Los cinco pueblos de las Cinque Terre se han convertido en nuestro primer viaje del año. Aunque realmente ha sido únicamente una escapada de un par de días, la verdad es que visitar las Cinque Terre en febrero, una época en que bien pocos viajeros se acercan hasta aquí, ha merecido la pena.
Ya os hemos contado en este post sobre cómo realizar un viaje a las Cinque Terre en invierno que esta no es la mejor época para visitar la región. Las únicas ventajas son, en realidad, que no os encontraréis con los agobios y aglomeraciones de la época estival y que el transporte público (el tren) es más barato.
Por contra, hemos encontrado la totalidad de los senderos que unen los pueblos de las Cinque Terre cerrados, así como buen parte de las tabernas, restaurantes y tiendas dedicadas a la venta de productos locales.
NUESTRA RUTA POR LAS CINQUE TERRE.
Al estar la Via dell’amore (el sendero costero) y la mayoría de tiendas de los pueblos cerradas, los dos días en las Cinque Terre nos han cundido bastante. En realidad, en los pueblos de las Cinque Terre no hay grandes monumentos ni museos imprescindibles que ver, de manera que las visitas se centran en buscar los rincones más bonitos y en pasear, sin más. De este modo, al viajar a Cinque Terre en temporada baja y no poder recorrer los senderos, la primera jornada nos cundió mucho, pudiendo visitar 4 de los 5 pueblos.
Día 2. Riomaggiore. Continuación del viaje en dirección a Lucca.
DÓNDE DORMIR EN LAS CINQUE TERRE.
LE MIE STELLE. LA SPEZIA. Nosotros teníamos el alojamiento en La Spezia, a cinco minutos de la estación de trenes (el tren de La Spezia a Riomaggiore tarda solo 8 minutos en completar el recorrido). Resulta mucho más barato que dormir en los pueblecitos de las Cinque Terre. La habitación era amplia, moderna y bien decorada. Además, nos dejaron unas tostadas con mermeladas para desayunar, lo cual se agrade.
QUÉ VER EN LAS CINQUE TERRE. LOS 5 PUEBLOS DE LAS CINQUE TERRE.
MONTEROSSO AL MARE
Monterosso al Mare es el pueblo que está más al norte de las Cinque Terre (y, por tanto, el último al que llegamos en el tren desde La Spezia). Para nosotros es el menos bonito de los pueblos de las Cinque Terre.
Sin embargo, se trata de la villa que tiene más y mejores playas, de manera que es habitual que en verano esté bastante lleno de turistas que quieren aprovechar el viaje a la región no solo para pasear por los pueblecitos si no también para tomar el sol.
La primera de las playas se encuentra, precisamente, delante de la estación de trenes. Es la Playa de la Fegina. Desde luego, en febrero nadie toma el sol, pero no se hace difícil comprender que en verano debe estar llena de turistas.
Si andamos en dirección norte llegamos a la Estatua del Gigante, que representa a Neptuno y es uno de los símbolos de Monterosso al Mare. Posteriormente, nos desplazamos hacia el sur, que es donde está el pueblo para encontrarnos con un curioso bunker, situado en un saliente rocoso. Encontramos poca información al respecto, pero parece que se trata de un bunker alemán de la Segunda Guerra Mundial.
Enseguida llegamos al centro histórico de Monterosso al Mare, donde ya encontramos las típicas casas pintadas en los distintos colores pastel que iremos encontrando en los pueblos de las Cinque Terre. La verdad es que como casi todas las tiendas y bares están cerrados no hay mucho que hacer aquí más que dar una vuelta por los callejones o carruggi, tirar unas fotos y regresar por donde hemos venido.
Antes, nos acercamos hasta la mayor de las plazas de Monterosso, Piazza Garibaldi, que es donde se ubica también el edificio del Comune di Monterosso. Justo enfrente, y superando por debajo unos arcos, accedemos a la segunda playa de la población.
VERNAZZA
El segundo pueblo que hay que ver en Las Cinque Terre siguiendo el sentido norte-sur es Vernazza. La estación de tren queda en la parte alta del pueblo. Si desde ella nos dirigimos más arriba, enseguida salimos del pueblo para darnos cuenta que las laderas que lo rodean están repletas de bancales de viñedos.
Via Roma es la calle principal, la que se dirige a la parte baja de Vernazza. A ambos lados, los edificios tienen tres o cuatro pisos de altura, están pintados también en distintos tonos pastel y están, como tan habitual es en Italia, bastante descuidados en cuanto a mantenimiento. Algo que nos llama la atención siempre que visitamos el país transalpino es la gran cantidad de fachadas desconchadas que encontramos en cualquier localización.
A mano izquierda, en la misma Via Roma, dejamos un pequeño oratorio de piedra. Finalmente Via Roma da paso a una calleja más estrecha que se abre a lo que es la plaza que queda en el frente marítimo. La verdad es que el espacio es precioso, con varias barcas pesqueras ocupando el espacio que en verano dará lugar a varias terrazas. De hecho, el único restaurante que encontramos abierto en Vernazza está aquí. Es la Taverna del Capitano que, por cierto, no resulta nada barato.
También desde este espacio nos acercamos a la cercana iglesia de Santa Margarita de Antioquía, cuyo campanario barroco no se corresponde con el resto de la fábrica, que es gótica. La verdad es que nos llama la atención las dimensiones de su nave.
Desde la plaza se puede acceder a la pequeña playa de Vernazza, aunque yo encuentro más atractiva la playa que queda justo detrás de un pasadizo formado por la misma roca donde asienta la población. Aunque es de guijarros, el lugar resulta francamente bello.
CORNIGLIA.
Aunque teníamos la idea de almorzar en Vernazza, la poca oferta disponible hacer que nos desplacemos hasta el tercero de los pueblos que hay que ver en la Cinque Terre: Corniglia.
Corniglia es el pueblo de las Cinque Terre que tiene peor acceso desde la estación de tren. Ésta queda junto a las costa. En cambio, Corniglia está encaramada en lo alto de un promontorio de manera que para llegar hasta el pueblo hay que subir los 377 escalones de la Lardarina, la escalera que lleva hasta la población después de 33 empinadas rampas. La alternativa es tomar un bus, aunque nosotros nos lo tomamos con calma y vamos subiendo poco a poco.
En Corniglia encontramos otra de las iglesia que ver en las Cinque Terre. Es la de Santa Caterina, cuyo campanario octogonal sobresale de la nave. Paseamos tranquilamente por el pueblecito que, en esta ocasión, no tiene acceso al mar. Sin embargo, existen un par de balcones que quedan literalmente colgados del acantilado y desde el que se disfruta de unas maravillosas vistas de las costa ligura. Desde aquí se divisan perfectamente los otros pueblos de las Cinque Terre, como Manarola, que queda más al sur.
Comemos en una de las pocas tabernas que encontramos abierta, Il Pirum. El trofie al pesto, una variedad local de pasta condimentada con pesto genovés, está delicioso.
Después de comer, buscamos Via Stazione, que es desde donde se toman las mejores vistas de Corniglia, pero la verdad es que el sol nos viene de cara y no podemos tomar la mejor fotografía.
MANAROLA.
Si hay un solo pueblo que ver en las Cinque Terre, este es Manarola. Para nosotros, el pueblo más bonito de la región. En este caso, para llegar al centro de la población desde la estación de tren hay que pasar por debajo de un túnel que, para que negarlo, olía bastante a orines. Manarola, como los otros pueblecitos, es también un pueblo marinero con un pequeño puerto natural. Lo curioso es que las muchas barcas de pesca del pueblo quedan estacionadas en la calle peatonal que da al frente marítimo y que queda en fuerte pendiente.
Para acercar las barcas hasta aquí hay que desplazarlas casi a peso entre varias personas. De hecho, vemos el procedimiento en un par de ocasiones durante nuestro paseo por Manarola. Esta calle es conocida como Via di Mezzo. Es decir, la Calle del medio. Un nombre adecuado si tenemos en cuenta que Manarola está edificada en una suerte de acantilado natural en forma de medialuna y la calle queda justo en medio de las dos vertientes. De hecho, si seguimos bajando en dirección al espigón, podemos disfrutar de unas preciosas vistas con todo el pueblecito encaramado ladera arriba.
Por desgracia, sin embargo, no podemos acceder al espigón que nos permitiría tomar una foto desde un poquito más lejos. En invierno permanece cerrado a los visitantes, aunque el día es placido.
En lo alto del acantilado se ubicó, algún día, el castillo de Manarola, del que hoy solo quedan los restos de algún bastión.
Lo que sí resulta imprescindible es tomar el sendero que pare a mano derecha desde el puerto natural y que conduce a un mirador desde el que se tienen las mejores vistas de Manarola y, en realidad, de todas las Cinque Terre. Con la población encaramada en el risco sobre el que se asienta, se trata de la imagen más icónica de la región. De hecho, este es el mejor lugar donde disfrutar de la puesta de sol en las Cinque Terre, de manera que nos consta que durante el verano este lugar está a petar. Sin embargo, en febrero somos solo cuatro gatos los que hasta aquí nos hemos acercado.
Antes de abandonar Manarola nos acercamos hasta la iglesia parroquial de la Natividad y San Lorenzo, que es un compendio de estilos, con una fachada donde destaca una portada apuntada y un interior barroco.
Antes de regresar al coche, terminamos nuestra primera jornada de visita a las Cinque Terre con un delicioso helado y comprando algunos productos regionales (principalmente pasta) en una de las tiendecitas de la ciudad. Aunque las Cinque Terre en invierno resultan un poco desoladas, en Manarola ha sido donde hemos encontrado más ambiente y más servicios abiertos.
RIOMAGGIORE
Riomaggiore es el último de los pueblos de las Cinque Terre que visitaremos. Lo haremos a la mañana siguiente. Además, esta vez no nos acercaremos en tren, como hemos hecho durante la primera jornada, si no en coche.
Durante el primer día de visita a los pueblos de las Cinque Terre hemos visto que los aparcamientos están casi vacíos en invierno, de manera que aparcar durante esta época no resulta dificultoso. De esta manera, a las 9 y media de la mañana ya estamos en Riomaggiore y en cuanto terminemos la visita nos podremos dirigir a Lucca, en la Toscana, sin tener que regresar a La Spezia.
La bajada a Riomaggiore desde la carretera de acceso es realmente vertiginosa, de manera que a medida que nos acercamos podemos observar una bonita estampa del pueblo, que queda en la parte baja del acantilado, aunque en parte colgado del mismo.
Aparcamos en la parte alta del pueblo, junto a una oficina de turismo. En todos los pueblecitos hay una de ellas, pero la verdad es que la información que ofrecen es bastante escasa.
Desde aquí, tomamos el camino de descenso por Via del Santuario, a la que solo pueden acceder los coches de los vecinos. Como en casi todos los pueblos de las Cinque Terre, esta calle principal separa al pueblo en dos. A ambos lados de la vía, los pisos de hasta cinco alturas y pintados en color pastel dominan la escena. Y, como siempre, muy a menudo desconchados y con la ropa recién lavada colgando de los balcones, como es tan habitual en Italia. También en Riomaggiore la mayoría de tiendecitas permanecen cerradas hasta marzo y apenas un par de tabernas permiten tomarse un café, a primera hora de la mañana. Esta calle se sigue de Via Colombo, que es igual que la anterior y que finalmente se abre al puerto natural de Riommagiore, uno de los más bellos que ver en las Cinque Terre, en competencia directa con el de Manarola que vimos el día anterior.
Desde aquí, merece la pena ascender por el sendero de la izquierda mirando al frente marítimo, que sube hasta un mirador desde el que se tienen unas vistas preciosas de Riomaggiore. Especialmente por la mañana, con el sol a las espaldas. Sin embargo, las escaleras que permitirían bajar hasta el espigón, desde se obtendrían las mejores imágenes, permanecen cerradas.
Desde aquí cruzamos nuevamente Via Colombo para ir a buscar la iglesia de San Juan Bautista, una de las más grandes que ver en las Cinque Terre. Fue edificada en el siglo XIV. Desde aquí es fácil llegar a lo que se conocer como el Castillo de Riomaggiore o Castellazzo di Cerricó, del que apenas han llegado a nuestros días un par de grandes torres de base circular.
Con la visita a Riomaggiore terminamos nuestra Ruta por Cinque Terre. La verdad es que los pueblecitos son todos encantadores y, aún con los contras que supone visitar las Cinque Terre en invierno, poderlos conocer sin apenas turistas, ha merecido la pena.
Comentarios:
10 comentarios en “Qué ver en las Cinque Terre. Los 5 pueblos de las Cinque Terre.”
No conozco esta parte de Italia y siempre que veo fotos me parece de lo más pintoresco. Pueblos que sin ser nada del otro mundo, con su ubicación y colorido consiguen ser de los más atractivos. La verdad es que como bien dices en verano debe haber una marabunta de gente en ese mirador, estoy segura que el punto de postureo preferido en la Cinque Terre. Por cierto, hay una foto de Varnazza, en la que salís vosotros, que así de golpe ¡¡me ha recordado a Cudillero!!
Pues cuando estuvimos allí le dije precisamente ésto a Isa: que recordaba a Cudillero. Hay bastante que ver en Cinque Terre, pero en 2 días se puede hacer un buen recorrido, con fotos de postureo incluidas, como comentas. 😉
Siempre aprovechamos la Semana Santa para tomarnos varios días de vacaciones extra y hacer un viaje de 7-10 días. El año pasado estuvimos en el norte de Italia (Milán, los lagos y los Dolomitas) y este 2020 pretendíamos recorrer la zona de Cinque Terre, Pisa y Florencia… Lógicamente, tuvimos que cancelar el viaje por el coronavirus.
¿Crees que 7 días son suficientes para visitar los 5 pueblos de Cinque Terre y Pisa y Florencia? El viaje sería en octubre (si se puede viajar) o en primavera. ¿Qué opinas?
Saludos.
Hola, chicos.
Yo creo que sí que es suficiente 7 días. Florencia se ve muy bien con 3 días y Pisa con uno tienes de sobra. Para las Cinque Terre, con un par de jornadas lo puedes hacer. Además os quedaría una jornada por visitar Siena, por ejemplo.
Hola, viajo la semana que viene a los pueblos de Cinque Terre, seria el martes, crees que se puede hacer entonces en coche al ser temporada baja? No se como ira el precio de los parkings, o si es mejor el tren.
Gracias
Buenos días. Disculpa no haber contestado antes. Nosotros los visitamos en tren, por lo que no nos fijamos mucho en el tema de los aparcamientos. En tren se visitan muy bien, esta es la verdad.
Ya nos cuentas cómo te ha ido.