La Pagoda Shwedagon de Yangon no solamente es el monumento más conocido de Yangon. Se trata del que, para nuestro gusto, es la más bella de las pagodas de Myanmar. Quizá incluso, el monumento más espectacular de todo el país, en competencia directa con el conjunto arqueológico de Bagan que, en realidad, no es solo un monumento si no 4000 templos repartidos en 40 kilómetros cuadrados.
Comentaba cuando escribí el post acerca de los lugares que hay que ver en Yangon de forma imprescindible, que la simple presenta de la Pagoda Shwedagon ya justifica un viaje a este maravilloso país que en Myanmar. Así lo creo: la magnitud de la emoción vivida al entrar en este majestuoso recinto la hemos experimentado en solo un puñado de lugares a lo largo de nuestros viajes.
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EL ORIGEN DE LA PAGODA SHWEDAGON.
Muchas de las estupas y pagodas de Asia fueron alzadas a fin de albergar reliquias sagradas. Un buen número de ellas, pertenecientes al mismísimo Buda. Particularmente pelos y dientes. La presencia de alguna de estas reliquias convertía el lugar en un importante foco de peregrinación y, de una u otra forma, de riqueza. Sabido es, sin embargo, que si se unieran todos los pelos y, muy particularmente, todos los dientes que Buda tiene repartidos en Asia tendríamos como resultado un buen número de barbas y dentaduras. Algo semejante, al fin y al cabo, con los trocitos de Santa Cruz repartidos por las iglesias cristiana del mundo entero.
Pues bien, según parece, la Pagoda Shwedagon fue edificada a fin de albergar algunos mechones de Buda. Lo que ya no queda tan claro es cuándo fue alzada la pagoda en cuestión. La leyenda le otorga una antigüedad de 2500 años (Siddharta Gautama, más conocido como Buda, habría fallecido sobre el siglo IV o V aC). Sin embargo, los arqueólogos reducen la antigüedad de la pagoda, cuyo origen sitúan entre los siglos VI y X dC.
La cuestión es que, por supuesto, poco tiene que ver aquella primera Pagoda Shwedagon con la que ha llegado a nuestros días. Durante siglos, el recinto quedó más o menos abandonado, de manera que no fue hasta principios de siglo XIV cuando se acometió una primera reconstrucción, tras años de ruina, que la elevaría hasta los 18 metros. Más aún, la Pagoda Shwedagon alcanzó una altura semejante a los 105 metros que luce hoy allá por el siglo XV, que es cuando empezó a ser revestida de oro.
LA VISITA A LA PAGODA SHWEDAGON
La Pagoda Shwedagon de Yangon abre cada día sus puertas entre las 4.00 de la mañana y las 22.00 horas. Cualquier momento es buena para visitarla, pero yo os recomiendo que os acerquéis aquí en, al menos, dos ocasiones. Por la mañana y cuando va oscureciendo y la pagoda queda iluminada por los potentes focos que la rodean.
Para entrar, los extranjeros tienen que pagar una entrada que equivale a 8 USD a pagar en dólares norteamericanos o en moneda local. La pagoda se localiza en lo alto de un suave montículo. Ello y la altura de la propia estupa central de la pagoda hacen que el monumento sea visible desde casi cualquier punto de la ciudad, como si de un auténtico faro se tratase. Y, en realidad así es. Para acceder a la misma, por tanto, se debe subir una de las cuatro largas escaleras situadas en los puntos cardinales. En el acceso sur, sin embargo, un ascensor facilita el acceso a la pagoda.
La verdad es que la Pagoda Shwedagon resulta espectacular cuando llegas a lo alto de las escaleras y te enfrentas a los más de 100 metros de su estupa central. Los leones míticos protegen algunas de las entradas, mientras decenas de templos se reparten a lo largo y ancho de la superficie de la plataforma sobre la que se localiza la pagoda. En todos ellos, encontramos todo tipo de Budas, de distintos tamaños, a la par que cientos y cientos de lugareños que han subido a la pagoda a rezar o, simplemente, a estar allí, sin más. Los colores verde, rojo y dorado son los más recurrentes en los distintos templos. La mayoría de budas están igualmente revestidos de pan de oro, lo que les da un brillante tono dorado, al igual que las columnas que sostienen los templos. Algunas, sin embargo, son plateadas. Y en los techos de los templos, predomina también el dorado. Los muchos monjes budistas que, como en todo el país, encontramos también en la Pagoda Shwedagon, con sus túnicas rojo-púrpuras, le dan a este monumento el toque definitivo de exotismo a ojos de los occidentales.
Al igual que los feligreses que allí se congregan, rodeamos la estupa central en sentido horario, anonadados por este espectáculo visual que viene repitiéndose a lo largo de los siglos. A medida que anochece, el cielo va tomando un color rojizo y las doradas estupas, particularmente la central, son iluminadas por focos que realzan, más si puede ser, la belleza que es esta Pagoda Shwedagon.
Estamos aproximadamente hora y media recorriendo la Pagoda Shwedagon, saboreando cada momento. Tiempo más o menos suficiente, aunque os aseguro que ante tamaño espectáculo el tiempo parece detenerse. Podríamos estar una vida entera allí.
La verdad es que la Pagoda Shwedagon es de una belleza deslumbrante. Uno de los monumentos más bellos que jamás hayamos visto, sin duda. Pero lo que verdaderamente convierte este sitio en un lugar sublime es que se trata de un monumento vivo, a diferencia de otros lugares que se han convertido en únicamente sitios turísticos. Aquí la vida fluye como lo viene haciendo desde hace siglos, si no milenios.
Comentarios:
2 comentarios en “Pagoda Shwedagon de Yangon. ¿El monumento más bonito de Myanmar?”
Sueño con ver este lugar!. Fuera de serie! Gracias
Resulta verdaderamente fascinante, Abel!