Santillana del Mar es conocida como la ciudad de las tres mentiras pues, pese a su nombre, de ella dicen que ni es santa, ni llana ni tiene mar. Sea como sea, lo que sí que es cierto es que esta villa es uno de los pueblos más bonitos de Cantabria y también de toda la geografía española.
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Aprovechando este último viaje a Cantabria de finales del 2017 tuve la oportunidad de visitar por tercera vez Santillana del Mar, a la que acudí tras acercarme al Museo y Neocueva de Altamira, que se encuentra en el mismo término municipal y donde pude disfrutar de las copias de las que son una de las más importantes muestra de arte prehistórico rupestre.
Parece que el pueblo de Santillana del Mar se originó alrededor de un primitivo Monasterio de Santa Juliana, ya existente desde el siglo IX y que no es más que el germen de la fenomenal Colegiata de la población, el lugar más importante que hay que ver en Santillana del Mar. Aquel primitivo núcleo poblacional creció de manera paulatina durante la Edad Media, como tendremos la oportunidad de atestiguar dada la gran cantidad de palacetes con blasones en sus fachadas repartidos por todo el villorrio.
La cuestión es que, siendo un pueblecito de un tamaño más bien reducido y con no más de media docena de calles que acaban por converger en la Colegiata de Santa Juliana, Santillana del Mar se ha convertido en una villa eminente turística, la que más en Cantabria, que atrae año tras años a miles y miles de visitantes dispuestos a disfrutar de su arquitectura, de la hermosura de sus calles y también de su gastronomía (aunque, por cierto, los precios de los restaurantes me parecieron bastante más caros que los de Potes, en el Valle de Liébana).
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QUÉ VER EN SANTILLANA DEL MAR
Entre calles empedradas nos iremos cruzando con multitud de regias casonas producto de los momentos de mayor esplendor de la villa. Muchas de ellas han sido transformadas en restaurantes u hoteles con encanto. Y otras varias se dedican al mercadeo de todo tipo de productos gastronómicos, como los sabrosos quesos cántabros o los célebres sobaos pasiegos.
Hemos entrado por la calle de Santo Domingo que se sigue de la de Juan Infante, donde ya hemos encontrado varios de los palacetes que se van sucediendo, como el Palacio de los Benemejís o la Casa de los Alonso. Una de las más bonitas en este tramo es la Casa de los Villa, de dos alturas y construida en sillería en el siglo XVIII. Por encima de la puerta adintelada se sitúa el blasón familiar, algo que se irá repitiendo en la mayoría de edificios que hay que ver en Santillana del Mar.
Sin embargo, lo que más nos llama la atención son los balcones dispuestos sobre ménsulas y sendos óculos que se sitúan a ambos lados de la puerta de acceso al palacete.
Enseguida llegamos a la Plaza Ramón Pelayo, donde encontramos algunos de los edificios más importantes que hay que ver en el Santillana del Mar, como las Torres del Merino y de Don Borja, el Ayuntamiento o las Casas del Águila y la Parra.
La Torre de Don Borja data del siglo XV y es una de las construcciones medievales más importantes de la villa. La planta baja está soportalada mediante un arco apuntado que nos recuerda que fue alzada en momentos en que el gótico era todavía el estilo imperante. Los blasones de la fachada corresponden a la familia Barreda, titulares del edificio que recibe el nombre en honor a Borja Barreda, a quien correspondía el mayorazgo de la población a mediados del XIX. En la actualidad es la sede de la Fundación Santillana.
La Torre del Merino, conocida como la Torrona, es otro edificio medieval, del XIII o XIV, aunque fue bastantes veces rehabilitado, como podemos observar en su parte superior, donde las almenas medievales han dado lugar a más modernas ventanas. Este edificio era el que ocupaba el merino de la comarca, una figura que era la encargada de resolver los conflictos del territorio. Es decir, una suerte de juez medieval.
El edificio del Ayuntamiento, también en la misma plaza, es otro de los más bonitos que hay que ver en Santillana del Mar, aunque bastante más moderno. Fue alzado en el XVIII en sillería de arenisca amarilla y destaca que está construido sobre un triple soportal y con una bella balconada en el primer piso. Justo en medio, encontramos el blasón con el escudo de la localidad.
También en esta plaza encontramos las medievales Casas de la Parra y del Águila, de los siglos XVI y XVII respectivamente. Por cierto, esta ágora es conocida también como Plaza del Mercado por ser aquí donde se celebra el mercado semanal desde 1209, cuando la población fue convertida en capital de la merindad por concesión de Alfonso VII de Castilla.
Si desde esta plaza tomamos la Calle El Raciel llegamos hasta la Calle del Río, que es la que forma una suerte de plaza justo enfrente de la Colegiata de Santa Juliana, el más importante de los edificios que ver en Santillana.
Antes, nos fijamos en la Casa de la Archiduquesa de Austria, a mano izquierda y las Casas de Cossío y Quevedo, a mano derecha. La primera, que también es conocida como Casa de los abades, recibe su nombre a raíz de que fue la residencia de la Archiduquesa Margarita de Austria, al emigrar de su país tras caer el Imperio Austro-Húngaro. Aunque el palacete es del XVII, los blasones que decoran su fachada son más modernos. Hoy ocupa el Museo del Barquillero.
Las Casas de Cossío y Quevedo nos recuerdan también la importancia de la población durante los años de mayor esplendor. Una vez más, regias construcciones alzadas con sillería. Si en la Casa de los Quevedo nos llama la atención el arco apuntado que da lugar a un túnel que servía de desagüe al abrevadero, en la Casa Cossío nos quedamos con su blasón, uno de los más bellos de Santillana del Mar, su portalada adintelada y su maravillosa balconada de forja.
Ahora sí, llegamos al más importante edificio que hay que ver en Santillana del Mar, emblema del románico del norte peninsular y uno de los más bellos edificios de este estilo en toda Europa.
La Colegiata de Santa Juliana, que sustituyó en el siglo XII al antiguo monasterio de Santa Juliana, forma parte de los Caminos de Santiago (el del Norte) y está dedicada a la mártir del siglo III que sufrió las persecuciones del Emperador Diocleciano en Asia Menor.
En la fachada que se abre a la plaza y que curiosamente no es la occidental, si no la sur, destaca su maravillosa portalada de medio punto formada por varias arquivoltas adoveladas que se completa con un frontón triangular que es ya de época renacentista, al igual que la galería de quince arcos que queda por encima del conjunto.
Entramos al edificio por la puerta occidental, que nos lleva directamente al claustro, que es el elemento más bello y destacable de la colegiata de Santa Juliana. Se trata de uno de los claustros románicos más bellos de España, con sus maravillosos capiteles esculpidos en las galerías norte, oeste y sur.
En las galerías del claustro nos encontramos varios sepulcros. Entre ellos, los del Abad Pelayo de Oviedo, del primer tercio del siglo XII.
Entramos a la iglesia, que tiene planta basilical de tres naves y que se cierra con tres ábsides. Merece la pena echar un vistazo a los capiteles del interior de la nave, bellamente esculpidos con motivos figurados y geométricos y que corresponden también al románico. También el retablo flamenco del altar tiene su interés. Es del siglo XVI y nos muestra historias de la vida de Cristo y de la titular de la Colegiata, Santa Juliana.
Al salir del templo tomamos la que es la calle principal de Santillana del Mar, la del Cantón, que se sigue de la Calle de la Carrera. Son muchos los palacetes de esta calle dispuesta en cuesta que han sido convertidos en hotel boutique o que desempeñan las funciones de restaurante.
Casonas como la de los Hombrones o la del Marqués de Santillana, a mano izquierda, o la de Valdivieso, a mano derecha, llaman nuestra atención. La Casa de los Hombrones recibe este hombre por los dos soldados que decoran su escudo. La Casa del Marqués de Santillana es en la actualidad uno de los mejores hoteles de Cantabria. Merece la pena echarle un vistazo, aunque un cartel nos indica que los no huéspedes no parecen ser muy bienvenidos.
La esquinera Casa de los Valdivieso es también espectacular. Se trata de un palacete del XVIII, con fachada de dos alturas construida en piedra de sillería. En la actualidad es también un hotel con enorme encanto, Hotel Altamira. No tenemos problema alguno en husmear sus dependencias y la verdad es que no me hubiera importado alojarme allí.
Retomamos aquí la Calle de Santo Domingo, por donde habíamos empezado nuestro recorrido por Santillana del Mar. No tendremos tiempo para entrar en el Museo Diocesano que se ubica justo aquí, pues la idea es llegar a Comillas antes de que anochezca, donde tenemos la intención de realizar la Ruta del Modernismo de Comillas, una de las más importantes de este estilo artístico en toda la Península Ibérica.
Y ahora os dejo este post de Monika, donde en su blog Viajando con Mami nos cuenta también acerca de Santillana del Mar como destino familiar.
Comentarios:
17 comentarios en “Santillana del Mar. ¿El pueblo más bonito de Cantabria?”
Siempre me ha llamado la atención eso de las tres mentiras!! Un buen gancho publicitario para atraer turistas, o al menos, a curiosos.
jejeje, así es. Es un muy buen título para atraer.
He estado muchas veces en Santillana del Mar y no me canso de volver. Es un pueblo precioso
Vistas las fotos, es muy posible que SI sea el pueblo más bonito!
Entre los que visité, Santillana y Potes los más bonitos. Un abrzo, Alejandro!
Yo regresé por tercera vez. El único pero es que se está convirtiendo en un gran decorado y un poco cara.