Las Gargantas del Todrá es una de visitas más importantes que se realizan durante la excursión de 3 días al desierto desde Marrakech.
En esta Ruta por el Sur del Marruecos, después de dormir la primera noche en la zona de las Gargantas del Dadés, retomamos nuestra ruta buscando el que es reconocido como uno de los cañones más angostos y espectaculares del Magreb: las Gargantas del Todrá.
Ambos cañones (las Gargantas del Todrá y del Dadés) siguen el curso de sendos valles más o menos paralelos, siendo el de que acaba formando las Gargantas del Todrá el más oriental de ambos.
EL PALMERAL DE TINERHIR
Antes de llegar a las Gargantas del Todrá hacemos un par de paradas. La primera, a pie de carretera, para admirar el inmenso palmeral de Tinerhir, sin duda el más impresionante que veremos durante el viaje. Es esta una zona donde el río Todrá aún no ha horadado el angosto cañón que visitaremos más tarde.
Aunque hablamos de un palmeral, lo cierto es que aquí no solo crecen palmeras, si no también árboles frutales. La verdad es que llama la atención que entre la aridez del terreno pueda crecer un vergel de tamañas dimensiones.
Leemos que la ciudad nueva de Tinerhir resulta poco interesante (creció al albor de la existencia de la cercana mina de plata de Imider). Sin embargo, el palmeral sí que nos parece una maravilla.
CÓMO VISITAR EL CAÑÓN DEL TODRÁ DESDE MARRAKECH
EN EXCURSIÓN ORGANIZADA. Desde luego, lo más fácil y cómodo (y quizá, lo más barato). Nosotros contratamos esta excursión de 3 días que nos llevó a visitar lo más importante del sur de Marruecos, incluyendo Ait Ben Haddu, las Gargantas del Todrá o las Dunas de Merzouga.
POR LIBRE, POR VUESTRA CUENTA. Visitar el Cañón del Todrá en transporte público resulta casi imposible. Sin embargo, los más atrevidos pueden alquilar un coche y llegar sin problemas (más allá de que las carreteras dejan bastante que desear). Hay una zona reservada para el estacionamiento junto a las Gargantas del Todrá.
Más bonita, aunque no lo visitamos, resulta la imagen de la kasbah o ciudad de adobe, completamente abandonada, de Tinerhir, que queda enmarcada entre el verde del palmeral y el ocre de las montañas que quedan por detrás de la misma.
Nosotros, sin embargo, nos detenemos apenas unos minutos en el conocido como Mirador del Palmeral, antes de seguir nuestra ruta. Al cabo de unos minutos y tras serpentear por la carretera que sigue el curso del río Todrá, llegamos a un pequeño pueblo que da servicio a las Gargantas del Todrá.
Se trata, de un villorrio humilde, crecido probablemente al calor de la progresiva llegada de turistas, aunque muchas de las edificaciones de adobe existentes nos indican, probablemente, que ya se encontraban allí antes de que las Gargantas del Todrá se convirtieran en parada obligada en un viaje por el sur de Marruecos.
En este punto, nos asignan un lugareño que hará las funciones de guía local en español. Realmente, explicar explica más bien poco. Sin embargo, el recorrido por el pueblecito resulta interesante, terminado en un telar artesanal de alfombras bereberes, donde nos cuentan cómo se tejen estos tejidos, antes de mostrarnos unas decenas de ellas, con la idea de que alguien se lleve alguna a casa.
Tras el recorrido por este pueblo, donde acabamos rodeados de niños y donde luego regresaremos a almorzar, nos acercamos, ahora sí, a las Gargantas del Todrá.
LAS GARGANTAS DEL TODRÁ
Las Gargantas del Todrá son un angosto cañón que el río Todrá ha ido horadando con el paso de la historia. Es de suponer que, algún día, este río fue algo más caudaloso que lo que resulta en la actualidad. De otra manera no se entendería que lo que hoy es apenas un riachuelo estacional hubiera formado un paisaje tan espectacular.
En el punto más estrecho de las Gargantas del Todrá, las paredes occidental y oriental, que alcanzan los trescientos metros de altura, quedan separadas por apenas una treintena de metros.
Se trata de un lugar ciertamente espectacular, convertido no solo en meca turística, si no también en lugar preferente para los escaladores. Eso sí, no os penséis que se trata de un lugar kilométrico al estilo del Cañón del Colca o del Colorado. Al fin y al cabo, la parte más angosta y espectacular de las Gargantas del Todrá no son más que unos pocos centenares de metros, de manera que solo hay que andar un poco para comprobar que el paso se ensancha enseguida, tras superar esta zona más turística.
No hay mucho que hacer en las Gargantas del Todrá, más allá de disfrutar de este paisaje de enormes roquedales de color ocres que se abre a derecha e izquierda, localizados en la parte más oriental de la Cordillera del Atlas.
En verano resulta casi imposible bañarse, porque el río Todrá se convierte en un wadi o cauce seco. Y en invierno, el riachuelo resulta francamente frío. Eso sí, hay por ahí algún restaurante así como varias tiendas de artesanía y de venta de alfombras bereberes.
Tras algo más de media hora paseando por esta parte más estrecha de las Gargantas del Todrá, es momento de regresar al minibús que nos llevará al restaurante donde tenemos programado nuestro el almuerzo.
Tras el mismo, el camino nos debe llegar a uno de los momentos más esperados del viaje: las Dunas de Merzouga.