham (que fue en su día la residencia del patriarca laosiano) y Wat Visoun (que data de principios de siglo XVI y que es el templo más antiguo de Luang Prabang que permanece en activo). La verdad es que los templos están llenos de vida y es habitual encontrarse en ellos, a jóvenes monjes ya sea orando, jugando o haciendo labores varias. No suele haber ningún problema en acercarte a ellos, conversar si quieres y fotografiarse con ellos o a ellos.
Sabido es que la mayoría de laosianos pasan una temporada como monjes residentes en algunos de los templos de la ciudad, que actúan así como monasterios. En esta época, los laosianos aprenden sobre la vida de Buda así como sobre los principios budistas. La estancia puede ser de unas pocas semanas a un par de años. Pasado este tiempo, la mayoría de laosianos vuelven a la vida extramonacal y solo unos pocos seguirán como monjes. Según nos cuentan, la tradición permanece hoy en día, aunque no son pocas voces las que alertan que una excesiva influencia exterior puede hacerla peligrar.
El tiempo, aunque la ciudad siga adormecida, pasa rápido, de manera que tenemos hambre. Por casualidad pasamos un cruce que indicaba un restaurante del que habíamos leído y oído buenas críticas, de manera que no lo dudamos y nos dirigimos a Utopía. Resulta ser una buena elección. Un lugar relajante con sofás y almohadas dispuestas en el suelo, una decoración moderna pero no discordante con el entorno, buena música y comida muy rica a precio aceptable. Además, Marc se entretiene con el billar, de manera que sus padres podemos descansar un buen rato.
Con la barriga llena seguimos nuestra ruta por Luang Prabang, para visitar algunos templos que se encuentran al oeste del casco urbano, pero a pocos minutos de donde hemos almorzado. Luang Prabang es una ciudad a escala humana y los paseos entre los distintos puntos de interés son más bien cortos. La ciudad está plagada de templos, hecho que nos recuerda a la tailandesa Chiang Mai. Sin embargo, el ambiente general de Luang Prabang es otro. Sin duda se trata de una ciudad mucho más relajada que la tailandesa.
Visitamos primero el Wat Manolom, uno de los templos más antiguos de la ciudad y que llegó a albergar, durante el siglo XVI, al venerado Pha Bang que hemos admirado en el Palacio Real. El Wat That Luang se encuentra a escasos cinco minutos del anterior. Se trata de otro importante templo que alberga las cenizas del Rey Sisavang Vong.
Volvemos, ahora sí, al centro del casco urbano por la nada bulliciosa Phothisalath Rd que, cambiando de nombre, lleva hasta el Palacio Real. Antes nos detenemos por la zona donde se instalará en unas horas el night market. Pero es pronto, de manera que es buen momento para tomar un zumo de fruta natural en uno de los múltiples puestos, que uno detrás de otro, se instalan en esta zona. Yo opto por uno de mango y papaya, mientras Marc escoge uno de fruta de la pasión. Isa, tiene algo revuelto el estómago, pese a ser la más precavida de los tres, de manera que no se pide nada. Además, compartimos un crep de banana y chocolate. Siempre nos da un poco de apuro tomar zumos comprados en la calle, pero la verdad es que sientan de maravilla. Un conjunto de mesas enfrente de los tenderetes facilitan que nos tomemos nuestros zumos mientras descansamos un pelín.
VISITA AL WAT XIENG THON, EL MÁS BELLO DE LAOS
Merendados, seguimos ruta por la misma calle, entrando en varios templos menores, hasta llegar a dos templos que son especialmente importantes, en particular el segundo. Primero entramos en el Wat Sensoukarahm, de vistoso estilo tailandés y que fue construido en el primer tercio de siglo XVIII. Los relieves dorados sobre el fondo rojo de su fachada son francamente muy bellos. En un pabellón aparte, encontramos un alto Buda, de varios metros de altura. Además, debe ser hora de rezo, pues varios jóvenes monjes están recitando sus mantras de forma relajada y al unísono.
Unos metros más allá llagamos al más bonito de los templos de Luang Prabang y probablemente, del sudeste asiático. Se trata del Wat Xieng Thong.
Se trata de un templo que fue construido en 1560 por orden del monarca de la época, Setthanthirat. Además, fue de los poquísimos templos que no fue destruido durante el saqueo de los Bandera Negra, en 1887. Ello fue debido a que su líder había recibido su educación en el Wat Xieng Thon. Son, como siempre, varios los pabellones o elementos los que componen este complejo monástico. Pero, como no puede ser de otra forma, el Pabellón central o de la ordenaciones (llamado Sim) es el más espectacular, con su conjunto de tejados cayendo en cascada hasta casi al nivel del suelo, como suele ser habitual en el estilo laosiano clásico. En la pared posterior del Sim encontramos una vistosa representación del árbol de la vida, realizada en un bonito mosaico sobre fondo rojo. Su interior, de madera, no tiene desperdicio, pues es uno de los más bellamente decorados de todo Luang Prabang.
Entre los pequeños pabellones que encontramos en el patio del monasterio destacan, a parte del Sim, dos más: uno, la pequeña Capilla Roja, donde se encuentra un precioso Buda Reclinado, del siglo XVI. El segundo pabellón que nos llama la atención, es el de la cochera del coche fúnebre real. Se trata de una bella carroza fúnebre dorada.
Entre varias estupas más, podemos encontrar las residencias para los monjes. Comentar que en este monasterio tenemos que pagar entrada, pero la verdad es que vale mucho la pena.
EL TRANQUILO MERCADO NOCTURNO DE LUANG PRABANG.
El día empieza a anochecer, de manera que damos marcha atrás en nuestro recorrido para dirigirnos hacia uno de los Mercados nocturnos más curiosos de toda Asia. Y digo curioso, porque es bien poco habitual que el viajero no sea reclamado de forma más o menos insistente por los tenderos. Pero aquí no hay gritos. En el mercado nocturno de Luang Prabang, el aletargamiento en que vive sumida la población se prolonga. Incluso sabe mal regatear los productos, que por otra parte se venden a precios muy baratos a ojos occidentales, aunque algo más caros que en Vietnam.
Compramos varios recuerdos para los sobrinos de Isa antes de decidirnos a cenar. Sin embargo, antes de la cena, queremos visitar un último y precioso templo, el Wat Souvannapoumaram, cuyo reluciente fachada dorada de la sala de ordenaciones nos deja francamente perplejos.
Optamos esta vez por el Lao Lao Garden, recomendado en varios foros. La verdad es que la barbacoa nos sienta de fábula. Tras el adiestramiento del camarero, seremos nosotros mismos quienes iremos asando la carne e hirviendo la gustosa sopa de verduras. Todo ello, aderezado con la omnipresente Lao Beer, verdadero orgullo nacional. La verdad es que está todo muy rico, y a precios razonables.
Nuestra visita a Luang Prabang termina de la mejor manera posible, aunque aun tendremos varias tardes para seguir disfrutando de la ciudad más bonita de Asia.
NUESTRO ALOJAMIENTO EN LUANG PRABANG.
Siguiendo nuestra tónica de alojamientos de precio medio, nos alojamos la Riverside Guesthouse, que teníamos reservada desde hace semanas. Sin embargo, en la primera habitación que nos dieron había bastantes insectos, de manera que, tras quejarnos, nos dieron otra. Además, el recepcionista prácticamente no hablaba nada de inglés (algo bastante absurdo si tenemos en cuenta que la práctica totalidad de turistas son de fuera del país).
Por suerte, había habitaciones libres. Si no, hubiéramos tenido un problema pues habíamos llegado a Luang Prabang cuando ya había anochecido. La segunda habitación estaba libre de insectos. Era amplia, con una cama doble y otra individual. El baño, un pelín justo en cuenta a limpieza. El desayuno tampoco era muy brillante. En definitiva, creemos que hay mejores opciones para alojarse en Luang Prabang, donde hay montones de hoteles, pensiones y guesthouse que en temporada baja (el verano europeo) no se llenan.
Comentarios:
16 comentarios en “LUANG PRABANG. La ciudad más bonita de Asia.”
¡¡QUIERO IR!!!
No tardarás mucho en ir, Cristina! Estoy seguro, estás «enganchada» a Asia!
Pues si que rinde un día!! 🙂 , me encantan los lugares calmados aunque tenga que soportar la humedad sera una cuidad que sin duda recorreremos cuando estemos en Laos.
Preciosas las fotos.
Un saludo
jeje, la verdad Ori, es que Luang Prabang no deja de ser un pueblecito y los templos son pequeños. A más tardar, en 15 – 20 minutos estám vistos la mayoría, excepto alguno de los más grandes. Un abrazo!
Que bonito!!! Tengo un montón de ganas de perderme por el sudeste asiático!!!
Vale mucho la pena, chicos. Yo me quedé con ganas de más!