Visitar el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau supone visitar uno de los mayores museos del horror del mundo entero. Se trata de una de aquellas visitas que, por más que uno acuda preparado, no dejan de asombrar al viajero en relación al nivel de crueldad al que es capaz de llegar la raza humana.
Visitas como la del memorial de la bomba atómica en Hiroshima o a los campos de la muerte y prisión de alta seguridad de Tuol Seng, en Phnom Penh, capital camboyana, que pese a su enorme dureza resultan imprescindibles en pos de no olvidar algunos de los episodios más oscuros de la historia de la humanidad y rendir homenaje a aquellas víctimas que sufrieron tan alto grado de crueldad.
El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau se localiza en la polaca ciudad de Oświęcim, a unos 70 kilómetros de la bellísima ciudad polaca de Cracovia. Junto a la de las minas de sal de Wielickza, la visita al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau supone una de las excursiones de un día más importantes que deben realizarse desde Cracovia. El acceso, ya sea en transporte público (tren o autobús) o mediante un tour organizado es muy fácil.
El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau es, en realidad, la suma de dos campos. Auschwitz I, el campo original, y Birkenau o Auschwitz II que fue concebido como auténtico campo de exterminio.
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CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE AUSCHWITZ-BIRKENAU
VISITA AL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE AUSCHWITZ I
Al menos unas 3 horas son necesarias para visitar el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Auschwitz I es el primero de los campos que se visita. Nos recibe con la célebre e infame frase Arbeit macht frei, que antaño recibía a las decenas de miles de prisioneros del ejército nazi que eran destinados al campo. Su traducción, “el trabajo os hará libres”, nos puede hacer entender el grado de cinismo al que pudo llegar aquel enloquecido régimen.
Una frase, por cierto, que se puede leer, también, al entrar en otros campos de concentración como el de Dachau, que pudimos conocer durante nuestro fin de semana en Munich.
Todo tipo de prisioneros fueron alojados en Auschwitz durante la ocupación nazi de Polonia. No solo integrantes de la resistencia polaca si no también seres humanos que por su pertenencia a distintos grupos étnicos o debido a sus inclinaciones sexuales eran considerados indignos de la raza humana. Gitanos, judíos y homosexuales se llevaron la peor parte.
El campo de concentración de Auschwitz I permanece alambrado como antaño y ha sido reconstruido. Esto es así en tanto que los nazis procuraron dejar las menos huellas posibles acerca de la atrocidad de los crímenes allí cometidos. Ello ha dado lugar a no poca controversia acerca de la exactitud de los datos en relación al número de seres humanos que sufrieron la monstruosidad del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau así como de los distintos tipos de tortura a la que fueron sometidos. Una historia oficial que se enfrenta a otra de oficiosa, defendidas ambas con vehemencia, y que no pueden hacer más que avergonzar a la raza humana.
Los edificios de ladrillo y de hasta cinco plantas que encontramos en Auschwitz poco pueden hacer pensar en el tamaño de las atrocidades que allí se cometieron. El campo fue construido a partir de 1940 en unos terrenos pertenecientes al ejército polaco.
Inicialmente, los presos que llegaron a Auschwitz I eran, principalmente, miembros de la resistencia polaca así como intelectuales de esta misma nacionalidad. Posteriormente, todo tipos de prisioneros, tales como homosexuales y judíos llegaron al un campo de concentración que llegó a albergar a hasta 20.000 prisioneros.
Los edificios de ladrillo han sido museizados a fin de convertir Auschwitz en lo que fue, un verdadero museo del horror. No solo las fotografías son capaces de estremecer al más frío de los visitantes. También las maletas de aquellos que llegaban al campo o las toneladas de pelo que los nazis se encargaban de recolectar de todo aquel que llegaba a Auschwitz a fin de ser convertido en sogas o sacos. Cientos de gafas o zapatos de los prisioneros también tienen cabida en este museo así como una zona dedicada al gas Zyklon, que fue el elegido en el momento de llevar a término la conocida como solución final.
Zonas no menos impactantes emocionalmente suponen el barracón de castigo o bloque 11, al que eran trasladados los prisioneros que ofrecían resistencia durante su ingreso en el campo y donde eran especialmente torturados. Hasta cinco personas podían ser ubicadas en una celda de apenas un metro cuadrado, lo que impedía la posibilidad, tan siquiera, de que los prisioneros pudieran sentarse. Según parece fue aquí donde se realizaron las primeras pruebas con el gas Zyklon B, siendo utilizados para ello más de 800 prisioneros polacos y rusos. Igualmente estremecedora resulta la pared usada para fusilar a los presos y que ha sido también reconstruida.
Antes de abandonar Auschwitz I aun tenemos la oportunidad de visitar la única cámara de gas que se localiza en este campo y que, al igual que otros muchos rincones del mismo, ha sido reconstruida. Era aquí donde eran trasladados los prisioneros en el momento en el que se les ejecutaba la conocida como solución final. Aunque provistas de duchas, aquellos barracones eran utilizados para ser rociados con el terrible gas Zyklon B que terminaba con sus vida en menos de media hora. Es este uno de los casos más flagrantes de exterminio sistemático que ha sido capaz de urgar la raza humana. Uno de las mayores vergüenzas de la historia de la humanidad.
CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE AUSCHWITZ II.
El segundo de los campos de concentración que se localiza en el complejo Auschwitz-Birkenau es el conocido como Auschwitz II o campo de concentración de Birkenau. Este complejo no solo fue concebido como campo de concentración si no que ya fue construido con la idea de que funcionase como campo de exterminio, pudiéndose considerar el máximo exponente de la solución final.
Se explica que más de un millón de seres humanos dejaron la vida en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y que la mayoría lo hicieron en Birkenau, particularmente gitanos y judíos. Se localiza a solo 3 kilómetros de Auschwitz y tenía una extensión de unos 5 kilómetros cuadrados, igualmente cercados y electrificados.
En este caso, parece ser que fueron 4 las cámaras de gas construidas, de tal manera que podríamos hablar de una auténtica industria del genocidio pues se habla de que hasta 2500 seres humanos podían ser gaseados en cada turno. Las cifras, en cualquier caso, han sido rebatidas por bastantes historiadores. El hecho de que los nazis destruyeran la práctica totalidad del campo antes de abandonarlo hace difícil saber la certeza exacta de la cifra que, por otra parte, no deja de ser escalofriante sea la que sea.Esta fábrica de la muerte de Birkenau llegó a albergar hasta 100.000 prisioneros.
En Birkenau podemos visitar algunos de los barracones que quedaron en pie (o que fueron reconstruidos) y que son testigos de la crudeza de las condiciones de vida allí existentes.
Una de las imágenes más reconocibles del campo de concentración de Birkenaun es el de las vías de tren que llegan al complejo. Como hemos visto en infinidad de películas, el tren era el medio de transporte con el que los prisioneros llegaban, en manada, a tan vergonzoso lugar.
Antes de terminar nuestra visita al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau pasamos por la tienda donde se vende todo tipo de material de divulgación en relación al complejo. Nos llevamos un DVD donde se explica la historia de tan siniestro lugar, una de las visitas imprescindible de cualquier viaje a Polonia, y de muy fácil acceso desde la ciudad de Cracovia.
Comentarios:
29 comentarios en “AUSCHWITZ. Visita al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.”
Madre mía, cuanta historia. Estuve en Treblinka hace años y aprovechando que visitaré Crcovia en septiembre ya he cogido el tour a Auschwitz.
Son lugares duros pero que hay que visitar.
Así es Javi. Un viaje a Cracovia sin acercarse a Auschwitz quedaría muy cojo.
Hola Jordi:
Muy buen artículo. Me he resistido a visitar Polonia por qué como humano y persona enganchada a la historia de manera aficionada, no la concibo sin visitar los campos de concentración. Pero mi mujer se niega en redondo a visitarlos. ¿Alguien me puede aconsejar cómo convencerla? Por favor!!!!
Más en serio, supongo que no lo podré conseguir. Creo que su visita debería ser obligatoria y en vez de tantos viajes de fin de curso y semanas blancas perdidas, sería interesante su visita obligada en la vida escolar.
Un saludo y muchas gracias
Yo creo que es imprescindible visitarlos. Al menos, uno. Lugares llenos de historia donde se hace necesaria la reflexión personal acerca de lo terrible que puede comportarse nuestra especie.
Un abrazo, Sergio, y espero que puedas visitar algún día Polonia. De verdad que el país lo merece.
Ana R. González Juárez por desgracia es cierto
Si, Dachau también es durísimo, Ana Isabel. La verdad es que cuesta articular palabra durante la visita.