Después de unos días disfrutando de la preciosa Granada, queremos visitar León, la otra gran ciudad colonial del país, que está separada unos ciento veinte kilómetros de Granada. No hay servicio de bus directo por lo que primero hay que ir a Managua, hasta la parada de la UCA, la Universidad y allí cambiar de minibús, para tomar el que te acerca a León. A las dos de la tarde hemos llegado a León, la otra gran joya de la corona española en tierras nicaragüenses.
Como en Granada, tenemos tres o cuatro opciones subrayadas sobre un mapa para escoger alojamiento. Finalmente nos decidimos por la Posada del Doctor, una preciosa casa colonial, con patio porticado central -donde hay una fuente sobre un césped muy bien cuidado-. Las habitaciones, sin embargo, son más pequeñas que las que teníamos en Granada. La casona es céntrica y bien bonita. Además está decorada con mucho gusto y conseguimos ajustar el precio, aunque nos cuesta un poco.
QUÉ VER EN LEÓN, NICARAGUA.
León se nos muestra desde el primer momento menos conservada que Granada, pero monumentalmente más espectacular, dada la gran cantidad de iglesias que los españoles edificaron. Las calles están llenas de casas coloniales de un solo piso, siempre con patio interior y a menudo con un recibidor que a la vez es sala de estar y que se deja ver desde la calle por la costumbre que tienen aquí de tener la puerta abierta o a veces, con un enrejado que permite ver las cuidadas decoraciones de estos recibidores. Cada barrio tiene su propia iglesia de robusta piedra, algunas perfectamente restauradas en vivos colores, como la de la Recolección o la del Calvario, y otros conservando el tono gris de su piedra original.
Los niños juegan al fútbol en la calle o van en bicicleta y los mayores están en la puerta de su casa sentados en la mecedora, viendo pasar la tarde tomando la escasa brisa. Debe hacer años que se hace lo mismo en la ciudad de León.
Finalmente llegamos a la grandiosa, inmensa y esplendorosa Catedral. Sin duda el gran templo del país y probablemente también el monumento más deslumbrante de Nicaragua. Este templo, debió ser construido inicialmente en Lima, capital del Perú, pero no se sabe muy bien porque, los planos llegaron a León.
En la Catedral, por cierto, hay enterrados un montón de intelectuales autóctonos, entre ellos uno de reconocida fama para las letras españolas: Rubén Dario, brillante escritor que es conocido como El Principe de las letras españolas. Al pie de su panteón, de inmaculado mármol blanco, yace un león llorando.
Una paseo bien grande el que hemos hecho por la ciudad, descubriendo sus barrios, sus iglesias, su gente y también sus hospitales. Y es que no nos podemos estar de entrar en el hospital Universitario que nos dicen que es el de referencia en la zona. En la Unidad de Neonatología descubrimos la otra realidad de la medicina: el de saber muy bien la teoría pero no poderla aplicar.
Así, nos cuentan que tienen respiradores de última generación pero que no los pueden utilizar porque tienen el software caducado. Hace tiempo que no pueden hacer gasometrías porque se les ha acabado una beca y parámetros de analítica tan sencillos como una PCR no la han podido usar nunca. El surfactante pulmonar casi sólo lo conocen por los libros y sólo tienen una bomba para pasar medicación. En fin, que con este panorama, los diagnósticos y los tratamientos deben ser puramente empíricos. Todo esto nos lo explica un residente de tercer año, que nos ha acogido en la Unidad y muy amablemente nos comenta su funcionamiento. Hacen un montón de guardias y no cobran por ellas, pero dice que cuando terminan, suelen tener trabajo rápidamente y que se ganará bien la vida. El adjunto, sentado delante de un ordenador donde visualiza una presentación no nos mira en todo el rato. Debe ser que la hospitalidad nica no ha llegado a todas partes.
En medio de la sala llama la atención un niño cianótico conectado a un pulsioxímetro que marca 71%. Es un cardiópata, una Tetralogía de Fallot, que en occidente tendría solución quirúrgica pero que en Nicaragua no tiene ninguna posibilidad. Es la otra Nicaragua, la que depende enteramente de la ayuda exterior, la que tiene una deuda externa que triplica su producto interior bruto, la que sitúa a Nicaragua como el segundo país más pobre de Latinoamérica, sólo después de Haití.
Excursión a León Viejo
No es la León donde estamos alojados la primera capital que los españoles edificaron al llegar a Nicaragua. La León original, que hoy es conocida como León Viejo dista cuarenta kilómetros dirección sur. Llegamos en transporte público en menos de una hora. Como siempre, el autobús va lleno y además no paran de entrar vendedores de todo e incluso, un predicador que nos cuenta que se acerca el momento del juicio final y que debemos estar preparados. No es el primero y seguro que no será el último predicador que hemos visto en este país. Con la biblia en una mano y el micrófono en la otra, es habitual encontrarlos en los mercados, rodeados de una audiencia que los escucha intermitentemente.
El autobús nos deja en La Paz Centro (por eso el bus le llaman «el paceño») y desde allí, tomamos un taxi que nos acerca al yacimiento arqueológico en diez minutos más. Cuando llegamos no hay nadie más que la vendedora de las entradas y la guía. Somos los primeros que visitaremos León Viejo hoy. Quizás seremos los únicos.
León Viejo fue la primera capital y fue fundada en 1524, un 19 de junio concretamente, con el nombre de Santiago de los Caballeros de León. El lugar era ciertamente bucólico, en la ribera de un lago, el Xólotl, ahora conocido como lago de Managua y casi a las faldas de una gran montaña, el Momotombo, que a los pocos años se les reveló a los conquistadores como un volcán. Resultó que éste entró en erupción en 1578, según pensaron en ese momento, tomado el volcán de la cólera divina tras el asesinato del obispo Antonio de Valdivieso, que se había convertido en defensor de la población indígena, que cada vez se encontraba más ultrajada y sometida a la oligarquía española.
Eso y el posterior terremoto de 1610 firmaron la prematura carta de defunción de León Viejo. Sus habitantes abandonaron la ciudad en busca de parajes más seguros para vivir. La pena fue que para construir la nueva León se utilizaron gran parte de los pilares de las construcciones originales, de modo que lo que ahora podemos ver en León Viejo son sólo los cimientos de la primera capital de Nicaragua. Será sobre todo por la historia, porque por la calidad de las ruinas seguro que no, que la Unesco le incluyó en la lista del Patrimonio de la Humanidad. De hecho es el único monumento o paraje de todo el país que se encuentra en la preciada lista.
En fin, que la ciudad fue quedándose paulatinamente abandonada y durmiendo el sueño eterno hasta que fue redescubierta en 1967, según nos cuenta la guía local, gracias a los esfuerzos de los arqueólogos nicaragüenses, que son los únicos que han trabajado aquí.
En poco más de tres cuartos de hora hemos recorrido las ruinas. Pocos yacimientos arqueológicos de los que hemos visitado en el mundo están en un estado tan ruinoso (valga la redundancia) como este. Hemos visto los cimientos de las iglesias, de la catedral, de algunas casas nobles y hemos caminado por lo que se supone eran las calles principales. Hay que poner bastante imaginación para hacerse una idea de lo que fue León Viejo.
En fin, que tratamos de imaginar cómo fue Santiago de los Caballeros de León antes de subir a una pequeña colina desde donde se ve una preciosa vista del volcán Momotombo con la laguna a sus pies y en medio de ésta, una pequeña isla, ocupada enteramente por el Momotombito, un pequeño volcán de perfecto cono, hermano menor del anterior.
Para volver a León y deshacer el camino tomamos un bus hasta la Paz Centro y aquí otro hasta León. Cuando llegamos, damos un buen paseo por la ciudad, descubriendo un montón de iglesias, todas muy bien conservadas y con varios siglos a sus espaldas.
Comemos en la zona de Suitava, donde estaba el poblado indígena antes de que llegaran los españoles, en el popular restaurante Los pescaditos, donde elegimos un enorme pargo rojo, un pez de la familia de los meros, que el cocinero nos cocina «al ajillo». Enorme experiencia culinaria. El pescado está delicioso y eso hace que soportemos el calor que hace al mediodía en León. Después de comer nos acercamos a la iglesia del barrio que nos dicen que es una de las más monumentales de todo el país. No en vano era propósito de los españoles convertir a los indígenas al catolicismo. El cura, sin embargo, está de viaje y hay que conformarse con la vista exterior del enorme edificio.
La ciudad tiene hoy más vida que ayer, porque es laborable y los comercios están abiertos, ocupando preciosas casas coloniales de un solo piso y siempre con bonitos patios centrales. A menudo, no les vendría mal una mano de pintura a las fachadas.
En fin, que entre iglesia e iglesia va pasando el tiempo y se va oscurecdiendo. Antes, hemos querido aprovechar la oportunidad para visitar la casa donde vivió el Principe de las letras españolas, Rubén Darío. La casa colonial, perfectamente restaurada, se ha convertido en un museo dedicado a la vida y obra del escritor. Hay un montón de objetos personales, manuscritos, fotografías y ediciones de sus obras, traducidas a múltiples idiomas. La casa museo está muy bien estructurada y ahora ya podemos presumir de saber algo más de la vida y milagros de este personaje, venerado en León y en Nicaragua en general.
Terminamos el día cenando en la esquina de la plaza principal, con preciosas vistas a la catedral, que ahora que ha oscurecido, está iluminada y se erige enorme ante nosotros. En el Café Sesteo hacen comida mexicana, sencilla pero buenísima. Una buena manera de terminar el día a León.
Comentarios:
2 comentarios en “LEÓN Y LEON VIEJO. Paseo por la ciudad colonial y por la primera capital de Nicaragua.”
El tema de l’hospital és penòs sabent que estem parlant d’una gran ciutat, malgrat que el país és pobre.
Espanya aporta diners a Amèrica Llatina, però principalment per a la conservació de monuments; podria invertir en el tema de l’hospital, que seria més profitòs per a la població.
El cartellet de «Carpintero ladrón», és una constant a tota l’Amèrica Llatina; també els vaig veure a Bolívia.
«Ay Nicaragua, Nicaragüita, la flor mas linda de mi querer…»
Si, realment lamentable l’estat de l’hospital. A mes, dona la sensació que bona part dels calers que arriben per cooperació es queden pel camí. Una pena.