La ciudad de Edimburgo, capital de Escocia es para mi gusto, una de las ciudad más atractivas de Europa. La extraordinaria Ciudad Vieja de Edimburgo está incluida, por méritos propios, dentro de la lista del Patrimonio de la humanidad. Pero es que en el norte de la misma, la no tan moderna Ciudad Nueva, es igualmente tentadora. Además, la oferta de ocio y cultura es tan vital en esta ciudad, que probablemente no sea suficiente con un fin de semana para disfrutar de sus encantos.
En este post os hablaré de los rincones más interesantes de la Ciudad Vieja.
QUE VER EN EDIMBURGO: LA CIUDAD VIEJA.
CASTILLO DE EDIMBURGO
La Ciudad Vieja de Edimburgo se articula a lo largo de la Royal Mile, la preciosa avenida que lleva desde el Castillo de Edimburgo hasta el Palacio de Holyroodhouse.
Al principio de la Royal Mile, se encuentra el Castillo de Edimburgo, en la colina del Castle Hill. Es una de las visitas imprescindibles de la capital escocesa. Se debe pagar entrada para visitar el castillo y se necesitan al menos un par de horas para disfrutar de sus rincones.
El Castillo no sólo se encuentra en lo alto de la Royal Mile, si no que queda encerrado por sus otros tres puntos cardinales por los extraordinarios acantilados que lo hacen infranqueable.
Al entrar desde la Royal Mile hay que atravesar el esplanade, la planicie que es la sede de un festival anual que se celebra cada agosto en el marco del Festival de Edimburgo y que consta de una serie de desfiles y demostraciones de bandas militares de todo el mundo (particularmente de la Commonwealth) desde 1950. Cada noche, 7700 personas pueden disfrutar del espectáculo gracias a las gradas que se montan en el esplanade.
Se pueden recorrer diversas estancias del castillo, entre las que destaca el Gran Salón o las prisiones del Castillo. En una esplendida terraza desde donde se puede disfrutar de una preciosa vista de toda ciudad y en particular, de la Ciudad Nueva, que queda al otro lado de los Princess Garden’s, encontramos una serie de cañones. Excepto el domingo, cada día se dispara un cañón a la una en punto de la tarde, en una tradición que se remonta a 1861. El Viernes Santo y Navidad, el One O’clock Gun (que es como se conoce el disparo) tampoco se realiza.
En el Castillo también encontramos las Joyas de la Corona escocesa, conocidas como los Honores de Escocia, con la corona, la espada y el cetro. Pero para los escoceses, tan importante como las joyas, es la conocida como la Piedra del Destino. Sobre esta piedra, los reyes escoceses se coronaban. La piedra fue robada por encargo del Rey Eduardo I de Inglaterra en 1296 y no fue hasta 1996, cuando la piedra volvió a Escocia, después de varios intentos infructuosos de recuperarla, por parte de los escoceses. Uno de los intentos más célebres fue protagonizado por cuatro estudiantes que fueron hasta la Abadía de Westminster, en Londres, la Navidad de 1950 para llevársela a Escocia. Cuentan que efectivamente la pudieron sacar de la Abadía, pero que después se les rompió. La estuvieron paseando por Inglaterra hasta que la llevaron a la Abadía de Arbroath. Desgraciadamente, la abadía, la devolvió a Westminster.
Otro edificio que encontramos en el castillo es el edificio más antiguo de Edimburgo: la Capilla de Santa Margaret, que data del 1130.
Visitado el Castillo de Edimburgo es hora de salir por la puerta de entrada y dirigirse, calle abajo, por la Royal Mile.
ROYAL MILE
La Royal Mile es la arteria principal y el eje vertebrador de la Ciudad Vieja de Edimburgo. Los 1800 metros que llevan desde el Castillo de Edimburgo hasta el Palacio de Holyroodhouse son uno de los paseos más bonitos que se pueden disfrutar en todo el viejo continente.
Este paseo se fue construyendo a partir de la edad media, pero a partir de los siglos XVI y XVII sufrió un auténtico problema de superpoblación. Hay que tener en cuenta que no sólo están los edificios que podemos ver desde la Royal Mile hacia arriba, si no, que por debajo del nivel del suelo hay una auténtica ciudad subterránea (actualmente visitable), que suponía no sólo un problema de superpoblación, sino también, de auténtica salud pública. Fue por ello, que se decidió ampliar la ciudad con la construcción de la ciudad nueva, al norte de la Old Town, a partir del siglo XVIII.
En realidad esta Royal Mile, recibe cuatro nombres diferentes a medida que se va acercando al Palacio de Holyroodhouse: son Castelhill, Lawnmarket, High Street y Canongate. Y a lo largo del recorrido no sólo se trata de ir disfrutando de los edificios que se encuentran a ambos lados de la calle (alguno de ellos, se pueden considerar auténticos rascacielos medievales de más de 6 plantas) si no que hay que adentrarse por las estrechas callejuelas que salen a ambos lados de la calle: los closes, que a veces privados, y a veces públicos, suelen llevar muy a menudo a pequeñas y acogedoras plazuelas. Entre ellas cabe destacar la plaza donde está la mansión de Lady Stair, del 1622 y que actualmente es la sede del gratuito Museo de los Escritores, que está dedicado a la vida y obra de tres ilustres de la literatura escocesa: Walter Scott, Robert Burns y Robert Louis Stevenson. Para llegar, hay que tomar el estrecho Lady Stair’s Close, que se encuentra a mano izquierda.
Antes, se pueden hacer un par de paradas, según los gustos del viajero. Una, en el Scotch Whisky Experience, nada más salir del castillo. Se trata de un espacio donde se explican los secretos de elaboración de la bebida escocesa por excelencia. Un poco más adelante, se encuentra The Hub, que además de ser la sede y el centro de información del Festival de verano de Edimburgo desde 1999, permite hacer un stop culinario en su bar o restaurante. La particularidad es que se encuentra en un precioso edificio neogótico (de hecho su aguja es el punto más alto de la ciudad vieja). La construcción data de 1842 y en su momento fue utilizada como iglesia escocesa.
Un poco más allá habrá que hacer otra parada, pues encontramos uno de los edificios más imponentes de la Royal Mile: la Catedral de San Gilles. Se trata de uno de los edificios más emblemáticos del país y está dedicada a San Gil, patrón de los leprosos. Es la iglesia más importante (en cierto modo, fundacional) del la Iglesia de Escocia, que es la oficial del país y es de confesión presbiteriana, la rama del protestantismo que fue liderada por John Knox.
La Iglesia de Escocia no da título de catedral a sus edificios principales, de modo que San Gilles no recibe en realidad este título. Eso si, se trata de una construcción gótica soberbia, con un interior espléndido, con sus arcos apuntados, las preciosas y luminosas cristaleras y un corazón fantástico. La entrada a la catedral es gratuita, aunque se aconseja dejar un donativo.
En la parte posterior de la catedral encontramos la Market Cross, la Cruz del Mercado, de estilo victoriano. Ha habido varias cruces en esta zona desde el siglo XIV, pero la construcción actual data de 1866. Aparte de ser un lugar de reunión de los comerciantes, en la Cruz del Mercado se hacían los anuncios y proclamas importantes que debían ser transmitidas a la población, por ejemplo, las proclamaciones de un nuevo rey o las convocatorias a las elecciones generales. Sin embargo, la cruz del mercado también ha servido para ritos más macabros, como ejecuciones o cremaciones. Según nos contaron, cuando el próximo rey de Gran Bretaña asuma la corona, aquí se hará el anuncio a los ciudadanos de Edimburgo. Se hará a los tres días de que el evento haya tenido lugar, que es el tiempo que se supone que tarda el mensajero que ha de venir desde Londres con la noticia.
Prácticamente enfrente de la Catedral, en la otra acera de la Royal Mile, están las City Chambers de Edimburgo, es decir, el Ayuntamiento. Se trata de un bonito edificio de mediados del siglo XVII que queda perfectamente enmarcado con el precioso color piedra de toda la Royal Mile. Unos arcos en la Royal Mile dan paso a un pequeño y acogedor patio, alrededor del cual están las City Chambers.
Es habitual encontrar en este punto de la Royal Mile algún escocés con el traje tradicional tocando la gaita, el instrumento nacional escocés. Cabe decir, que por un par de días de oir la gaita, el sonido puede llegar a ser agradable, y el individuo, claro está, muy fotogénico. No estoy seguro de que los que viven en Edimburgo y pasan diariamente por delante de estos individuos piensen lo mismo.
Más abajo, ya en el tramo de Royal Mile que recibe el nombre de Canongate, a mano izquierda, hay otro edificio que llama la atención: la Canongate Tolbooth. Un edificio con un vistoso reloj que fue palacio de Justicia y cárcel municipal y que sirvió también para recoger los peajes o cánones públicos. El reloj actual es de 1820 y sustituyó a uno del siglo XVII.
Siguiendo en dirección este, casi enfrente del Canongate Tolbooth, está el Museo de Edimburgo, que explica la Historia de la ciudad desde la prehistoria hasta nuestros días. Está ubicado en la Huntly House, una mansión del siglo XVI. Cabe decir que nosotros no lo visitamos por falta de tiempo, pero en caso de tenerlo, parece ser que es bastante interesante, y como la mayoría de museos de la ciudad, gratuito.
Casi al final del paseo por la Royal Mile se encuentra uno de los edificios más polémicos que se han construido en Edimburgo en el siglo XXI: el Parlamento Escocés. La obra es producto de la imaginación del arquitecto barcelonés Enric Miralles. Fue inaugurado en septiembre de 2004 y la verdad es que su modernidad, enclavada en la Royal Mile no deja a nadie indiferente. Se realizan visitas guiadas gratuitas, si están interesados en visitarlo por dentro.
Y finalmente, llegamos al Palacio de Holyroodhouse, que fue fundado inicialmente como convento por el rey David I de Escocia (en 1128) y que ha sido la sede principal de los reyes de Escocia desde el siglo XV. Como de momento Escocia pertenece a la Gran Bretaña, el Palacio forma parte del patrimonio de la familia real británica. Y de hecho, es habitual que la Reina Isabel II pase allí una temporada, a principios de verano.
Junto al Palacio, aún encontramos la antigua abadía, en ruinas. Desde la construcción del Palacio, varios reyes de Escocia no sólo han reinado desde aquí, sino que han nacido e incluso, han sido coronados en esta sede. Cabe decir, que a partir del 1603, cuando Jacobo VI se convierte en Rey de Inglaterra y se traslada a vivir a Londres, Holyrood deja de ser el Palacio Real, o al menos, la sede permanente de la corte. En cualquier caso, los monarcas ingleses siguieron visitando el Palacio, y por ejemplo, Carlos I de Inglaterra fue coronado rey de Escocia a Holyrood, en 1633. Se pueden visitar diversas estancias del palacio, pero la entrada es de pago.
GRASSMARKET
Una plaza muy bonita que encontramos en este sector de la ciudad es la conocida como Grassmarket Square. Para llegar allí hay que girar por George IV Bridge (entre el Writers Museum y St. Gilles) y después, tomar Victoria Street, un precioso calle en forma de curva, muy fotogénica, que nos lleva hasta Grassmarket.
Es esta una de las plazas más bonitas de la ciudad. Con bancos para sentarse y relajarse, o varios restaurantes o pubs para hacer un descanso, la plaza es conocida por que en su momento fue la sede pública de los ajusticiamientos. Es por ello, que en el suelo está dibujada una enorme fuerza.
Entre el 1661 y 1688 fueron ajusticiados en esta plaza más de 100 pactantes (los presbiterianos escoceses que se oponían a la doctrina inglesa). Es célebre la historia popular de una pescadera, Margaret Dickson, que fue llevada a la horca en 1724 acusada de haber matado a su bebé ilegítimo. Cuando la llevaban a enterrar, Margaret Dickson despertó. Al parecer, no había muerto y sólo se había desmayado. Dado que ya había sido colgada, Margaret Dickson no pudo ser ajusticiada nuevamente. Desde entonces, la pena de ahorcamiento, llevaba el epíteto de «hasta la muerte». Es decir, que nadie podía ser colgado y salir en vida. En la plaza, encontramos un pub, el Margaret Dickson’s Pub, que da homenaje al personaje.
Además de ser utilizada por este macabro menester, la Plaza Grassmarket era uno de los principales mercados de la ciudad. No sólo se podía comprar comida, si no que en la edad media había una zona dispuesta para la venta de caballos y vacas. Es por ello que ya antiguamente había en esta zona varias tabernas y posadas que utilizaban los ganaderos que se habían desplazado a la ciudad en día de mercado. Aún ahora, la plaza está llena de tabernas.
IGLESIA Y CEMENTERIO DE GREYFRIARS
Una vez visitada la Plaza Grassmarket, podemos tirar por Cowgatehead (a la derecha), en lugar de por Victoria Street (a la izquierda y por donde habíamos venido), para seguir por Candlemaker Row, que va de subida. Enseguida nos encontramos a mano derecha, una de las entradas del Cementerio de Greyfriars, uno de los más conocidos de la ciudad, porque es donde se ubica una preciosa historia.
Al parecer, a mediados del siglo XIX, un policía de Edimburgo, John Grey tenía un pequeño perrito skye terrier, llamado Bobby. Eran inseparables. Cuando en 1858 murió el policía, fue enterrado en el cementerio de la iglesia de Greyfriars. Según cuenta la leyenda, el perrito, que sobrevivió 14 años a su dueño, no se movió nunca más del lado de la tumba de Grey. Cuando murió el perrito, en 1872, también fue enterrado en los jardines de la iglesia, tumba que todavía hoy puede visitar. Walt Disney se basó en esta historia para hacer una película: Greyfriars Bobby: The True Story of a Dog.
Hay otra versión, mucho más prosaica, que explica que el perrito era sólo uno de los muchos perritos vagabundos que corren por los cementerios y que simplemente era alimentado por el cuidador de Greyfriars, James Brown.
En el cementerio de la iglesia, encontramos muchas tumbas, de las que destacan algunas, en el suelo, que están recubiertas por una enrejado de hierro forjado. Al parecer, uno de los negocios más lucrativos de la época era el de robar los cadáveres enterrados para venderlos a la facultad de medicina, que los necesitaba para sus estudiantes. Es por ello, que a veces, los familiares de los difuntos, mandaban poner estas rejas, para evitar la profanación de las tumbas.
MUSEO NACIONAL DE ESCOCIA.
Saliendo del Cementerio de Greyfriars, hay que seguir por la misma calle Candlemaker Row. Al llegar a lo alto, enseguida se verá la gran mole del Museo Nacional de Escocia, de obligada visita. Por cierto, antes de entrar al museo, es casi obligado hacerse una foto con la pequeña estatua del perro Bobby, que hay justo en la esquina de Candlemaker Row, en frente del pub que lleva precisamente por nombre, Greyfriars Bobby.
Este moderno museo, también gratuito, nos permite recorrer la Historia de Escocia desde los primeros días hasta la actualidad, teniendo en cuenta sus orígenes como nación, así como el desarrollo y los personajes más importantes de la historia del país. Las muestras corresponden a un montón de ámbitos diversos, que de hecho, no sólo hacen referencia a Escocia. La geología, la fauna, el arte o la ingeniería están representados.
Por ejemplo, a nosotros nos gustó un precioso juego de ajedrez muy antiguo, del siglo XII, hecho de marfil y que tiene un origen escandinavo (ajedrez de la isla de Lewis). También había figuras Khmer, procedentes de Camboya y que nos recordaron las que vimos cuando visitamos Angkor o el coche de formula 1 que pilotó Jackie Stewart cuando ganó el Mundial. Pero quizá la pieza más conocida o al menos, la más popular, es la famosa oveja Dolly, el primer animal que fue clonado en 1996 y que llenó páginas y páginas en todos los periódicos del mundo. La oveja, que murió en 2003 está disecada en el museo.
Una vez visitado el museo, se puede tomar de nuevo el George IV bridge. La Royal Mile se encuentra a menos de trescientos metros y permite cerrar este precioso paseo por la Old Town Edimburgo.
Para un segundo día quedará disfrutar de la New Town, que se construyó a partir del siglo XVII en el norte de la Ciudad Vieja, a fin de descongestionar la antigua.
POST-AMIGOS. Otros blogs de viajes que hablan de Edimburgo.
Scotland, un somni fet realitat por Viatges Pedraforca
Edimburgo por Viajar code: Verónica
Un fin de semana en Edimburgo. La Old Town. Por Más Edimburgo
Comentarios:
6 comentarios en “EDIMBURGO. OLD TOWN. Que ver en la ciudad vieja de Edimburgo.”
Que buen día tuviste: Iluminado, las fotos, el azul y el verde. La arquitectura de la ciudad.
Recomendarías esta ciudad? Cuántos días? Tuviste oportunidad de degustar su comida?
Un abrazo!
Yo recomiento al menos un par de días para la ciudad, aunque si te sobra un día te permite ir a la capilla de Rosslyn, que está a poco quilómetros. También vale la pena Glasgow, que está a una hora de tren o autobús y que me pareció mucho más interesante de lo que pensaba. La verdad es que puedo opinar poco de la comina escocesa.
Hemos estado hace unos meses en Escocia y hemos vuelto maravillados. Edimburgo es fascinante, en vuestras fotos se ve el cielo despejado 😉
Nosotros también tuvimos algo de sol
Ciertamente Edimburgo es encantadora y más con sol! Es curioso como cambia el ánimo al visitar una ciudad con sol o sin él. La ciudad se puede ver completamente diferente.
¡Qué fortuna! Edimburgo con sol, que colores, la arquitectura si que resalta con esa luz… todo precioso.
Edinburgo con o sin sol es alucinante! Yo estuve 2 dias alli, y uno en Glasgow, que tambien merece una visita ,año 2005 y el sol asomo solo por ratosl, pero es una ciudad incredible, con un encanto especial. Recuerdo haber tomado el bus turistico que en su caso es recomendable(no siempre funciona) pues entre la ciudad vieja y la nueva(ni tanto) la zona monumental es enorme, por eso nos decidimos por ese recorrido y fue un acierto para un primer contacto general. Hicimos algunas paradas y el resto fue largar las patas y disfrutar la ciudad. La Royal Mile no tiene desperdicio! La ciudad entera!
Edimburgo es una de las ciudades mas bellas de Europa!.
Me aloje en una casa de huespedes, de esas de tres pisos que tanto abundan alli y es uno de mis mas gratos recuerdos en cuanto a hospedaje en cualquier ciudad . Aquella señora escocesa nos trato como si fuesemos de la familia, lamento haber olvidado el nombre. Fue maravilloso todo!
Al regresar a Londres no tenia claro que me habia gustado mas entre Londres y Edimburgo y la verdad es que son tan diferentes y cada una tan especial que no tiene sentido. Muchos se pierden Edimburgo y es una pena! saludos.